Alfredo Tímermans del Olmo

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Fin del estado de derecho

Lo más triste de la situación actual consiste en que la dinámica que provoca el Gobierno con sus iniciativas termina siempre con discusiones sobre el sexo de los ángeles. El paradigma de lo que digo fue el debate de la Ley de Seguridad Ciudadana en el Pleno del Congreso de los Diputados celebrado el pasado mes de noviembre; el Gobierno intenta convencer al país de que lo inconstitucional deja de serlo si se cambian las expresiones para definirlo. No creo que el Estado de Derecho que se articuló mediante la Constitución del 78 esté en peligro; creo, sencillamente, que se ha fracasado en el intento de implantarlo. Esto que llamamos Estado de Derecho es el producto complejo, y no siempre acabado de varios siglos de reflexión en el campo de la filosofía política y la ciencia jurídica. Se ha llegado a un consenso prácticamente universal, habiendo sido derrotadas tanto las instrucciones marxistas (más elaboradas), como las fascistas. Su presupuesto lógico es el de la elección democrática de los gobernantes. Como se ha repetido tantas veces, la democrática de los gobernantes. Como se ha repetido tantas veces, la democracia no es un sistema teóricamente perfecto, pero ha demostrado que es capaz de funcionar mejor que cualquier otro. Además, ha tenido la virtud de acabar con los mitos que, desde Platón. se han venido formulando de diversas maneras: el gobierno de los mejores y el de una ciase. El primero parte de una conclusión falaz, que consiste en creer que un problema político es idéntico a uno matemático: sólo habría una solución verdadera. Pero la política no es tan fácil; habría que elegir entre diversos bienes, no necesariamente entre el bien y el mal. El gobierno de clase supone algo que quizá fuera cierto en la Inglaterra decimonónica, pero que tiende a desaparecer hasta en los países menos desarrollados: una oligarquía económica explota al proletariado apropiándose de su plusvalía. La Ciencia Económica moderna nos ha explicado que la plusvalía - en términos marcianos- no existe, y que la evolución natural nos conduce a una sociedad de técnicos, de clases medias. Históricamente la venganza del proletariado no tiene sentido. El consenso universal sobre la democracia se extiende igualmente a la fórmula concreta de organización. La democracia se articula a través de los partidos políticos. Ello quiere decir, simplemente, que grupos de personas que estén de acuerdo en su visión de la sociedad fundan organizaciones que pretendan atraer el voto de sus conciudadanos. Los límites de la democracia Por variadas razones, muy pronto se comprende que el principio democrático no puede ser único y absoluto, sino que debe estar encuadrado en un marco aceptable por todos. Por ejemplo, el propio Hitler es producto «democrático» de una sociedad. La vida y la propiedad se suelen considerar límites consustanciales a la democracia. Es discutible el fundamento filosófico de estos límites, así como peligrosa su extensión más allá de lo razonable. El contorno que se dibuja alrededor de la democracia no tiene sólo límites materiales, sino también formales. La teoría y...