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Ver productosUn diálogo sobre las posibilidades de la fe en una época de secularización
22 de mayo de 2025 - 7min.
Alessandra Gerolin es profesora asociada de Filosofía Moral en la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de Milán.
Charles Taylor es profesor en el departamento de estudios religiosos de la Universidad McGill. Es autor de Fuentes del Yo: La Construcción de la Identidad Moderna.
Rowan Williams ha sido arzobispo de Canterbury. Profesor, poeta y teólogo, es una de las figuras más destacadas del anglicanismo contemporáneo.
Julián Carrón es un teólogo y educador español. Discípulo de Luigi Giussani, fundador de Comunión y Liberación, ha sido uno de los dirigentes de este movimiento.
Avance
En un pequeño volumen de título y subtítulo explícitos (Habitar nuestro tiempo. Vivir sin miedo en la era de la incertidumbre), tres importantes pensadores cristianos dialogan sobre las posibilidades de la fe en una época claramente secular. Coinciden entre sí, y coinciden con otros autores de estos años, en que esta secularización es, antes que una amenaza, una oportunidad para la fe cristiana. El cristianismo, como dice uno de ellos, amando la libertad, solo puede enriquecerse. En esta época de incertidumbre, la búsqueda, el diálogo y el ecumenismo son cuestiones centrales. Hay que encontrar a los otros y aprender de ellos. Por encima de creyentes o no creyentes, hoy cuentan los buscadores de sentido. La búsqueda es sinónimo de apertura y, como dice uno de los autores, el evangelio cristiano es algo que abre el mundo en vez de cerrarlo. Los tres sostienen que la fe es una realidad que nos introduce en un mundo más grande.
El subtítulo de este libro da por hecho que vivimos en la era de la incertidumbre; aunque no se habla en él de Trump, ni de China, ni de aranceles o presupuestos para la defensa. La incertidumbre a que se refiere es la que caracteriza a este tiempo en que la cristiandad ha sido sustituida por la secularización. Es lo que el teólogo Tomáš Halík llama «la tarde del cristianismo» en un libro (así titulado) que guarda más de una semejanza con este y que tendremos que volver a citar.
Empecemos por aclarar los términos. Por cristiandad se entiende el largo periodo en el que todo, en el mundo cristiano, estuvo permeado por la fe. Lo que implicaba «la absurda idea de que éramos una civilización cristiana», en palabras de Charles Taylor, uno de los autores del libro que nos ocupa. Esa idea era absurda porque «el cristianismo también tenía sentido en otra civilización», como mostraron Mateo Ricci y sus compañeros jesuitas que fueron a China a comunicar la fe cristiana, no a llevar la civilización europea. Que todo estuviera permeado por la fe cristiana no le parece a Taylor ni algo erróneo ni criticable en su totalidad (ahí están, entre otros logros y bellezas, Chartres y la Divina Comedia), pero no es una buena manera de ser cristiano porque se mezclan la fidelidad política y la fidelidad a la fe, señala.
Que ese tiempo ha pasado y que hoy vivimos en una era secular no necesita de mayor demostración. La cuestión, para los cristianos, como son los tres autores del libro, es cómo encarar la situación. «Debemos aprender a vivir sin la cristiandad, y pensar en este cambio no como la pérdida de una forma maravillosa de existir, sino como la ganancia de una forma mucho más sana de existir, en la que podamos recuperar el papel central de la libertad», dice Taylor. Que añade: «Tenemos que abandonar la idea de que la modernidad representa para la fe una derrota contra la que tomar represalias».
El teólogo español Julián Carrón, otro de los autores del libro, sostiene por su parte que la secularización nos ofrece una gran oportunidad para comprender mejor la naturaleza misma del cristianismo. La Iglesia, dice, ha recorrido un largo camino para reconocer que no hay otro modo de comunicar la verdad que a través de la libertad. «Creo que el cristianismo, amando la libertad, solo puede enriquecerse», afirma.
Habitar nuestro tiempo es un diálogo entre tres amigos: el prestigioso pensador canadiense Charles Taylor, el exarzobispo de Canterbury Rowan Williams y el teólogo y educador español Julián Carrón, conducido por la profesora de la Universidad Católica de Milán Alessandra Gerolin, editora del volumen. El libro, en el que no faltan declaraciones personales sobre las respectivas trayectorias de los autores, es esencialmente un debate –si bien sin desacuerdos– sobre la oportunidad que representa esta era secular. Los tres coinciden en que es una ocasión privilegiada para recuperar lo genuino de la fe.
Concretamente Charles Taylor plantea una suerte de tercera vía ante la secularización; a la que no ve ni como liberación ni como pérdida, sino como «una nueva y original forma de autocomprensión del ser humano», que «no supone la desaparición de la religiosidad, sino un nuevo contexto en el que algunos creyentes y algunos no creyentes se convierten en “buscadores de sentido”». Estos son «los que tienen la paciencia de “quedarse” en la pregunta sin la prisa de llegar a una “respuesta”». Y su búsqueda es un viaje, a menudo atravesado por la duda y la incertidumbre.
Todo eso está en el candelero de estos tiempos. El citado Tomáš Halík en su muy recomendable La tarde del cristianismo afirma también que ha caído el muro entre creyentes y no creyentes, y habla de la necesidad de «embarcarse en la aventura de la búsqueda». Como en el libro de Halík, en este que nos ocupa búsqueda, diálogo y persecución del ecumenismo son cuestiones centrales. Taylor afirma que ver al otro diferente, entender sus motivaciones, intentar comprenderle, sentir simpatía, establecer una relación con él, le permite avanzar en su propio camino cristiano. Esa paradoja de que personas cuyo camino es muy distinto le ayuden a avanzar en el suyo propio es una situación totalmente nueva «en una época en la que el encuentro con el otro es una de las expresiones más importantes de la fe».
Taylor entiende la vida como viaje y camino, y el ecumenismo como amistad e intercambio con todos los pueblos. «Tener estas amistades, experimentar esta comprensión mutua, establecer estas alianzas, estos vínculos, forma parte de la realización del camino cristiano». Williams, por su parte, considera la amistad uno de los mayores dones de Dios. Taylor añade que el miedo se supera descubriendo el corazón humano, y que ese descubrimiento crea en nosotros una simpatía por tradiciones ajenas. Él, que tiene una confesa vocación política, remacha: «Deseo participar en las batallas de nuestro tiempo. No siento miedo, sino un compromiso renovado».
Por supuesto, en la era secular cobra una especial importancia la cuestión de la laicidad. Para Charles Taylor, hay dos modelos de laicidad, una rígida y otra abierta. «El tipo de laicidad en el que personalmente creo es la neutralidad del Estado, acompañada de la máxima libertad de conciencia para todos los individuos», dice; y añade: «Pretender eliminar la religión de la esfera pública es una postura que va en contra de una dimensión fundamental de nuestra libertad política, la defensa de los derechos humanos».
En el pequeño volumen (apenas pasa de las cien páginas) caben otras cuantas cuestiones. Desde los maestros y personas influyentes que han encontrado los autores en sus años de formación o desempeño profesional (para el español Julián Carrón fue esencial el encuentro con el fundador del movimiento Comunión y Liberación Luigi Giussani), a su visión del cristianismo. Rowan Williams se muestra en contra de verlo como un sistema religioso. Para él, el cristianismo consiste en vivir lo que proclamamos y anunciamos; y la Iglesia, antes que como una institución, la ve como una realidad sacramental y espiritual que nos pone en contacto con la verdad. Ese «vivir lo que proclamamos y anunciamos» coincide de nuevo con el Tomáš Halík que afirma que “sobre la fe de una persona responde más su propia vida que sus pensamientos y sus palabras acerca de Dios” y que “el hombre no expresa su fe en el Creador por lo que piensa sobre la creación del mundo, sino por cómo se comporta con la naturaleza”.
La esperanza en medio de la incertidumbre, la insuficiencia de lo aparente, el propio concepto de habitar, entendido como autoconciencia y horizonte de significado, el cristianismo como auténtico humanismo o la conciencia de nuestra interdependencia son otros asuntos sugeridos o desarrollados en este sugestivo diálogo en el que no falta alguna nota autocrítica. Así, Rowan Williams, que, al constatar que, en el pensamiento laico y escéptico europeo, existe una corriente que opone la plena dignidad del ser humano a la existencia de un Dios tirano y opresor, afirma: «El modo en que los cristianos han hablado de Dios y lo han representado ha hecho a veces, por desgracia, que esta imagen sea cierta».
Finalmente, prevalece el «vivir sin miedo» del subtítulo. «No hay por qué percibir la incertidumbre actual o cualquier otra circunstancia como enemiga. La situación que vivimos es una oportunidad», dice Julián Carrón. Y Charles Taylor: «La era secular es una invitación a crecer en la fe… presenta los elementos de un desafío…, pero veo las circunstancias actuales como una apertura». Y en estas circunstancias, el evangelio cristiano es algo que abre el mundo en vez de cerrarlo (Williams). Los tres, en definitiva, comparten la creencia de que la fe es una realidad que nos introduce en un mundo más grande.