Patrick J. Deneen: «¿Por qué ha fracasado el liberalismo?»

Patrick J. Deneen: “¿Por qué ha fracasado el liberalismo?”
Tiempo de lectura: 5 min.

El liberalismo, difuntos ya el fascismo y el comunismo, es la única ideología que reclama viabilidad.

«El liberalismo ha fracasado porque ha triunfado», defiende Patrick J. Deneen en este ensayo. Así explica la paradoja: en la medida en que el liberalismo se ha convertido más completamente en sí mismo, en la medida en que su lógica interna se ha hecho más evidente y sus contradicciones manifiestas, ha generado patologías que a la vez son deformaciones de sus demandas y realizaciones de la ideología liberal. El liberalismo es una filosofía política concebida hace unos quinientos años y llevada a la práctica con el nacimiento de los Estados Unidos doscientos cincuenta años atrás. Era una apuesta por una sociedad política edificada sobre fundamentos diferentes a los clásicos en la vieja Europa. Concebía a los seres humanos como individuos portadores de derechos que pueden fabricar y perseguir ellos mismos su versión de «vida buena», que merezca la pena ser vivida. Patrick J. Deneen: "¿Por qué ha fracasado el liberalismo?" Patrick Deneen: ¿Por qué ha fracasado el liberalismo? Madrid, Rialp, 2018 Según el liberalismo, las oportunidades para la libertad surgen mejor allí donde hay un gobierno limitado dedicado a “asegurar derechos”, con un sistema de economía de mercado libre que dé especial valor a la iniciativa personal y a la ambición. Su legitimidad política proviene de la creencia en un “contrato social” original, que podían suscribir los que vinieran después, ratificado continuamente por elecciones libres y limpias de sus representantes. Así reinarían un gobierno limitado pero efectivo, el imperio de la ley, la independencia del sistema judicial, funcionarios públicos responsables y elecciones libres y limpias. Sin embargo, subraya Deneen, hoy aproximadamente el setenta por ciento de los estadounidenses creen que su país se mueve en la dirección equivocada, y la mitad del país que los mejores días de los Estados Unidos quedaron atrás. La mayoría piensa que sus hijos no prosperarán tanto como ellos y pocos tendrán mejores oportunidades que las generaciones anteriores. Reina un profundo cinismo hacia la política y hacia los políticos, hacia las elites políticas y hacia las elites económicas. Las elecciones, que antes se veían como la ocasión orquestada para renovar la legitimidad a la democracia liberal, parecen ahora una evidencia más de una sistema apañado. No pocos, razona Deneen, comparan nuestros tiempos con los últimos años del Imperio romano, y proponen una retirada a lo que podrían denominarse «nuevas comunidades benedictinas», como al comienzo de la Edad Media. Los signos de los tiempos apuntan a lo mucho equivocado y que no funciona en la sociedad norteamericana. Ante nuestros ojos se derrumba la República. Cada una de las promesas de los arquitectos y creadores del liberalismo se han hecho añicos. El Estado liberal expande su control a cada uno de los aspectos de la vida mientras que los ciudadanos miran al Gobierno como un poder distante e incontrolable, impotente solo al proyecto de la globalización. Lo anterior son ideas tomadas de la Introducción y del Prefacio de este ensayo, igual que lo que sigue, pero a continuación se resume la tesis que servirá de hilo conductor al resto del libro.

«El liberalismo ha fracasado porque ha triunfado.» (Patrick J. Deneen).

Explicación de una paradoja

En la medida en que el liberalismo se ha convertido más completamente en sí mismo, en la medida en que su lógica interna se ha hecho más evidente y sus contradicciones manifiestas, ha generado patologías que a la vez son deformaciones de sus demandas y realizaciones de la ideología liberal. Una filosofía política que se lanzó para promocionar la equidad, defender la pluralidad cultural y de credos, proteger la dignidad humana y, desde luego, expandir la libertad, en la práctica ha proporcionado desigualdades titánicas, uniformismos, fomentado la degradación material y espiritual y minado la libertad. Su éxito puede ser medido por los logros de lo contrario que creímos que se podría alcanzar. Las ruinas que ha producido son signos de su éxito. Pero apelar a la cura de las enfermedades del liberalismo aplicando más medidas liberales, defiende Deneen, equivale a echar leña al fuego: solamente profundizará nuestra crisis política, social, económica y moral. Estamos siendo testigos de un fallo del sistema debido a la bancarrota de la filosofía política sobre la que se ha construido. Igual que se hundieron los antiguos regímenes debemos preguntarnos si los EE.UU. no están al final de un ciclo natural de corrupción y decadencia, por otra parte lo mismo que acontece con todas las creaciones humanas. El liberalismo es la primera gran ideología política del mundo moderno. Difuntos ya el fascismo y el comunismo, es la única que ha prevalecido, la única ideología que todavía reclama viabilidad. Como ideología, recuerda Deneen, el liberalismo fue la primera arquitectura política que propuso la transformación de todos los aspectos de la vida humana para conformarlos a un plan político preconcebido. Vivimos en una sociedad y cada vez más en un mundo que ha sido esculpido a la imagen de una ideología. Estados Unidos es la primera nación fundada por la explícita aceptación de la filosofía liberal, una nación cuya ciudadanía ha sido moldeada casi enteramente por los compromisos y la visión del liberalismo. Pero al contrario que los regímenes que surgieron con el fascismo y con el marxismo, el liberalismo es una ideología menos visible y solo subrepticiamente forma el mundo a su imagen. Al contrario que sus crueles competidores, el liberalismo es más insidioso: como ideología dice que es neutral. Se congracia por invitación con las libertades fáciles, con las diversiones y con las atracciones de la libertad, el placer y el bienestar. Pero se hace invisible como el sistema operativo de un ordenador… invisible hasta que el ordenador deja de funcionar. Si el liberalismo puede observarse ahora cada día más es precisamente porque su deformación se ha tornado demasiado obvia como para pasar inadvertida.

El fracaso de las ideologías

Las ideologías fracasan por se basan en falsedades sobre la naturaleza humana y se les da la puntilla cuando cuando esas falsedades salen a la superficie y aumenta la brecha lo suficiente entre lo que la ideología reclama y la experiencia vivida. Ante eso o se lucha por llevar a la práctica una mentira o la sociedad colapsa… Colapsa cuando la población ya no confía en el puente que conduce desde la situación actual real a la utopía de la vida terrena prometida. El fin de la historia, el triunfo del liberalismo, no llegó en 1989, cuando cayó el comunismo. La visión del liberalismo parece más hoy una burla que una promesa: en el campo de la política, del gobierno, de la economía, de la educación, de la ciencia y de la tecnología. Los vehículos de la liberación se han convertido en jaulas de hierro de las que somos cautivos.

Conclusión

La ruptura de la familia, de la comunidad, de las instituciones y de las normas religiosas, especialmente entre aquellos que se han beneficiado menos del avance del liberalismo, no ha conducido a los desilusionados del liberalismo a buscar la restauración de aquellas normas. Y es que, como escribió Václav Havel:

«Un sistema mejor no asegurará automáticamente una vida mejor. De hecho, lo contrario es verdad: solamente creando una vida mejor se puede desarrollar un sistema mejor.» (Václav Havel).

Solo una política basada en la experiencia de una polis, de vidas compartidas con un propósito de sentido común, con obligaciones y gratitudes que surgen de penas, esperanzas y alegrías vividas en un tiempo generacional, y con el cultivo de capacidades de confianza y fe, puede reemplazar a una era caracterizada por la desconfianza, el alejamiento, la hostilidad y el odio. El sacrificio y la paciencia no son las características de la edad del individualismo controlado por el Estado. Pero son necesarias y mucho para dar lugar a un tiempo mejor, sin duda muy diferente, tras el liberalismo.

En resumen

Deneen dibuja los fundamentos de la visión del hombre y de la sociedad propia de la filosofía liberal, individualista y estatista a la vez. Estudia los problemas de la democracia liberal, de la crisis de las humanidades, del paradigma tecnocrático y de los retos de una economía injusta. Así establece pautas para buscar una alternativa a la concepción liberalista de la naturaleza humana. Patrick Deneen es profesor de Ciencias Políticas en la Universidad de Notre Dame (Indiana, USA), un reconocido experto en la obra de Alexis de Tocqueville y un convencido defensor de la importancia de las artes liberales en la educación.
Director de «Nueva Revista», doctor en Periodismo (Universidad de Navarra) y licenciado en Ciencias Físicas (Universidad Complutense de Madrid). Ha sido corresponsal de «ABC» y director de Comunicación del Ministerio de Educación y Cultura.