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Ver productosUn experto en nuevas tecnologías de la Universidad de Nueva York propone la instrucción oral y los exámenes en el aula, prácticas educativas que se remontan a la época medieval
20 de octubre de 2025 - 3min.
Clay Shirky. Vicerrector de IA y tecnología en educación de la Universidad de Nueva York. Colabora en The New York Times y la revista Wire.
Avance
Las estrategias para sacar partido a la inteligencia artificial en el aula universitaria no están dando los resultados apetecidos, reconoce Clay Shirky en un artículo publicado en The New York Times. Se trataba de fomentar el uso de la IA que requiere participación activa, por ejemplo, con softwares como ChatGPT para que el estudiante se desafíe a sí mismo o explore nuevas ideas, pero en lugar de eso, muchos delegan en la herramienta para que les resuelva la vida: que les escriba los trabajos y les evite así el esfuerzo de leer, comprender y memorizar. Con el agravante de que las herramientas diseñadas para detectar las trampas de la IA son poco fiables.
Esto ocurre incluso entre los buenos estudiantes, que realmente tienen interés por las asignaturas pero que, debido a su dependencia de la IA, ya casi no hacen el esfuerzo de tratar de entender las lecciones impartidas en el aula.
El aprendizaje supone ejercitar la memoria; y ahora más que nunca es necesario ese esfuerzo en el aula. Para lograrlo, Shirky propone que el estudiante escriba ensayos en clase, sin dispositivos como el ChatGPT, que haga exámenes orales y se someta a otro tipo de evaluaciones para demostrar sus conocimientos en tiempo real. Se trataría de volver, de alguna forma, a prácticas que se remontan a los orígenes de la universidad, en la Europa medieval, cuando la educación se organizaba en torno a las lecciones y exámenes orales. La palabra lección deriva del verbo latino lego (leer), que es lo que hacía el profesor; y el estudiante, escuchar y memorizar. Algunas escuelas medievales disuadían a los estudiantes de escribir lo que escuchaban. Quedan vestigios de ello en los programas de doctorado, en los que el candidato expone su tesis viva voce, en conversación con sus examinadores. De hecho, la tradición de los ejercicios escritos en el aula es relativamente reciente: muchas universidades anglosajonas no los han incorporado hasta el siglo XIX.
No se trata de que los estudiantes no hagan ejercicios escritos, sino de que realicen el trabajo, «no solo una pantomima de trabajo» (dicho coloquialmente, el cortaypega facilitado por los chatbots). Habrá que discernir qué tareas deben ser escritas y cuáles deben ser orales; y, al mismo tiempo, recuperar modelos del pasado, como el diálogo socrático de los docentes con los alumnos y de entre estos entre sí.
El reto no es fácil porque algunos dependen tanto de la IA que trabajar sin ella los desorienta y las nuevas promociones que llegan a los campus procedentes de secundaria casi no conocen otra cosa. «Es como si quisieran que fracasáramos», se quejaba un estudiante ante los exámenes en clase y la restricción de los dispositivos. Por supuesto que los docentes no quieren que aquellos fracasen, alega Shirky, pero tampoco quieren que usen acríticamente la IA, porque así no hay manera de que aprendan.
La aparición de un software de ChatGPT que puede generar cantidades ilimitadas de texto devaluará muchos tipos de escritura, por ejemplo, las del ámbito empresarial. Será la oportunidad de que la escritura universitaria recupere su sentido original, poniendo el énfasis en que «los estudiantes escriban para memorizar cosas», no para generar artefactos prefabricados.
Ninguna de las revoluciones tecnológicas a las que la universidad ha ido adaptándose ha abolido el carácter insustituible de la misma, porque su cometido no es meramente transferir información, sino formar a las personas. Y en este propósito integral se inscriben los ensayos escritos en clase, los exámenes de viva voz, el debate entre docente y estudiantes… prácticas que están llamadas a convivir con las innovaciones de las tecnologías modernas.
El artículo de Clay Shirky publicado en The New York Times, el 27 de julio de 2025, con el título Students hate them. Universities need them. The only real solution to the A. I. cheating crisis. se puede consultar aquí.
Ilustración de cabecera: Detalle de Curso de filosofía en la Universidad de París, (siglo XIV), de autor desconocido. El archivo de Wikimedia Commons se puede consultar aquí.