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Ya en el avión, Benedicto XVI hizo saber de modo claro su estrategia en este viaje: oración, ética y razón eran los ingredientes principales. «Nosotros -decía- no somos un poder político, sino una fuerza espiritual que puede contribuir al progreso del proceso de paz. Veo tres niveles distintos: como creyentes, estamos convencidos de que la oración es una verdadera fuerza. […] Segundo punto: intentamos ayudar en la formación de las conciencias. […] Y un tercer punto, interpelamos también -¡es exactamente así-! a la razón [para] apoyar las posturas realmente razonables. Esto lo hemos hecho ya, y queremos hacerlo ahora y en el futuro»1. A partir de ese momento el Papa alemán habló de paz, diálogo y respeto, de libertad religiosa, de convivencia entre las tres grandes religiones -islam, judaísmo y cristianismo-; pero también sobre los derechos de la mujer y de los cristianos en países musulmanes, o de igualdad de oportunidades para minusválidos e impedidos físicos. De razón, ética y Dios en definitiva.

JORDANIA Y EL «DIÁLOGO INTERCULTURAL»

En los anteriores viajes papales, la parada en este reino musulmán había sido más fugaz. Con el papa Ratzinger, por el contrario, la relación del cristianismo con el islam estuvo de modo claro y visible en el centro de la primera parte de su viaje. Naturalmente, la impronta general que Benedicto XVI dio desde el comienzo a su viaje fue la de la peregrinación cristiana -iba como «peregrino de paz», repetía-, muy atenta a las raíces hebreas del cristianismo. En consecuencia, el obispo de Roma no dudó en hablar de «diálogo intercultural», en cuyo centro estuvieran la defensa de la razón y la libertad -sobre todo religiosa- de todos los ciudadanos, tal como se vio en los tres primeros días de su viaje a Tierra Santa que dedicó a Jordania.

Allí hablaría por extenso de la razón y de las relaciones con el islam. Esto fue sobre todo en dos momentos: cuando bendijo la primera piedra de una nueva universidad católica en Madaba -para estudiantes en su mayor parte musulmanes- y cuando visitó la mezquita Al-Hussein Bin Talal, de Amman. «La fe en Dios- dijo entonces- no suprime la búsqueda de la verdad; por el contrario, la alienta. San Pablo exhortaba a los primeros cristianos a abrir las propias mentes a todo «lo que es verdadero, noble, justo, a lo que es puro, amable, lo que es digno de honor, lo que es virtud y lo que merece alabanza» (Flp 4,8)»2. Fe y razón han de caminar juntas y mirándose la una a la otra, y continuó reivindicando la razón como patrimonio común de cristianos y musulmanes3.

Pero fue en Amman, al visitar la mezquita Al-Hussein Bin Talal, cuando Benedicto XVI entró más directamente en el núcleo de la cuestión. Quien presentó los saludos de recibimiento al Papa fue el príncipe Ghazi Bin Muhammad Bin Talal, quien a su vez había promovido la Carta abierta «Una palabra común entre nosotros y vosotros», dirigida al Papa y a los líderes de las otras confesiones cristianas. Fue firmada en octubre de 2007 por parte de 138 representantes musulmanes de numerosos países. Esa carta ha sido la consecuencia más importante, en el mundo musulmán, de la apertura al diálogo efectuada por Benedicto XVI con el memorable y polémico discurso en la universidad de Ratisbona el 12 de septiembre de 2006: cinco años y un día después del 11-S neoyorquino. La Carta de los 138 ha dado origen a un foro permanente de diálogo católico-musulmán, cuya primera sesión se celebró en Roma, desde el 4 al 6 de noviembre de 2008. Los firmantes de este segundo texto se elevaron ahora a 2784. El portavoz vaticano hablaba así al respecto de «una crisis superada» en lo que se refiere a las relaciones entre el islam y la Iglesia católica5.

Ahora, en Jordania, el príncipe Ghazi le dirigía al Papa un largo discurso de bienvenida, al cual siguió la intervención de Benedicto XVI. Allí planteó el romano pontífice una difícil e inquietante pregunta: «¿No se da también el caso que muchas veces es la manipulación ideológica de la religión, a veces con fines políticos, el catalizador real de las tensiones y de las divisiones, y no por casualidad también de la violencia en la sociedad?». Ante tal manipulación ideológica de la religión, proponía el obispo de Roma: «Musulmanes y cristianos, […] deben esforzarse hoy para ser conocidos y reconocidos como adoradores de Dios, fieles a la oración, dispuestos a comportarse y vivir según las disposiciones del Todopoderoso»6.

Tras lo cual, Benedicto XVI siguió con un discurso que recordaba al de Ratisbona en escala reducida. «Distinguidos amigos, hoy deseo referirme a una tarea que he tratado en diversas ocasiones […] el desafío de cultivar -para el bien, en el contexto de la fe y de la verdad- el vasto potencial de la razón humana. […] En realidad, cuando la razón humana consiente humildemente en ser purificada por la fe, está lejos de ser debilitada por ésta; más bien es fortalecida para resistir a la presunción de ir más allá de sus propias limitaciones». Razón y fe se libran de las respectivas patologías, y son la mejor garantía para la paz y el respeto de la dignidad y los derechos humanos. Tal vez la solución al problema de la violencia en Oriente Medio no esté tan sólo en la fe, sino también -y tal vez en primer lugar- en la razón.

SHOAH, SHALOM Y YAHVEH

Son tres palabras hebreas que podemos comprender con facilidad: Holocausto, paz y Dios. Las hemos escuchado en innumerables ocasiones. Benedicto XVI visitó el Museo del Holocausto, aunque no quiso pasar del vestíbulo por colgar en su interior un retrato de Pío XII, con una inscripción que le culpa por su presunto silencio por el «exterminio» -así lo llamó el Papa alemán- de millones de judíos. Esta visita recordaba su anterior visita a los campos de concentración de Auschwitz y Birkenau, en mayo de 2006. El papa Ratzinger -«hijo del pueblo alemán», como él mismo se presentó entonces- dio una respuesta que quedará para la historia. «¿Dónde estaba Dios en Auschwitz?», le preguntó un avezado periodista, con conocidas resonancias. «En la cruz», respondió lacónicamente y con profundidad. En esta misma línea, Benedicto XVI firmó también ahora en el libro de honor de Yad Vashem las siguientes palabras: «La misericordia de Dios no se ha agotado»7.

Mientras en Jordania, Benedicto XVI había apelado sobre todo a la razón, aquí en Israel apeló más bien como fundamentos de la paz –shalom!– a la justicia y a la fe común con nuestros «hermanos mayores», como llamó Juan Pablo II a los judíos. El tema central de sus palabras ha sido lógicamente la paz, que ha de fundarse en la justicia y en los valores promovidos por las religiones, y no tanto en las armas, los muros y los chalecos antibalas. Frente a quienes recuerdan la guerra santa y de religiones, y acusan a éstas de fomentar la violencia, el Papa constató que «algunos querrían hacernos creer que nuestras diferencias son necesariamente causa de división y, por tanto, como máximo [las religiones] deben tolerarse». Por el contrario, añadió, estas diferencias «ofrecen una espléndida oportunidad a personas de diferentes religiones para vivir juntos con profundo respeto, estima, aprecio, alentándose recíprocamente en los caminos de Dios»8.

En su discurso en el Yad-Vashem, sede del Museo del Holocausto, se ocupó en primer lugar de los caminos humanos de la paz, si bien pueden confluir con la búsqueda religiosa de ésta. Benedicto XVI la pidió para los judíos, al mismo tiempo que reclamaba un Estado para los palestinos. Pero sobre todo «suplicó» a todas las partes implicadas que busquen una solución justa «para que los dos pueblos [Israel y Palestina] puedan vivir en paz en su patria, con fronteras seguras e internacionalmente reconocidas». El Papa aseguró también que la paz y la seguridad «se construye[n] a través de la justicia»: reconociendo al otro «como a mi igual», «como un hermano, como una hermana». «La justicia da paz, tranquilidad y seguridad para siempre». Si vis pacem, por tanto, para iustitiam, podríamos continuar parafraseando el conocido adagio de Vegencio, esta vez en contra de toda guerra y violencia.

«Suplico a todos los que tienen responsabilidad -seguía el Papa- que exploren todos los caminos posibles para la búsqueda de una solución justa para que los dos pueblos puedan vivir en paz en su patria». Esto implica a todos los hombres y mujeres de buena voluntad, y no solo a los creyentes -judíos, cristianos y musulmanes- en un Dios único. Ningún habitante de esta tierra «desea violencia, inseguridad o divisiones para sus hijos», y aseguró que él mismo «oye el grito» de los que invocan «justicia, paz, respeto para su dignidad». Esta profunda llamada en el interior del ser humano, desde su propio corazón, constituye la garantía más firme para construir esa paz común, sostenía el Papa. El presidente de Israel dijo que están negociando la paz con los palestinos y que espera ésta llegue «en tiempos breves»9.

Mientras  que  en  Jordania  había apelado a la razón, en Israel apeló como  fundamentos  de  la  paz  a  la justicia y a la fe.

Convivencia y comprensión recíprocas era el lema que estaba detrás de las palabras del pontífice. Benedicto XVI volvió a proceder a su modo, dejando de lado las polémicas -por otro lado bastante previsibles- que intentaron plantear algunos medios de comunicación. Quiso ir al núcleo de la cuestión. Si antes había propuesto el «diálogo intercultural», ahora parecía añadir a éste la búsqueda incansable de la paz. Por eso el obispo de Roma la planteó en una clave predominantemente religiosa. El sucesor de Pedro recordó que la paz «es ante todo un don divino» que hay que «buscar con todo el corazón». Luego es un don que hay que pedir a Dios con constancia y perseverancia, al mismo tiempo que se buscan los caminos humanos de la paz. Por tanto, las virtudes exigidas para ese diálogo de paz son convivencia, comprensión, constancia y perseverancia.

Y confianza, también en Dios. En ese mismo discurso, el tema de la seguridad –y para esto acudía a una palabra hebrea- lo desarrolló el papa-teólogo a partir de la palabra bíblica betah, que significa a la vez «seguridad», pero también «confianza»: la una no puede estar sin la otra. La seguridad nace de la confianza, como la paz de la justicia. Además, todo esto iba acompañado de esa irrenunciable búsqueda de Dios de la que había hablado antes. En este caso, en la búsqueda de la paz, vuelven a coincidir fe y razón, valores humanos y religiosos. Precisamente por esta búsqueda común es posible la paz. «Benedicto XVI -comentaba un estudioso de la Biblia- es una de las pocas voces libres que existen en la actualidad. Y por eso va contracorriente. Probablemente no siempre es políticamente correcto, pero siempre es razonable, profundamente humano10». Pero el Papa alemán resulta a la vez profundamente divino y espiritual, al referirse de modo continuo Yahveh: al Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, es decir, al Dios de Jesucristo para los cristianos.

Se refería en fin a las religiones como las grandes constructoras de la paz. En este mismo discurso, el papa-teólogo proponía que alcanzar la paz va unido de modo indisoluble a ese «buscar a Dios», que había sido ya el tema dominante de su memorable discurso de París al mundo de la cultura, que podría ser considerado como uno de los discursos capitales de su pontificado. Quaerere Deum, repetía entonces: hemos de buscar a Dios.11 La paz viene sobre todo de la búsqueda de Dios: si vis pacem -podríamos parafrasear de nuevo el dicho latino-, quaere Deum. Es esta una tarea esencial e inherente a las religiones. «A los líderes religiosos hoy presentes -dijo allí- quiero decirles que la contribución particular de las religiones para la búsqueda de la paz se funda primariamente en la búsqueda apasionada y complaciente de Dios12. Si todos los creyentes de las distintas religiones buscamos y miramos al Dios único, conseguiremos eliminar cualquier tipo de violencia. La búsqueda de Dios da paz y siembra la paz.

NOTAS
1 Respuestas de Benedicto XVI a los periodistas en el vuelo a Jordania, (8.5.2009).
2 S. Magister, La segunda vez de Benedicto XVI en una mezquita, www.chiesa.it (11.5.2009).
3 Cf. P. Blanco, Razón, islam y cristianismo. El debate suscitado por Benedicto XVI, «Scripta Theologica» 41 (2009/1) 199-225.
4 S. Magister, La segunda vez de Benedicto XVI en una mezquita, www.chiesa.it (11.5.2009).
5 Cf. Portavoz vaticano: Benedicto XVI logra dos objetivos en Jordania, «Zenit» (10.5.2009).
6 Discurso en la mezquita Al-Hussein Bin Talal (Ammán, 9.5.2009).
7 Cf. Benedicto XVI reza en Jerusalén por las víctimas del Holocausto, «Diario de Navarra» (12.5.2005).
8 Discurso XVI en Yad Vashem, (Jerusalén, 11.5.2009).
9 Reafirmación de la postura a favor de un Estado para los palestinos, «ABC» (13.5.2009).
10 J.M. García, La gran batalla a favor de la razón, www.cope.es (11.5.2009).
11 S. Magister, El Papa en Israel. Primer día, doble sorpresa, www.chiesa.it (12.5.2009).
12 Discurso XVI en Yad Vashem (Jerusalén, 11.5.2009).