Juan Julio Fernández

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Arquitecto

Arte flamenco en La Palma

Hace quinientos años Canarias empezó a ser la punta meridional de Europa, La conquista del archipiélago coincide con el descubrimiento de América y, bien pronto, además de punta, las islas son puente entre el viejo y el nuevo continente. Santa Cruz de la Palma se convierte, a lo largo del siglo XVI, en el tercero de los puertos que jalonan la principal ruta del recién estrenado Imperio, que empieza en Amberes. pasa por Sevilla y concluye en La Habana. En este obligado camino se desarrolla un tráfico comercial intenso y. afortunadamente para las islas, no tarda en producir réditos culturales. Para la Europa mercantilista de entonces, el archipiélago canario se identifica con «las islas del azúcar» y desde esta producción hay que entender la relación comercial que, a lo largo de los siglos XVI y XVII, se mantiene con Flandes y que. como contrapartida a las exportaciones, permite obtener no sólo manufacturas, sino también tablas pintadas y esculturas, que hoy constituyen una parte sustantiva de nuestro patrimonio artístico. Son las tres islas de mayor atracción económica. Tenerife, Gran Canaria y La Palma, las que acumulan las mejores obras de arte. El tríptico de la Adoración de los Reyes, en el pintoresco barrio de Taganana, en Tenerife; el de la parroquia de Santiago, en la misma isla; el de la ermita de Las Nieves de Agaete, en Gran Canaria, y el deslumbrante retablo de la iglesia de San Juan, en Telde, también en esta última isla, son ejemplos destacados de lo que decimos. Pero es en la isla de La Palma donde se concentran las mejores imágenes y no pocas tablas, llegadas, en su mayoría, a lo largo del siglo XV!, sobre todo a partir del incendio y saqueo de la capital por el pirata francés Leclerq, en 1573. No parece que los anunciados fastos del Quinto Centenario del Descubrimiento hayan previsto darle al archipiélago canario la relevancia que, evidentemente, tuvo en el salto Atlántico, Ni tampoco que la celebración cultural con que se pretende arropar aquella primera experiencia del expansionismo europeo, vaya a recoger esta presencia de Europa en las Islas. Y resaltar, recoger y exhibir, en forma conveniente, un legado tan importante como el flamenco en La Palma, no dejaría de ser una gratificante sorpresa que ampliaría el horizonte cultural de una presumible mayoría para la que es desconocido, dejando fuera de dudas la vinculación temprana a Europa de unas islas que ahora mismo, con la integración de España en la CEE, no hacen sino continuar una tradición ligada a etapas de esplendor cultural y de crecimiento económico. El Gobierno de Canarias ya hizo el loable esfuerzo de reunir las tallas y tablas flamencas de La Palma para exhibirlas conjuntamente en 1985, con motivo de la lustral Bajada de la Virgen de su santuario a la capital insular, editando un interesante catálogo con valiosas aportaciones de los profesores Hernándfez Perera, Díaz Padrón, Galante Gómez y Negrín Delgado y propiciando una representación del patrimonio catalogado en la «Europalia 85», Con todo, su ausencia...