Stephen Kotkin: «Rusia no es y nunca ha sido un país occidental»

Parte de la élite rusa hasta parece desear una Tercera Guerra Mundial para ganar terreno a las primeras potencias

Expansión rusa entre 1809 y 1945. Licencia de Wikimedia Commons. Se puede consultar aquí: https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Expansion-Russie-et-URSS.png
Expansión rusa. Wikimedia Commons
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Rusia es solo en parte geográfica y culturalmente europea, pero «no es y nunca ha sido un país occidental», afirma el historiador Stephen Kotkin, biógrafo de Iósif Stalin. Ser una estructura occidental implica el desarrollo de un orden constitucional estable con restricciones al poder ejecutivo, un Estado de derecho, la protección de la propiedad privada y de las libertades civiles, una economía libre, abierta y una sociedad igualmente libre y abierta». Japón, al contrario que Rusia, no es un país «culturalmente europeo», pero sí institucionalmente «occidental».

Lo decisivo para Kotkin en este sentido es la gobernanza, no la cultura, la etnia o la religión, de ahí que catalogue a Rusia principalmente como un país del Cercano Oriente y de Oriente Medio, y no solo porque geográficamente Rusia es también Cercano Oriente y Oriente Medio. «Difícilmente se pueden negar las similitudes históricas y contemporáneas entre el régimen político de Rusia y el de un gran número de países de Oriente Cercano y Oriente Medio». Son en esencia «autocracias que flotan sobre el petróleo y el gas, que reprimen los desafíos políticos nacionales y sufren déficits de legitimidad incluso en tiempos de bonanza». Rusia y esos estados a los que alude Kotkin no son solo petroestados. Exhiben características dominantes del patrimonialismo, es decir, la supresión de las diferencias entre intereses estatales y fondos estatales por un lado, e intereses privados del gobernante y de su familia o camarilla por otro. «El Estado se asemeja a un negocio familiar, o a una extensión del hogar del gobernante».

En gran medida como resultado de su recurso histórico a la fuerza, «la influencia de Rusia en Eurasia, en los lugares donde solía gobernar, disminuye». Rusia se aleja no solo de aquellos antiguos satélites y antiguas repúblicas soviéticas que lograron realizar sus sueños de unirse a la OTAN y la Unión Europea. El «Kremlin también ha alienado a Kazajstán, Armenia e incluso Azerbaiyán». Hasta el autócrata en Bielorrusia, que debe a Putin su permanencia en el poder, «sigue desconfiado de la excesiva dependencia de Moscú». El peso de Rusia en la India, sobre la base de «los cálidos lazos de la era de la Guerra Fría y las antiguas ventas de armas, también se ha debilitado». Rusia ha sido un enemigo ancestral y rival de Arabia Saudí y de Turquía. Si los países del Cercano Oriente y del Oriente Medio mantienen relaciones con Rusia, es más que nada por precaución, porque «Rusia es un régimen brutal y acosador a veces envidiado por su inventiva en técnicas autoritarias y en su resolutiva represión». Nadie confía en ella como «socio para la seguridad», como proveedora de inversión extranjera directa o de tecnología avanzada. 

El antioccidentalismo compartido que une a Rusia con China, reforzado por el romance entre Vladímir Putin y Xi Jinping, es veneno para el futuro de Rusia, afirma Kotkin, quien nos invita también a que consideremos «las espeluznantes similitudes» entre Angola y Rusia. Ambas naciones dependen del petróleo y de la exportación de productos básicos y ambas practican la represión interna y la corrupción; en ambas planea China.

Rusia aspira permanentemente a «ser un poder providencial». Desea «alcanzar y superar a las potencias del primer rango», pero no dispone de los medios para lograrlo. Históricamente eso la impulsa a «forzar la modernización del país, produciendo a renglón seguido brotes de estancamiento», lo que desemboca no en «un Estado fuerte, sino en un gobierno personalista y en la confusión de la supervivencia del país con la del régimen del gobernante». Queda por ver si Rusia podrá dejar atrás alguna vez su versión de larga data patrimonialista, de Estado mafioso comunista y poscomunista.

Puede parecer paradójico, subraya Kotkin, que un Estado patrimonialista semejante a los del Cercano Oriente y del Oriente Medio deba estar estrechamente vinculado a Occidente para su éxito, pero históricamente Rusia nunca ha disfrutado de una prosperidad sostenida, ni siquiera en términos relativos, sin profundos lazos económicos con Europa e incluso con los Estados Unidos.

Parte de la élite rusa prefiere imaginar su Estado al margen de Europa y de Asia, como una entidad sui generis, un polo en un «mundo multipolar». Indirectamente, sin embargo, incluso esa élite reconoce los dilemas de tal visión y hasta parece que para llegar a ser un poder de primer orden, Rusia tendría que salir de alguna manera vencedora en una «catastrófica Tercera Guerra Mundial», que cerrara «parte de su brecha con las primeras potencias reales».

Charles de Gaulle soñó con una Europa del Atlántico a los Urales. Willy Brandt inició la Ostpolitik (‘Política para con el Este’). Una y otra vez, sin embargo, los estadounidenses y los europeos descubren que Rusia no quiere convertirse en un país normal, como Francia o Alemania después de la Segunda Guerra Mundial,  subraya Kotkin. Rusia no quiere ser parte de una comunidad de iguales. Hoy, en términos de la UE, eso significaría un país igual a Polonia o Estonia, por ejemplo. La negativa rusa a ser solo otro país es la razón principal del fracaso, tras 1991, tras la caída del Muro de Berlín y del comunismo,  «de hasta los esfuerzos menos torpes para su ‘integración’ en Occidente».

El «hogar europeo común» de que hablaba Mijaíl Gorbachov enfatizaba la cooperación en lugar de la confrontación, pero consistía fundamentalmente en un condominio estadounidense-soviético para Europa, según Kotkin, no algo ampliamente aceptable a ambos lados del Atlántico. Putin (como Stalin) fantasea con desalojar a Estados Unidos de Europa por completo. Cualquiera que sea el futuro del liderazgo ruso, o la disposición de los estadounidenses, franceses y alemanes, el camino de Rusia de regreso a Europa es ahora mucho más difícil que nunca, dada la admisión en la Unión Europea y en la OTAN de países predispuestos a ver en Rusia una amenaza histórica permanente. 

Más información:

Léase el artículo original completo de Stephen Kotkin: «Where is Russia’s place in the world?» https://engelsbergideas.com/essays/where-is-russias-place-in-the-world/

Imagen: Expansión rusa entre 1809 y 1945. Licencia de Wikimedia Commons. Se puede consultar aquí: https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Expansion-Russie-et-URSS.png


Entrada redactada por José Manuel Grau Navarro. Traducciones del inglés: JMGN