Felipe González y González.
México, entre el riesgo y la oportunidad
La globalización de la crisis económica y financiera nos afecta a todos. A todos nos interpela y a todos nos exige una respuesta comprometida y realista. La crisis tiene sus tiempos y sus aproximaciones, se deja ver, se hace oír y, finalmente, se deja sentir. Pero, como dice el refrán, no hay peor ciego que el que no quiere ver, ni más sordo que el que no quiere oír.
Punto final a la minoría de edad perpetua
En cierta ocasión —comenta Felipe González y González— un amigo mío viajaba por el Estado de Michoacán, famoso por sus artesanías, y se detuvo en uno de sus pueblos. En el taller de un artesano, encontró una silla decorada con guirnaldas de flores, pintadas a mano. Interesado por ella, preguntó cuál era su coste; le informaron, le pareció justo y encargó doce, especificando que las quería todas iguales. Cuando, algún tiempo después, el artesano le comunicó el precio total del encargo, mi amigo advirtió, no sin extrañeza, que era superior al de la suma de las sillas consideradas individualmente. Reclamó al arte sano, pues lo consideraba una abuso, y se sorprendió cuando éste, convencido de que el precio aumentado era justo, le contestó: « Y la aburrición de hacerlas todas iguales, ¿a mí quién me la paga?». Quien no penetre en las enseñanzas de esta anécdota, no podrá comprender el modo de ser del mexicano. Para él la vida es tan interesante, polifacética y variada que no puede ser regida por normas uniformes, por sistemas funcionales, por rigideces que aprisionan.