Tiempo de lectura: 4 min.

La complicada situación de Yugoslavia entró a mediados de mayo en uno de los momentos más peligrosos para su proceso, aún incompleto, de democratización.

La rotación en la presidencia colectiva de la Federación ha hecho pasar de la esperanza a una angustiosa incertidumbre a los ciudadanos que participaron en las primeras elecciones pluripartidistas de Croacia y Eslovénia.

Como se sabe, la máxima autoridad en Yugoslavia la ostenta un presidium formado por un representante de cada una de las seis repúblicas federadas (Serbia, Croacia, Eslovénia, Macedónia, Bosnia-Hercegovina y Montenegro) y de las dos regiones autónomas de Serbia (Voivodina y Kosovo). La presidencia va pasando de uno a otro cada año. El relevo se celebra el 15 de mayo y en esta ocasión le tocó al esloveno Janez Árnosek pasar el testigo al serbio Borisav Jovic, identificado con lo que se está empezando a denominar «nacional-comunismo» serbio.

El esloveno Janez Árnosek, que fue presidente hasta el pasado 15 de mayo, dejó hacer en silencio a los comunistas reformadores de Eslovénia y Croacia y bajo su mandato se celebraron las primeras elecciones pluralistas en las dos repúblicas occidentales. Con el serbio Borisav Jovic la actitud cambió diametralmente.

El nuevo presidente del presidium abrió su mandato con un discurso amenazador. Jovic acusó a Croacia de querer provocar una guerra civil y aseguró que sólo el comunismo había sido capaz de mantener la unidad de Yugoslavia. Criticó duramente los proyectos de eslovenos y croatas de renegociar el status de sus repúblicas dentro de la federación yugoslava. El vicepresidente del presidium, el croata Stipe Suvar, a quien le corresponderá tomar el relevo del poder dentro de un año, se desvinculó inmediatamente de las declaraciones de Jovic y aseguró que esas afirmaciones las dijo a título personal y no representan a la presidencia de Yugoslavia.

La actitud de Jovic no se ha quedado en palabras. Los disturbios que se produjeron en la capital croata durante un partido de fútbol entre el equipo local (el Dinamo de Zagreb) y el Estrella Roja de Belgrado, fueron considerados como una cuestión de estado.

La televisión ha repetido hasta la saciedad las imágenes de violencia en el estadio y sus alrededores. Los medios de comunicación oficiales parecen querer caldear el ambiente y difundir una sensación de peligrosidad ante todo lo que se considere nacionalismo entre la población.

Jovic anunció inmediatamente unas misteriosas «medidas especiales» que daría a conocer próximamente, justo cuando al vencedor en las elecciones de Croacia, Franjo Tudjman, le correspondía tomar posesión de la presidencia de la república croata.

Hechos y protestas

Jovic no se ha quedado en palabras y aun antes de dictar y dar a conocer las medidas para defender la integridad de Yugoslavia de las que habló en su discurso, decidió retirar de Croacia y Eslovénia los arsenales de armas que controlan las repúblicas federadas. Una intervención militar es el principal temor ahora, aunque por el momento todo parece indicar que se trata de medidas intimidatorias.

Las protestas de los recién elegidos en Eslovénia y Croacia no se dejaron esperar. Los líderes de la Comunidad Democrática Croata y la coalición DEMOS de Eslovénia hicieron una declaración conjunta poniendo de manifiesto la inconstitucionalidad de las medidas de Belgrado.

El nuevo presidente de Yugoslavia dijo claramente desde el principio que consideraba inaceptable la propuesta de convertir Yugoslavia en una confederación de Estados cuasi independientes. Tanto los líderes eslovenos encabezados por el hasta hace un mes comunista Kuoan, como los croatas encabezados por Tudjman, han dicho claramente que sus repúblicas sólo continuarían en Yugoslavia en el marco de una confederación no centralista.

La preponderancia Serbia

Croatas y eslovenos han demostrado en las urnas que están hartos del monopartidismo comunista y de la preponderancia de Serbia en la federación yugoslava. En las dos repúblicas el mensaje de los vencedores en las elecciones fue el mismo: convertir Yugoslavia en una confederación de Estados sin preeminencia de unos sobre otros o salir de la actual federación, todo ello en un sistema de libertades, pluralismo político y economía libre.

Un ejemplo de lo que puede suponer la preponderancia serbia en toda Yugoslavia lo dan los datos aportados por el periodista Joseph Darski en la revista norteamericana Uncaptive Minds. Según esos datos, en Croacia viven un 11,5 por 100 de serbios, pero son un 30 por 100 en el aparato del partido comunista y un 60 en el aparato policial de la república. De todos es conocido que el Ejército está dirigido por militares serbios y son pocos los jóvenes de otras repúblicas que se deciden por la carrera militar.

En la propia presidencia colectiva o presidium de Yugoslavia, Serbia siempre ha contado con 4 de los 8 votos posibles. Tan sólo necesita ganarse uno más para obtener la mayoría absoluta que se necesita para las decisiones más graves. Tiene asegurado el suyo propio, el de sus dos regiones autónomas (Voivodina y Kosovo) y el de Montenegro.

Crisis y temores

El partido comunista serbio comprende que todo esto desaparecería con la fórmula que piden Croacia y Eslovénia. Para empezar, una democratización de Serbia le haría perder el voto de Kosovo, donde es inevitable el triunfo electoral de los albaneses que son el 90 por 100 de la población, frente a los serbios, menos del 10 por 100.

A pesar de todo, se anunciaron elecciones pluripartidistas en Serbia para antes de que finalice el año, aunque con el límite de la prohibición de los partidos que fueran considerados como demasiado nacionalistas. Pero es que en Serbia, el propio partido comunista, con su líder Slobodan Milosevic, ha encabezado la cruzada nacionalista. El nuevo presidente, Borisav Jovic está considerado como fiel a Milosevic, pero sus posturas están empezado a ser impopulares incluso en su propia tierra. Nadie quiere enfrentamientos. Están demasiado cerca las muertes en las cargas policiales contra los manifestantes del Kosovo como para disipar un temor a que se extienda esa situación a otros territorios. También aquello se denominó estado de excepción.

En Eslovenia y Croacia se considera que sería muy grave anular por la fuerza la voluntad de los electores expresada recientemente en las urnas y los nuevos líderes políticos consideran inaceptables todas las medidas que puedan comprometer los resultados de las elecciones recién celebradas.

Los representantes recién elegidos de la Comunidad Democrática Croata piden calma y afirman que no responderán a la provocación. «Pertenecemos a la Europa cultural, democrática y civilizada», afirmó el secretario general del partido Ivan Bobetko. Ha habido un gran esfuerzo para llegar hasta este punto de una forma pacífica. Ahora ese esfuerzo parece estar amenazado.