Robert Gates

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El nuevo orden mundial

Lord Salisbury dijo hace muchos años: «Ninguna lección parece ser tan profundamente inculcada por la experiencia de la vida como la de no confiar jamás en los expertos, Si cree a los médicos, nada es saludable; si cree a los teólogos, nada es inocente; si cree a los soldados, nada está seguro». Yo añadiría que si han creído a muchos comentaristas, analistas y académicos en los últimos años, el futuro tiene deparado el declive para Estados Unidos: su liderazgo e influencia se verán disminuidos, su política será indisciplinada, poco imaginativa y carente de visión, y su economía será cada vez menos competitiva. En una atmósfera de tan crítico pesimismo, es necesario retroceder, volver a analizar las cosas y reflexionar sobre los tiempos extraordinarios que estamos viviendo y sobre por qué tantos expertos y observadores fracasaron a la hora de anticipar (y luego reconocer) la magnitud y fuerza de los cambios que han comenzado, o en apreciar el papel de Norteamérica en estos cambios. ¿Cuántos creían hace nueve meses que Kuwait sería liberado antes de que acabara el invierno y que nuestras tropas volverían a casa en primavera? Hace un año, ¿quién preveía la unificación de Alemania en la OTAN con el beneplácito de la Unión Soviética? Hace dos años, ¿cuántos observadores predijeron el colapso total del comunismo en Europa del Este, el retroceso de las fuerzas soviéticas, la caída del Muro de Berlín y la disolución del Pacto de Varsovia? Hace dos años, ¿quién predijo el desmantelamiento de los elementos clave del apartheid en África del Sur? ¿Quién hubiese apostado hace cuatro años que las tropas soviéticas serían desalojadas de Afganistán, las vietnamitas de Camboya, tas cubanas de Angola, que Noriega sería arrojado de Panamá y que se celebrasen elecciones libres en Nicaragua y ganase la oposición? Hace diez años, el 10% de la población de América Latina vivía en democracia. ¿Quién predijo que hoy viviría en democracia el 90%? Lo que estamos presenciando a finales del milenio es un nuevo despertar de la libertad, de liberación para pueblos largamente oprimidos, un nuevo amanecer a finales de un siglo que, a pesar de su progreso material y tecnológico, ha sido, posiblemente, el más siniestro de la historia en violencia, guerra y opresión. Ahora, muy cerca del final de siglo, los viejos imperios y los nuevos «ismos» totalitarios han muerto ya o están agonizando. En todo e! mundo, el viejo orden ha colapsado o está en su acto final. Los sucesos han dejado humillados a los expertos en el gobierno, en las universidades y en los medios de comunicación. Sus previsiones cautas y convencionales y sus predicciones pesimistas fueron desmentidas por la increíble fuerza de los valientes pueblos que deseaban ser libres; por los gobiernos despóticos cuya bancarrota económica. política y moral fue demasiado frecuentemente desconocida o ignorada; y por la unidad de las democracias, cuya firmeza, apoyo fiable y liderazgo durante décadas han hecho posibles estos dramáticos cambios. Nuevas perspectivas para un nuevo mundo Ahora debemos analizar nuevamente el mundo y nuestro papel en él. Contrariamente a la...