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El crecimiento sostenido y la apertura de la economía china ha sido favorable al desarrollo bilateral económico y comercial entre China y América Latina. La figura de aquel país es clave en el comercio internacional, tanto por el efecto amplificador de flujos comerciales que se deriva de su rápido crecimiento económico, como de la fuerte competencia de sus productos, desde las manufacturas hasta, cada vez más, productos de alto contenido tecnológico. Y América Latina no es ajena a este fenómeno. El año pasado, el presidente chino, Hu Jintao, realizó una visita oficial de dos semanas a varios países de América Latina y el Caribe. Se firmaron treinta y nueve acuerdos comerciales con cinco países, por un total de 30.000 millones de dólares y se anunciaron inversiones de 100.000 millones de dólares para los próximos diez años. Según recalcaba un columnista americano, en 2004 el presidente chino pasó en América Latina más tiempo que el presidente Bush y, hasta la fecha, el vicepresidente chino, Zeng Qinghong, habrá pasado más tiempo en América Latina que el vicepresidente de Estados Unidos, Dick Cheney, en los últimos cuatro años.

Si bien la mayoría de los estudios recientes se han dedicado a la relación entre América Latina y China, es posible extender el análisis a las relaciones entre las regiones económicas a las que pertenecen. Para ello, se han considerado los datos de las principales economías de América Latina: Argentina, Brasil, Chile, Colombia, México, Perú, Uruguay y Venezuela; y del sudeste asiático: China ampliada (China, Hong Kong y Taiwán), Corea del Sur, Singapur, Tailandia, Filipinas, India, Indonesia, Japón y Malasia.

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UN COMERCIO DESIGUAL

En los últimos veinticinco años, la economía asiática creció en media tres veces más rápido que la de América Latina y con una volatilidad ligeramente inferior. La influencia entre ambas economías se ha producido fundamentalmente por la vía del comercio y la inversión directa.

Hasta el momento, la importancia del comercio entre las dos regiones es desigual para cada una de ellas. Para América Latina este comercio tiene mayor importancia que para Asia. En 2004, las exportaciones hacia el sudeste asiático de los principales países latinoamericanos representaban el 9,3% de sus exportaciones totales, y las importaciones con origen en esa región eran el 17,5% de sus importaciones del mundo. Para el sudeste asiático, el mercado latinoamericano representa el 6,9% de las exportaciones y sólo el 4,7% de sus importaciones. En términos corrientes existe déficit comercial de América Latina con el sudeste asiático; sin embargo, este déficit ha ido disminuyendo desde 28.000 millones de dólares en 2002 a menos de 20.000 millones de dólares en 2004, gracias al espectacular incremento de la demanda asiática de materias primas.

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Según datos de la Organización Mundial del Comercio, la cuota de Asia en el comercio mundial de bienes se incrementó en dos décadas del 20% al 27%, debido principalmente a China, que incrementó su participación del 2,7% al 6,2% en 2004. La participación comercial de América Latina, en cambio, se mantuvo constante, en torno al 5% durante ese mismo periodo.

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El principal destino de las exportaciones latinoamericanas sigue siendo Estados Unidos, mientras que el mercado intrarregional recibió sólo 15,6% de sus exportaciones totales en 2003. Sin embargo, las exportaciones hacia Asia crecieron cerca del 20% anual y representaron un 10% del total. La situación para Asia es a la inversa: América Latina es sólo el cuarto mercado de exportaciones con una cuota del 2%, por delante de África y Europa del Este; y América del Norte mantiene una cuota del 22%, inferior todavía a los niveles previos a la crisis asiática. En cuanto al comercio intrarregional en Asia, las exportaciones han crecido de media un 14% anual desde 1983 y representan el 50% de la cifra total.

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CAMBIO DE BIENES COMERCIADOS CON ASIA

Con los últimos datos disponibles, se observa la evolución de las exportaciones de América Latina entre 1992-2003, clasificadas en tres grupos de productos: agrícola, industria extractiva (minerales, combustible y metales no férreos) y manufactura (sectores del hierro y acero y textil). Si bien las exportaciones a Japón disminuyeron un 22%, las exportaciones totales se duplicaron en este periodo, aumentaron con ASEAN4 (Hong Kong, República de Corea, Taiwán y Singapur) cerca del 4 0 % y hasta cinco veces con China. Estas variaciones reflejan claramente el proceso de integración intraindustrial experimentado en el sudeste asiático, con la reestructuración del sector industrial en Japón y la deslocalización de la producción hacia países de la región con menor coste de mano de obra. En cuanto a la composición de las exportaciones, el mayor incremento se produjo en el comercio de productos de industrias extractivas y agrícolas. En el caso de las exportaciones hacia China, la categoría de producto que experimentó el mayor incremento fueron las exportaciones de tejidos, por delante de las exportaciones de metales, materias primas y productos agrícolas.

Asimismo, del análisis de competencia del Servicio de Estudios Económicos del BBVA1, todos los principales países de América Latina habrían ganado competitividad frente a China en 2003 respecto al año anterior, salvo Uruguay y Bolivia, que se mantienen sin cambios; y Guatemala, que pierde competitividad.

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UN IMPORTANTE SOCIO COMERCIAL

El comercio existente con China presenta similitudes con el comercio entre las regiones. Para América Latina, el comercio con China representa más del 5% del total, mientras que América Latina representa sólo un 3,5% del comercio chino. Las estadísticas de América Latina muestran déficit comercial con China, por el contrario, las cifras chinas presentan un superávit por 3.500 millones de dólares en 2004. No obstante, las discrepancias estadísticas son norma habitual en comercio internacional, debido a diferencias en los criterios de registro utilizados por las aduanas de cada país.

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Este comercio tiene un desarrollo relativamente reciente. Hasta la década de los noventa, los flujos comerciales entre América Latina y China eran muy bajos. Es a partir de finales de los noventa cuando se produce un fuerte aumento, debido principalmente al incremento de las importaciones latinoamericanas de origen chino. Desde entonces, las exportaciones hacia China han ido creciendo durante los últimos diez años, coincidiendo con la paulatina reducción de aranceles en China. En concreto, en las dos últimas décadas, su tarifa nominal promedio (ponderado) ha pasado de 40,6% en 1992 a 9,9% en 2005.

En 2003 se produjo un explosivo crecimiento del comercio de América Latina con China. Las exportaciones de la región crecieron en torno al 72%, muy por encima de las importaciones de origen chino. Este aumento se debió a mejoras en los precios y un mayor volumen de colocaciones de productos básicos, como cobre, petróleo, algodón, soja y otros productos agrícolas.

Las exportaciones hacia China son más importantes para Argentina, Perú, Chile y Brasil. Durante el pasado año, más del 5% de sus exportaciones tuvieron como destino el mercado chino. Chile y Perú experimen taron el mayor crecimiento de las exportaciones hacia China, que se convirtió en el segundo mercado para Perú y el tercero para Brasil y Chile.

En 2004, todos los países presentaban superávit comercial con China, salvo Colombia, México, Uruguay y Venezuela.

CAMBIO DE TENDENCIA

Las exportaciones hacia China crecieron 40% interanual frente al 72% en 2003 y alcanzaron un importe superior a 13.500 millones de dólares. Sin embargo, las importaciones con origen chino crecieron a un ritmo muy superior, duplicando la cuota de China en las importaciones totales. Aunque este aumento fue generalizado en la región, los países que más aumentaron sus importaciones de China fueron Venezuela, Uruguay, Argentina y Brasil. La importación de artículos textiles y calzado explica en parte este crecimiento pero destaca, en particular, el aumento de la demanda de artículos electrónicos, componentes mecánicos y compuestos industriales. Este cambio supone una rápida transformación de la estructura comercial con China, en la cual los países latinoamericanos se especializan en la exportación de productos primarios, mientras que importan cada vez más productos de mayor contenido tecnológico. En concreto, el incremento del comercio bilateral de componentes electrónicos obedecería a una dinámica de especialización intra-industrial entre ambas regiones, similar a la producida en el sudeste asiático. Aunque, por el momento es más evidente en México, este fenómeno constituye el establecimiento de una red vertical interregional, que estaría impulsada por las transnacionales establecidas en México, principalmente japonesas, como base de ensamblaje para el mercado norteamericano.

FACTOR DE PROXIMIDAD GEOGRÁFICA

La distancia de Los Ángeles, en la costa oeste de Estados Unidos a Guangdong, al sur de China, es de 11.700 kilómetros, mientras que del puerto de Miami a Tierra del Fuego en América del Sur, la distancia es de 8.800. En términos de tiempo de transporte, un contenedor tarda en llegar 6,4 días de América Central a Estados Unidos, 21 días desde América del Sur y 24 días desde China. Sin embargo, esta ventaja del tiempo y la distancia no han servido para competir con éxito con China. La explicación se debe a que los productos que exporta China tienen mayor valor añadido, en los que el coste del transporte es un factor menos importante en el precio final, a diferencia de las exportaciones latinoamericanas, generalmente, de mayor peso y poco valor añadido, tales como materias primas y productos agrícolas. A medida que las exportaciones de China sean productos de mayor calidad (y mayor precio), el coste del transporte será cada vez menor en relación al valor del producto.

No obstante, existen ventanas de oportunidad para América Latina. El transporte de mercancías de China hacia Estados Unidos y Europa incluye, por lo general, un sobreprecio impuesto por las compañías navieras, para compensar la infrautilización dé la capacidad de carga de los buques en su trayecto de vuelta. En cambio, el comercio de América Latina está más equilibrado en ambos sentidos y no soporta dicha penalización. Si esta situación fuera acompañada de una mejora de las infraestructuras portuarias en la región la ventaja de costes frente a China sería aún mayor.

INVERSIÓN DIRECTA

Conforme a los datos de Naciones Unidas, en 2004, los países emergentes recibieron en su conjunto, un 42% de los flujos de inversión extranjera directa (IED) —un 50% más que en 2003—, alcanzando 255.000 millones de dólares. Entre ellos, Asia recibió 166.000 millones de dólares y fue el principal destino de IED, por delante de América Latina, que recibió 69.000 millones de dólares (en 1999, ambas regiones estaban a la par). Según un estudio del B1D2, para el periodo 1997-2001, es posible calcular el grado de coincidencia del origen de la IED hacia China y; el de la IED hacia otros países: de los resultados, se observa una baja coincidencia con América Latina y mucho más alta para India y Corea. Los resultados son similares cuando se calcula el grado de coincidencia por sectores de destino de la IED —utilizando los datos de la inversión de Estados Unidos hacia los países receptores—, a excepción de México, que presenta un alto índice de coincidencia sectorial con China, superior incluso al de la India.

Respecto a los flujos de inversión directa desde Asia, Japón fue el principal inversor asiático en el exterior pero con volumen decreciente, mientras que destaca la tendencia en ascenso de la inversión de China y Corea del Sur.

La trayectoria observada para China merece especial atención. El país es receptor neto de IED desde 1978 y su papel como inversor ha sido hasta el momento poco relevante. Esta situación podría cambiar a medio plazo. En 2004, la inversión china en el extranjero se incrementó un 27% respecto al año anterior, alcanzando 3.619 millones de dólares (2.800 millones de euros). Según el ministerio de comercio chino, el saldo acumulado de la inversión china desde 1979 hasta 2004 es de 37.000 millones de dólares (28.500 millones de euros), constituido por un total de 829 empresas. Sin embargo, los flujos de inversión china y la inversión acumulada en el exterior en 2003, representaban sólo 0,48% y 0,45%, respectivamente, del total a nivel mundial. En 2004, América Latina se convirtió por primera vez en el principal destino de la inversión china, con una cuota del 46%. La inversión china en América Latina está realizada por grandes conglomerados estatales y tiene como objetivo asegurar el suministro de los recursos naturales que necesita para mantener su crecimiento económico, pero también se ha destinado a los sectores de ensamblaje, telecomunicaciones y textil. Los principales países receptores han sido Brasil, México, Argentina, Chile, Venezuela y Perú.

LA MONEDA CHINA

El cambio del régimen monetario chino el pasado 21 julio, desvinculaba la paridad cuasi fija de los últimos diez años con el dólar americano y revaluaba el tipo de cambio en torno al 2%, hasta un valor de 8,11 yuanes/dólar. Tras la medida inicial, la volatilidad del yuan chino ha sido muy escasa con respecto a la divisa estadounidense, acumulando una apreciación del 0,1% en un mes. Ante un movimiento de mayor magnitud, el impacto sobre el comercio y la inversión con América Latina podría ser mixto.

En un principio, las importaciones de materias primas se beneficiarían del mayor poder de compra del yuan; sin embargo, la demanda china se ha mostrado en el pasado altamente inelástica con respecto a los precios. Por otra parte, la menor competitividad de las exportaciones chinas ante la apreciación de su moneda, tendría efectos negativos sobre el crecimiento y la demanda de importaciones para inversión domestica. El fortalecimiento del yuan contribuiría a reducir la entrada de divisas y, por tanto, el ritmo de acumulación de reservas del Banco Central y su consiguiente reciclaje en deuda estadounidense.

En un efecto de segunda ronda, la subida de tipos de interés y su impacto en la actividad económica, reduciría la demanda interna de Estados Unidos afectando, por tanto, el comportamiento del sector externo de China y América Latina.

Por otro lado, China puede aprovechar para redireccionar el empleo de sus reservas en la adquisición de compañías extranjeras que son relativamente más baratas por efecto de la apreciación del tipo de cambio.

ASÍA, UN RETO

La participación de Asia en el comercio mundial de mercancías supera por cuatro veces la correspondiente a América Latina. Sin embargo, los flujos comerciales entre ambas regiones son todavía poco relevantes tanto en términos de cuota en el volumen total como en relación con el tamaño de las dos economías. De nuestro análisis se observa una especialización comercial de América Latina como exportadora de productos primarios e importadora neta de manufacturas y productos transformados. Esta estructura comercial es más complementaria que competitiva, pero puede llegar a ser una amenaza para el desarrollo a largo plazo de América Latina. La dependencia del comercio de materias primas y productos básicos, no lleva aparejado un mayor desarrollo tecnológico ni la mejora de las capacidades competitivas. La cuestión, por tanto, no es la competencia actual sino futura: América Latina no podrá competir en productos industriales o transformados en los cuales China y otros países asiáticos se han establecido y tienen el control del mercado. En suma, América Latina no podrá competir con el sudeste asiático en costes laborales sino en capacidad tecnológica y capital humano, así como con una mayor integración en las redes de producción transnacionales.

Asimismo, la inversión asiática en América Latina ha estado ligada al desarrollo del comercio bilateral. Japón es el principal inversor asiático pero China comienza a destacar no sólo por el rápido ritmo de crecimiento de sus inversiones, sino también por su papel de aliado estratégico, particularmente para países de la región como Venezuela y Cuba.

La amenaza para los países latinoamericanos no surge por el «ascenso de China» en el escenario económico global sino por el efecto de creación de comercio y diversificación que el rápido crecimiento de China ha traído consigo y que les obliga a resolver urgentemente los obstáculos estructurales a su desarrollo económico a largo plazo.

 

NOTAS

1 Jorge Blazquez-Lidoy, Javier Rodríguez y Javier Santiso, 2005. China: ¿Ángel o demonio para América Latina?
2 Banco Interamericano del Desarrollo, 2004. The Emergence of China: Opportunities and Challenges for Latin America and the Caribbean.

Servicio de Estudios Económicos, Grupo BBVA (Hong Kong)