José Luis Puerta

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Coordinador del Área de Antropología de la Medicina del Centro UCM-ISCIII de Evolución y Comportamientos Humanos. Director de DENDRA MÉDICA. Revista de Humanidades.
Nueva Revista

Los ancianitos son una lata

  Muchos mueren demasiado tarde y algunos mueren demasiado pronto. Todavía suena extraña esa doctrina: «¡Muere a tiempo¡».  F. NIETZSCHE, Así habló Zaratustra (1,21)  El último enemigo que será destruido es la muerte.  SAN PABLO 1 Corintios 15,26 Separadas exactamente por un año, los medios se han hecho eco de dos noticias que vamos a comentar. La más antigua la protagonizó el veterano político liberal Taro-Aso, nacido en 1940 y actual vicepresidente de Finanzas del gobierno japonés, al cuestionar en una reunión del Consejo Nacional de Seguridad Social, celebrada en enero de 2013, la proliferación de maniobras de reanimación e intervenciones terapéuticas destinadas a prolongar la vida. Según recogía la prensa, en su intervención había declarado que « se ven obligados a vivir cuando quieren morir... Y que, si le ocurriera a él, se despertaría sintiéndose mal al saber que el tratamiento lo había pagado el Gobierno». Pero aún fue más lejos y dejó claro que «el problema no tiene solución a menos que les permitamos que se den prisa para morirse» (goo.gl/PdsF6D). La segunda noticia la recogía —a toda página en enero de 2014— el diario El País bajo el titular «Crónicos y agudos pugnan por una cama de hospital en Canarias» (goo.gl/4YnaHP); luego, el cuerpo de la noticia explicaba que el presidente de esa comunidad autónoma culpaba a las familias de bloquear el sistema sanitario por no recoger a 400 ancianos dados de alta. Estoy seguro de que el lector advertido coincidirá conmigo en que ninguna de las dos noticias son una novedad.  Por un lado, los familiarizados con los asuntos de la tercera edad conocen la polémica suscitada en 1984 por el abogado y polígrafo Richard Lamm, entonces gobernador de Colorado (EE UU), cuando declaró que frente al mantenimiento artificial de la vida en los ancianos, estos tenían el deber de morirse («the elderly ill have got a duty to die and get out of the way»). Con su propuesta, formulada sin duda de manera poco afortunada, como luego se aclaró (goo.gl/ex4cw1), no pretendía acabar con los viejos para que dejasen paso a los jóvenes, sino hacer una crítica al «imperativo tecnológico» que gobierna la medicina y que impide admitir que la vida es finita y no se debe mantener a cualquier precio.  FIGURA 1  Evolución de la población española ≥ 65 años (1900-2030)  Por otro lado y desde hace ya décadas, nuestra Sanidad asiste imperturbable al espectáculo consistente en ver cómo, cuando llega un puente o unas vacaciones, los ancianos son abandonados en las plantas de nuestros hospitales o en las urgencias. Conforme ha ido pasando el tiempo, el número de ancianos ha crecido (fig. 1) y, probablemente, también los abandonos. Digo «probablemente» porque la métrica de estas cuestiones, como la de tantas otras, no parece que preocupen mucho.  FIGURA 2  Evolución del Sistema para la Autonomía y Atención a la Dependencia (SADD) entre agosto de 2008 y diciembre de 2013  La situación que reflejan ambas noticias es en gran medida consecuencia del empecinamiento en querer remediar los asuntos sociales y personales a base de médicos, pastillas y hospitales. Esto es, medicalizando...

Conectados. El sorprendente poder de las redes sociales y cómo nos afectan

Hoy sabemos que el comportamiento se transmite a través de la interacción social y que muchos de nuestros hábitos inciden en la salud. Pero Christakis y Fowler (médico y sociólogo, respectivamente) en su original libro Conectados dan un paso más, nos descubren cómo las redes sociales —en el sentido clásico del término— afectan a nuestra salud. (Taurus Pensamiento, Madrid, 2010)
Nueva Revista

Remedios para nuestro Sistema Nacional de Salud

La escasez de recursos y una demanda cada vez mayor son algunos de los retos a los que se tiene que enfrentar el sector sanitario español. Para responder con eficacia a los mismos, el Sistema Nacional de Salud (SNS) tiene que remodelarse; entre otras medidas, sería bueno que los ciudadanos repensasen el concepto de «seguro» y se redujera la burocracia administrativa que lastra la sanidad.