José Mateos

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La voz de la sangre

Estábamos camino de Tuzla, por una carretera de esas con pivotes a los lados, tan estrecha y sinuosa que, a veces tras una curva, la imprevista llegada de un camión casi nos mandaba a la cuneta. La carretera tenía varios tramos sin asfaltar y bajo el coche rebotaban las piedras.