¿Adictos al dolor? Autolesiones no suicidas, pantallas y apuestas en población adolescente

La conducta autolesiva no suicida podría tener relación con mecanismos impulsivos, al igual que ocurre en otras adicciones

Foto: Pexels / cottonbro studio
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Gemma Mestre-Bach y Alejandro Villena-Moya

Avance

No son tiempos fáciles para ser adolescente. Los índices de salud mental en población joven no son muy esperanzadores. El 25 % de los jóvenes españoles refiere sentirse solo actualmente y cerca del 75 % admite haber sufrido soledad no deseada en algún momento de su vida. Están más hiperconectados que nunca, pero la conexión humana que deberían tener en la vida real cada vez es más débil. El acceso ilimitado a internet ha abierto tantas posibilidades que, ante la inmensidad de esta libertad, los adolescentes pueden llegar a ahogarse.

Las investigaciones recientes nos indican que entre un 11,5 % y un 33,8 % de los adolescentes han llevado a cabo autolesiones no suicidas. Estas conductas se definen como «la destrucción deliberada del propio tejido corporal sin intención suicida», incluyen conductas como cortarse, quemarse, rascarse o golpearse. Muchos profesionales ya consideran estas conductas como un problema de salud pública.

En este contexto social se ha desarrollado una investigación en la que participa la Universidad Internacional de La Rioja junto con otras universidades internacionales bajo el título «Cicatrices, pantallas y apuestas: vínculo entre la autolesión no suicida y el juego problemático, el uso problemático de videojuegos y el uso problemático de internet – una revisión sistemática» (ver referencia bibliográfica)1.

ArtÍculo

¿Qué puede llevar a un adolescente a querer hacerse daño? Un adolescente que ha pensado en ello es un adolescente que sufre. Los resultados encontrados en esta investigación nos indican que las autolesiones no suicidas suelen ser un diagnóstico tardío. Previo a la conducta autolesiva, existen otros factores psicosociales, que, en caso de no ser atendidos de manera correcta, pueden desembocar en el deseo de hacerse daño a uno mismo.

Por ejemplo, se ha observado que las autolesiones no suicidas son más prevalentes en adolescentes con problemas psicológicos como la depresión, la ansiedad, el estrés post-traumático, la personalidad límite y los trastornos de la conducta alimenticia. En estas situaciones, las autolesiones se vuelven un mecanismo de afrontamiento para gestionar el dolor interno derivado de estas patologías.

Las investigaciones revisadas hacen hincapié en la función de reforzamiento negativo de la autolesión, esto es, que la conducta autolesiva puede servirles para huir de un mundo que sienten como desagradable y hostil. Ante estas dificultades no encuentran más salida que el daño a uno mismo. Esta búsqueda de alivio a través de lo externo es muy habitual en otras adicciones y por eso algunos profesionales comienzan a plantearse la posibilidad de que las autolesiones no suicidas cumplan características de una adicción de tipo comportamental (aquella en la que el objeto de la adicción no es una sustancia, sino una conducta que genera placer o alivio y sobre la que se pierde el control).

Pero… ¿se puede ser adicto al dolor?

En este sentido, diversos estudios revisados han llegado a considerar las autolesiones una adicción más, debido a las similitudes que pueden existir entre ambas. En primer lugar, se ha observado que está presente el mecanismo del craving, un deseo anticipado que motiva al adolescente a autolesionarse. Por otro lado, se observa la expectativa de satisfacción, donde el adolescente confía en que la autolesión le calmará el dolor interno que sufre. Estos mecanismos son habituales también en adolescentes que regulan sus emociones con adicciones comportamentales (como, por ejemplo, la adicción a los juegos de azar o a los videojuegos) o a sustancias. De forma general, se observa un patrón disfuncional de regulación emocional y un método para aliviar el malestar psicológico, similar al de otras adicciones.

Otro de los hallazgos de la revisión relaciona la impulsividad con las autolesiones no suicidas. La impulsividad, entendida como la incapacidad para reflexionar ante la toma de decisiones, es un mecanismo habitual que perpetúa las adicciones. En este sentido, se ha observado que la conducta autolesiva no suicida podría tener relación también con mecanismos impulsivos al igual que ocurre en otras adicciones comportamentales y a sustancias.

Sin embargo, a pesar de las posibles similitudes respecto al craving, los sentimientos de alivio o incluso la edad de inicio de estas conductas, las conductas autolesivas no suicidas no están reconocidas como un trastorno mental, ni tampoco como una adicción específica. Las investigaciones revisadas plantean este campo como una línea de investigación de interés para futuros estudios, pero todavía con datos muy preliminares.

¿Qué relación tienen con otras adicciones comportamentales?

Independientemente del debate sobre las características adictivas, las adicciones comportamentales tienen mucha relación con estas conductas autolesivas. En el estudio de revisión, se ha encontrado una fuerte relación entre la adicción al juego, la adicción a los videojuegos y el uso problemático de internet con las autolesiones no suicidas en adolescentes.

Respecto a las características compartidas, la adicción a los videojuegos y el trastorno de juego (apuestas, juego online, etc.), así como el uso problemático de internet, están asociados con la impulsividad también. Además, características como la búsqueda de sensaciones (necesidad de vivir experiencias intensas), la sensibilidad a la recompensa (atracción por lo que produce placer o gratificación rápida) y la deficiencia en el procesamiento de la recompensa (menor capacidad para sentir placer o satisfacción) están presentes en estas adicciones y podría favorecer el desarrollo de conductas autolesivas no suicidas.

También se han encontrado patologías comunes respecto a estas conductas y las adicciones comportamentales. Por ejemplo, el trastorno por déficit de atención e hiperactividad, la ansiedad, la depresión y la ideación suicida son patologías comúnmente asociadas a las adicciones comportamentales y a las conductas autolesivas no suicidas. En concreto, la adicción al juego se asocia con la autolesión en adolescentes más deprimidos, con consumo de sustancias y que fuman. Todos estos datos ponen de manifiesto la relación entre los diferentes tipos de adicciones y las conductas autolesivas no suicidas.

Por otro lado, se ha encontrado que los adolescentes que se autolesionan tienen más probabilidad de reportar problemas de juego, sobre todo cuando los índices de gravedad de la adicción son mayores y cuando el tipo de juego es no estratégico, es decir, tiene más influencia del azar (por ejemplo, ruleta, casino). Además, la autolesión no suicida puede servir como una fuente de alivio del estrés o la presión que sienten jugando o apostando.

Por último, se ha observado que existen otros factores de interés como el sexo biológico o factores familiares. Aquellas mujeres que apuestan en deportes parecen tener mayor prevalencia de autolesiones no suicidas que los varones. También, el hecho de ser hija única podría estar relacionado con un mayor perfil de riesgo, aunque el perfil más grave en la adicción a videojuegos es para los chicos, que incluso con un nivel bajo de uso de videojuegos pueden llegar a llevar a cabo autolesiones no suicidas.

¿Cómo cuidar de nuestros menores?

En primer lugar, los hallazgos de esta revisión sugieren que las autolesiones no suicidas en adolescentes es un tema que requiere de una mayor investigación para poder clarificar la multiplicidad de factores que influyen en el desarrollo de estas dificultades.

Será de interés establecer una clasificación adecuada sobre este concepto y poder distinguir entre las ideas suicidas, los intentos de suicidio y las autolesiones no suicidas, que en ocasiones se tratan de forma indiscriminada en las investigaciones. Además, resulta relevante profundizar en el concepto de adicción y sus comorbilidades, si es posible con estudios longitudinales, que expliquen en profundidad estas asociaciones.

Desde el punto de vista de la prevención, se ha observado que el soporte social puede disminuir tanto la adicción a internet como las autolesiones no suicidas. Sin embargo, debe ser un apoyo social presencial, ya que a pesar de que algunos adolescentes cuentan con una red social en internet, esta no es suficiente para sostenerles cuando sufren.

Aquellos adolescentes con mayores índices de satisfacción vital parecen mostrar menos índices de adicciones comportamentales, así como de autolesiones no suicidas. Por ello, es necesario ofrecer un espacio de seguridad y desarrollo saludable dentro de las familias para que el adolescente pueda tener una infancia feliz y plena.

Además, será muy importante que exista una educación emocional en las familias y en el ámbito educativo. Si un adolescente aprende a conocer su mundo interior, a expresar sus emociones, regularlas y pedir ayuda cuando lo necesite, le estaremos protegiendo de futuros usos patológicos de internet para la búsqueda de alivio y/o de conductas más extremas como las autolesiones no suicidas.

Finalmente, el retraso del acceso a la tecnología en edades tempranas y la inclusión de políticas públicas que regulen el contenido al que acceden los menores es una inversión necesaria y urgente para la protección de la infancia. Lo que pasa en la pantalla trasciende en ocasiones a la vida real y los adolescentes necesitan un faro que les guie y un puerto seguro de refugio para cuando haya un problema.


1 Referencia del artículo publicado: Losaberidze, Magda, et al. «Scars, screens, and stakes: Link between non-suicidal self-injury and problem gambling, problem gaming, and problematic internet use–A systematic review». Journal of Behavioral Addictions (2025). DOI: 10.1556/2006.2025.00079.


La imagen que ilustra este texto pertenece al repositorio de Pexels. La firma cottonbro studio y se puede consultar aquí.