Tiempo de lectura: 3 min. «La burguesía ha desempeñado, en el transcurso de la historia, un papel verdaderamente revolucionario (…) La burguesía no puede existir si no es revolucionando incesantemente los instrumentos de producción, que tanto vale decir el sistema todo de la producción, y con él todo el régimen social» (Marx y Engels, Manifiesto Comunista, 1848). Ese texto, y otro de Contribución a la crítica de la economía política, de Marx, sintetizan admirablemente, en opinión de Gabriel Tortella, autor de Capitalismo y revolución, «el mecanismo del cambio social» en el período que abarca su libro: la Edad Contemporánea, es decir, desde mediados del siglo XVIII hasta nuestros días. Gabriel Tortella: "Capitalismo y revolución". Editorial Gadir, 2017
Gabriel Tortella: «Capitalismo y revolución». Editorial Gadir, 2017
Tortella recuerda que cuando Marx y Engels hablaban de «la burguesía», se referían a lo que hoy llamamos «capitalismo», es decir, al «sistema económico en que una fracción sustancial del capital (conjunto de los «bienes de producción») se halla en manos privadas y una parte importante de las decisiones relativas a la producción de bienes y servicios, de su distribución y su consumo, está también en manos privadas y actuando a través de mercados libres». Hoy, subraya Tortella en la introducción a su ensayo, «el sistema económico predominante no es el capitalismo puro, sino la socialdemocracia Estado de Bienestar, que se caracteriza por una considerable participación del Estado en el sistema económico». Tortella explica cómo se pasó en Europa, y en los principales países capitalistas, del capitalismo «puro», que nació a principios del siglo XIX (tras derribar las revoluciones de los siglos XVII y XVIII a las sociedades feudales englobadas con la expresión Antiguo Régimen), a la socialdemocracia, que, en sus diversas versiones, es el sistema social predominante en nuestros días.

Competencia incesante e innovación técnica

La transición apuntada en el párrafo de arriba ha sido descrita por Joseph Schumpeter en Capitalismo, socialismo y democracia, con el hilo conductor de que la competencia incesante y la continua innovación técnica producen una renovación sostenida en la sociedad, que a su vez provocan periódicamente «grandes perturbaciones cíclicas y ocasionalmente revoluciones políticas». Ciencia, técnica y economía se fertilizan recíprocamente. También el progreso de las ciencias sociales ha contribuido mucho al bienestar de la humanidad, destaca Tortella. Pero la división tripartita de los factores de producción que Marx citaba (tierra, trabajo y capital), y que daba lugar a la división tripartita de las clases sociales (nobles, proletarios y burgueses), «queda ya muy desdibujada en las sociedades postindustriales». Quizá por eso «el nacionalismo, el etnicismo y la xenofobia están sustituyendo a las tradicionales divisiones y enfrentamientos de clase en los países desarrollados». Según Tortella, el espectro de la superpoblación, no el del comunismo, es lo que recorre el mundo en el presente siglo, y las profecías de Marx quedan hoy pálidas ante las de Malthus. Concluye el autor de Capitalismo y revolución que mientras eso no se afronte y el desequilibrio demográfico no reciba la solución adecuada, la tensión y la violencia internacionales y la agresión al equilibrio ecológico nos amenazarán como la espada de Damocles. Además de a Karl Marx, Tortella menciona haber estudiado a fondo para este volumen suyo a otros teóricos de la historia de la economía: Douglas North, Richard Hicks, Walt W. Rostow,  Joseph Schumpeter, Louis Gottschalk, Robert Palmer, Jacques GodechotJohn Maynard Keynes.
Director de «Nueva Revista», doctor en Periodismo (Universidad de Navarra) y licenciado en Ciencias Físicas (Universidad Complutense de Madrid). Ha sido corresponsal de «ABC» y director de Comunicación del Ministerio de Educación y Cultura.