Francisco Fernández-Somellera

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Varia ambientalia

Un Comité de la National Academy of Sciences, de los Estados Unidos, ha afirmado que cierta gran industria de Page, Arizona, contribuye de modo significativo con sus emisiones contaminantes a crear una bruma que oscurece periódicamente los vividos colores del Gran Cañón. El asunto, por otra parte, no tiene fácil solución porque hay otras fuentes productoras (los coches, entre ellas) y porque el control de la contaminación requeriría una instalación cuyo coste se acercaría a los mil millones de dólares. Extinción de especies En la 18.° Asamblea General de la Unión Mundial para la Conservación, celebrada recientemente en Perth, Australia, con asistencia de 1,200 delegados de 19 países y 650 organizaciones, se dijo que a lo largo de los 30 próximos años quizás podrían extinguirse tres millones de especies animales y vegetales, al ritmo de unas cien mil por año. Algún observador recordó con tristeza el desprestigio que los vaticinios desprovistos de base han traído a la tarea de la conservación y expresó tímidamente su deseo de que entre tanta extinción hubiera al menos una no lamentable; la del catastrofista. En Gran Bretaña hay una seria preocupación por la amenaza que. para su paisaje rural, entraña el proceso de urbanización. El Ministerio de Medio Ambiente ha procurado tranquilizar a la opinión, señalando que la tasa de crecimiento urbano no irá más allá del 4 % por siglo; hay, pues, 2.000 años por delante hasta que el hormigón llegue a cubrir por completo el suelo británico. El dato, para muchos, no es del todo tranquilizador y echan en falta alguna referencia a los aspectos cualitativos del proceso. Coral Los arrecifes de coral están en peligro, y no sólo por la contaminación convencional. Una causa más seria el aumento de la temperatura del mar por encuna de lo normal, que origina un fenómeno llamado «blanqueo»; los pólipos de coral, cuyos esqueletos van contribuyendo a la formación del arrecife, se separan de las algas microscópicas que les ayudan a alimentarse (y que son las que dan el tono dorado, rojo o amarillo), comienzan entonces a debilitarse, dejan de reproducirse y pueden morir. En todo caso, la recuperación sería más difícil cada vez, al cesar el fenómeno, si éste se repite con frecuencia. Entre los efectos ecológicos de la marea negra provocada durante la guerra del Golfo Pérsico, se mencionó precisamente el impacto negativo sobre los arrecifes de coral. Las inquietudes más corrientes se centraban en la intensidad y reversibilidad de los efectos y en la posibilidad de eliminar los vertidos de petróleo. En una reciente publicación (Special Report 90-356, Biblioteca del Congreso, USA) se afirma que la mayor parte de los intentos para eliminar los vertidos están condenados al fracaso y que incluso los episodios más importantes «tienen consecuencias ambientales y socioeconómicas relativamente modestas y, en cuanto puede decirse, de relativamente corta duración II. Con algunas matizaciones para algunos lugares concretos, puede asegurarse que la recuperación comienza en años, no en decenios. Aves y mamíferos Un libro titulado Regreso al nido comienza con esta frase: «Después de más de dos...