Cesta
Tu cesta está vacía, pero puedes añadir alguna de nuestras revistas o suscripciones.
Ver productosLa evolución del país en los últimos años alarma a analistas de distintas ideologías
15 de abril de 2025 - 6min.
Barbara Walter, catedrática Rohr de Asuntos Internacionales en la Universidad de California en San Diego, es una de las principales expertas mundiales en guerras civiles, violencia política y terrorismo. Asesora activa del Banco Mundial, las Naciones Unidas y los Departamentos de Defensa y Estado de EE. UU, escribe para medios como The Washington Post, The Wall Street Journal y Foreign Affairs.
Avance
¿Puede haber una guerra civil en Estados Unidos? La pregunta puede sonar disparatada, y sin embargo no escasean quienes (y se trata de buenas cabezas) piensan que puede llegar a ocurrir. El prestigioso polígrafo, autor de algunos excelentes guiones cinematográficos, David Mamet escribía en un artículo que su país está inmerso «en una guerra civil prodrómica» (en ciernes) y que estaba en juego nada menos que la democracia constitucional estadounidense. Lo escribía durante la anterior presidencia de Joe Biden, al que acusaba de haber robado las elecciones en que ganó a Trump. Por la misma época, la experta en guerras civiles Barbara F. Walter sostenía en una entrevista que la probabilidad de una guerra civil en Estados Unidos era mayor que veinte años antes, pero por culpa de un Trump que no aceptaba los resultados electorales, y que, caso de volver al poder (lo que ya ha ocurrido) quizá querría mantenerse en él.
La experta lo decía al hilo de la publicación de su libro How Civil Wars Start and How to Stop Them, en el que, aunque trata también de Irak, España, Ucrania o Sri Lanka, se centra en el caso de Estados Unidos. El libro acaba de publicarse en España con el título Cómo empieza una guerra civil y cómo evitar que ocurra (Península).
Una tesis de Barbara Walter es que los países más proclives a una guerra civil no son las autocracias, sino los que están en transición, en cualquier sentido, entre autocracia y democracia; situación, por otra parte, cada vez más frecuente. En todo caso, las guerras civiles que vendrán no se parecerán a las del pasado, empezarán por actos esporádicos de violencia y terror amplificados por las redes sociales.
En su libro, Barbara Walter afirma haber constatado «algo inquietante: las señales de advertencia por inestabilidad que hemos identificado en otros lugares son las mismas que en el transcurso de la pasada década he empezado a detectar en mi propio país, en territorio estadounidense. Por eso observé con tanta desazón los acontecimientos de Lansing [se refiere a una trama de extrema derecha para secuestrar a la gobernadora de Michigan], y también el asalto al Capitolio de la nación en enero de 2021. He visto cómo estalla una guerra civil y sé apreciar señales que a la gente corriente se le pasan por alto. Y ahora percibo la emergencia de esas señales en Estados Unidos, y a una velocidad asombrosa.»
«La guerra civil del siglo XXI presenta unas características que la diferencian de las guerras civiles del pasado –añade Walter–. Ya no hay grandes campos de batalla, ejércitos y tácticas convencionales. En la actualidad, las guerras civiles se libran, sobre todo, entre grupos religiosos y étnicos distintos, y quienes combaten son guerrilleros y paramilitares, que a menudo atacan a civiles. Si se observa con atención, el episodio de Michigan presenta todos esos elementos… Las guerras civiles actuales empiezan con justicieros de esta índole, con paramilitares armados que perpetran actos violentos directamente contra personas. En la actualidad, las milicias son un rasgo definidor de conflictos en todo el mundo. En Siria, los rebeldes contrarios al Gobierno estaban integrados por una mezcolanza de insurgentes y presos liberados que luchaban en paralelo al grupo extremista y violento del Estado Islámico. Incluso la mayor facción rebelde de los primeros tiempos de la guerra en Siria, el Ejército Libre Sirio, era una amalgama de centenares de pequeños grupos dispersos, y no una organización con una dirección central».
Volviendo a Estados Unidos, y en un capítulo significativamente titulado «¿Estamos cerca?», la autora recuerda los acontecimientos de enero de 2021, cuando una multitud de seguidores de Donald Trump tomaron el Capitolio. Aquellos hechos –afirma– la conmocionaron y, a la vez, le resultaron familiares por su experiencia en conflictos civiles. Y basándose en esa experiencia y en el enfoque de la ciencia política, concluía que Estados Unidos se estaba adentrando «en un terreno pantanoso». Precisamente porque cumplía las dos condiciones consideradas por los expertos como de riesgo para una guerra civil: estar en una situación de «anocracia», entre democracia y autocracia, y la división de la población en facciones por motivos étnicos. Para Barbara Walter, la apuesta por el poder de Donald Trump se basa en una apelación identitaria que alienta esa división en facciones por motivos étnicos: denigra a mexicanos, negros y musulmanes y enfatiza los presuntos agravios que sufren los hombres estadounidenses blancos, cristianos y rurales.
Apoyándose en un informe de la CIA, la autora identifica lo que está ocurriendo en su país desde hace ya unos cuantos años con los pasos que –según la propia agencia de inteligencia– marcan la evolución del extremismo, y que van de la fase previa a la insurgencia a la insurgencia manifiesta. Esos pasos son el señalamiento, por parte de un grupo, de agravios comunes y la construcción de una identidad colectiva, el reclutamiento de miembros, algunos de los cuales reciben entrenamiento militar, el acopio de armas y provisiones, las acciones violentas de baja intensidad… Todo eso, afirma Barbara Walter, está ocurriendo en Estados Unidos desde principios de la década de los 90. Y actualmente, «el país es una anocracia dividida en facciones que se aproxima rápidamente a la fase de insurgencia manifiesta, lo cual significa que está más cerca de la guerra civil de lo que ninguno de sus ciudadanos creería. El asalto al Capitolio ha impedido al Gobierno restar importancia a la amenaza que las organizaciones de ultraderecha suponen para Estados Unidos y su democracia. […] De hecho, el asalto al Capitolio podría ser perfectamente el primero de una serie de atentados organizados en una fase de insurgencia manifiesta: se dirigió contra infraestructuras, había planes de asesinar a ciertos políticos e intentos de coordinar las acciones, y, además, implicó a un gran número de milicianos, algunos de ellos con experiencia en combate.»
En un ejercicio de historia-ficción, Walter imagina cómo sería el desencadenante de una guerra civil en su país en un futurible 2028 en que Kamala Harris hubiera ganado las elecciones. No sería una guerra civil como la americana del XIX, con ejércitos regulares, sino con milicias, guerrilla urbana y terrorismo, la estrategia de los débiles. En la entrevista citada más arriba, la autora del libro señalaba a los grupos que iniciarían esos enfrentamientos: «Los grupos que suelen dar inicio a las guerras civiles, especialmente las guerras civiles étnicas o religiosas, son aquellos que fueron políticamente dominantes y están en declive. Ven alta la probabilidad de continuar perdiendo poder en el futuro. Y al haber dominado socialmente, tienen la habilidad de organizar una resistencia. Además, se sienten en gran parte justificados porque creen que el país les pertenece y que es su derecho retomar lo que siempre ha sido suyo».
Esta entrada ha sido elaborada por Ángel Vivas a partir de extractos del libro de Barbara Walter. Más información sobre la obra aquí.
La imagen que encabeza el artículo está tomada en los disturbios en el Capitolio de Estados Unidos el 6 de enero de 2021. La foto es de Tyler Merbler y se puede consultar aquí.