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Ver productosHomenaje a un gran escritor y referente cívico
23 de octubre de 2025 - 5min.
Avance
Vargas Llosa crítico y ensayista. Vargas Llosa, hombre de teatro. Vargas Llosa y sus editores. La segunda y última jornada del encuentro cultural «La literatura es fuego», en homenaje a Mario Vargas Llosa, celebrado en la Universidad Villanueva abarcó todos esos aspectos de la trayectoria del premio Nobel. Por encima de muchas otras consideraciones, quedó la imagen de alguien cálido, generoso, tolerante y sencillo; «una de las personas más sencillas que he conocido», en palabras del periodista y escritor Juan Cruz.
También la de un gran prescriptor literario y un intelectual global. Un escritor que, a fuerza de meter permanentemente el dedo en todas las llagas del presente, se convirtió en referente cívico y conciencia moral y política de su tiempo.
ArtÍculo
La segunda jornada del homenaje a Mario Vargas Llosa, organizado por la Fundación Universidad Villanueva, la revista Letras Libres y la Cátedra Vargas Llosa, se ocupó de varios aspectos: su obra narrativa, ensayística y periodística, su dimensión teatral y la relación con sus editores. Los periodistas de El País José Andrés Rojo y Javier Rodríguez Marcos y el escritor Fernando Iwasaki hablaron del primero de ellos, de una obra, que, como dijo Rodríguez Marcos, ya es en sí un universo entero; o, como apuntó Rojo, «con Vargas Llosa, tocas y hay más y más». Por ejemplo, en sus artículos, «llenos de detalles, de experiencia, de historia vivida». Sus cinco primeros libros de crítica o ensayo literario, siguió diciendo José Andrés Rojo, ya muestran la amplitud de sus intereses: una novela clásica con voluntad de totalidad (Carta de batalla por Tirant lo Blanc), un clásico contemporáneo que es como un compañero de pupitre (García Márquez: Historia de un deicidio), la obra del que puede considerarse inventor de la novela moderna, Flaubert (La orgía perpetua), el mundo indígena americano (La utopía arcaica. José María Arguedas y las ficciones del indigenismo) y los entresijos de cómo se hace una novela (Cartas a un joven novelista). Además de Victor Hugo, Galdós, el eterno conflicto entre Israel y Palestina o la genealogía de su filiación liberal (La llamada de la tribu).
Trabajos que, junto con sus artículos periodísticos, muestra su afán de meter permanentemente el dedo en todas las llagas del presente, así como su condición de referente cívico y conciencia moral y política
Rodríguez Marcos señaló otra faceta de esa amplia obra ensayística: la crítica de la cultura del momento, en La civilización del espectáculo, libro en el que Vargas Llosa se une a los pesimistas, como T. S. Eliot, más de sesenta años antes, que tienden a ver en crisis la cultura de su época o en decadencia respecto a épocas pasadas. La tesis de Vargas Llosa es que la cultura se ve sustituida por el entretenimiento, o se impone una cultura que entretiene y no inquieta.
Rodríguez Marcos destacó también la importancia de la documentación en sus novelas, documentación que podía requerir de largos viajes; así como (algo que destacaron también otros participantes en las jornadas de la Universidad Villanueva) su curiosidad y su generosidad.
Fernando Iwasaki llamó la atención sobre la calidad de novelas y relatos escritos siendo un veinteañero, como Los jefes, La ciudad y los perros, Los cachorros y La casa verde, o la magnífica Conversación en La Catedral, publicada a sus 33 años. Y destacó la condición de Vargas Llosa de gran lector: «No se puede ser crítico literario sin ser un lector apasionado, voraz». Efectivamente, como dijera el propio Vargas Llosa, aprender a leer fue lo más extraordinario que le ocurrió en la vida. Y algunas lecturas de su adolescencia se transparentan en su obra. Así, el carácter obsesivo de Edmundo Dantés es muy parecido al de personajes vargallosianos como Mayta o don Rigoberto. Iwasaki terminó definiendo a Vargas Llosa como el único intelectual global en lengua española y el gran prescriptor literario.
Una faceta menos conocida, pero no menos atractiva y vivida con pasión por el propio Vargas Llosa, es la teatral. No ya como autor, sino como actor. De ella habló la actriz Marta Poveda –que compartió escenario con él en Los cuentos de la peste, adaptación de Vargas Llosa de El Decamerón–, en diálogo con el editor y cineasta Luis Alegre, en funciones prácticamente de entrevistador. «Le hubiera gustado ser actor y consiguió serlo en ese montaje», empezó diciendo Marta Poveda. Ella y Luis Alegre presentaron a un Vargas Llosa humano, cercano, cálido, con sentido del humor, generoso, tolerante, carente de sectarismo y con curiosidad genuina por la gente que trataba («quería saber lo que tú sabías», como dijo Poveda).
Aquella experiencia teatral fue enriquecedora para todos. Los actores pudieron convivir con el autor del texto, algo inusual, sobre todo para los que hacen clásicos; y el autor pudo ver sobre las tablas sus palabras hechas carne.
Las charlas de homenaje a Vargas Llosa se cerraron la tarde del 21 de octubre con un encuentro de editores: Juan Cruz y Pilar Reyes, editores en distintos momentos de Alfaguara, y Gustavo Guerrero, de Gallimard. La francofilia de Vargas Llosa, explicó Gustavo Guerrero, obligaba a sus editores. No solo había que cuidarlo como el autor en español con más lectores en Francia y prácticamente el único que podía ser reconocido por la calle, sino que su perfecto francés exigía cuidar mucho las traducciones. «Mario era muy buen lector de sus libros y había que responder a eso», dijo Guerrero.
Su editor francés explicó también que su inclusión en La Pléiade –en la que uno de los poquísimos autores que han ingresado vivos en esa prestigiosa colección, y uno de los tres latinoamericanos, con Borges y Octavio Paz– le importó a Vargas Llosa más que el Nobel. Pilar Reyes, por su parte, destacó el profundo respeto por el trabajo editorial del autor de Conversación en La Catedral. «Para el –añadió– era fundamental la estabilidad de su editorial y decía que entendía perfectamente lo que significaba la expresión casa editorial». «Era el mismo en público y en privado», concluyó Pilar Reyes.
Juan Cruz, que hizo también funciones de entrevistador de sus colegas, definió a Vargas Llosa como una de las personas más sencillas que ha conocido.