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Flynn Cratty es director asociado del Human Flourishing Program de la Universidad de Harvard. Su institución investiga sobre lo que Aristóteles llamaba «vida lograda». Ha participado en las jornadas sobre la Educación del carácter en la universidad, celebradas en Madrid, con la ponencia How Do You Teach a University to Flourish? («¿Cómo se enseña que una universidad prospere?»), que reproducimos a continuación: en vídeo (primero doblado y luego con el sonido original inglés) y transcrita.


[Minuto 0:55] El título de mi ponencia es ¿Cómo se le enseña a una universidad a prosperar? y acompañándolo les muestro una fotografía de esta escultura. En el cartel que se encuentra en el pedestal podemos leer: John Harvard, fundador, 1638. Hay tres mentiras en esta inscripción: la primera es que la Universidad de Harvard no fue fundada en 1638, sino en 1636. La segunda es que John Harvard no fue el fundador de la universidad sino uno de los primeros donantes y de los más importantes. La tercera es que realmente el hombre de la escultura no es John Harvard, ya que no sabemos cómo era físicamente. Esta es más bien una interpretación espiritual de cómo podría ser.

[Minuto 1:29] Me pareció apropiado empezar de esta manera porque he de admitir que mi charla también contiene tres mentiras y quiero confesarlo antes de empezar. La primera es que ustedes son los que deben o pueden enseñar a una universidad a florecer cuando en realidad esta es una tarea demasiado grande para un individuo o incluso para un grupo de personas. La segunda mentira es que es posible enseñar con facilidad lo que es el carácter, el florecimiento e incluso la relación que existe entre ambas. La tercera mentira, y la peor de todas, es que yo tenga la respuesta a esta pregunta cuando no hecho otra cosa que darles unas ideas y respuestas parciales a la misma. Yo estoy también aprendiendo con ustedes, no tengo nada que enseñar.

[Minuto 2:38] En sus inicios, nuestro programa estaba formado por su director, Tyler VanderWeele (profesor de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Harvard), el filósofo Jeff Hanson y un estudiante de posdoctorado. Hoy, cinco años después, contamos con más de doce investigadores a tiempo completo de distintos ámbitos, y tenemos una misión con un carácter doble que no ha cambiado desde sus inicios: el primero es estudiar y promover la prosperidad humana. Este es un objetivo de estudio e investigación, pero también de aplicación. El segundo objetivo de nuestra misión es la interdisciplinaridad intencionada. Como ya he mencionado antes, nuestros investigadores son de disciplinas diferentes. Yo soy historiador, pero otros provienen de las ciencias sociales, psicología, salud pública, etc. Ser interdisciplinar es una parte muy importante de nuestra investigación y también de nuestro alcance.

[Minuto 4:00] En los años cincuenta el científico británico C.P. Snow se percató de que hay dos culturas que se desarrollan en la vida intelectual británica, que no se solapan ni se entienden entre sí: la cultura científica y la de las humanidades. Él era muy crítico con las humanidades, sobre todo de las universidades británicas, y observó que cuando a muchos académicos de la literatura se les preguntaba cuál era la segunda ley de la teoría de la termodinámica nadie le podía contestar.

[Minuto 4:45] En la experiencia de nuestro programa, las ciencias sociales en muchas ocasiones tienen dificultades a la hora de lidiar con la condición humana en toda su complejidad, mientras que las humanidades tienen problemas a la hora de hablar de tendencias contemporáneas y aplicarlas al mundo. Es muy importante combinar las perspectivas de ambas disciplinas. Estas dos culturas no deberían competir entre sí ya que unidas serian capaces de salvarse la una a la otra de cometer errores. En Harvard intentamos crear puentes entre las dos ramas. Animamos a los profesores y a los estudiantes a aprender los unos de los otros.

[Minuto 5:28] ¿Qué queremos decir con florecer? Yo creo que, en su esencia, es lo que las civilizaciones humanas han buscado desde el principio de los tiempos. Podemos utilizar diferentes palabras. En la tradición hebrea de shalom. En la griega, eudaimonia. En términos generales el florecimiento es «fundamentalmente un estado en el cual todo en la vida de una persona, o al menos las cosas más importantes en la vida de un ser humano, funcionan bien».

[Minuto 5:53] El director del programa, Tyler VanderWeele,  propuso una serie de dimensiones a partir de esta definición: «Florecer, independientemente de cómo lo pensemos, requiere por lo menos que nos vaya bien en cinco aspectos de nuestra vida: felicidad y satisfacción vital, salud mental y física, tener un propósito en la vida, carácter y virtud y relaciones sociales cercanas».

[Minuto 6:13] Muchas de esas dimensiones no son controvertidas. Nadie se opone a la salud física o a la felicidad como una dimensión del florecimiento. El elemento en esta definición que causa la mayor objeción es la virtud y el carácter. La mención de la virtud en el mundo de la salud pública (la disciplina de nuestro director), generalmente se interpreta desde el punto de vista religioso. La gente se pregunta si podría llegar a existir una definición concreta de virtud que no se disuelva en la subjetividad. Supongo que no será necesario que convenza a este público que la virtud debe pertenecer a esta lista. ¿Una vida construida sobre la injusticia está floreciendo? ¿Es una vida que queremos imitar? Pues probablemente diremos que no, que nos hace falta esta dimensión de virtud si queremos poder hablar de florecer en su sentido más pleno. Si leemos las tradiciones clásicas sobre la sabiduría; la virtud se percibe como la más importante, quizás como el único elemento que merece la pena de esta lista que acabamos de mencionar.

[Minuto 7:50] Aquí les presento mi visión del florecimiento y que guía mi forma de pensar en muchos aspectos. El salmo 1 es, de alguna forma, la introducción al libro de los Salmos y nos ofrece argumentos sobre por qué deberíamos leer y considerar los salmos en su conjunto: «Bienaventurado el que no anduvo en consejo de malos ni estuvo en camino de pecadores ni en silla de escarnecedores se ha sentado, sino que en la Ley de Jehovah está su delicia y en su ley medita de día y de noche. Será como un árbol plantado junto a corrientes de aguas, que da su fruto en su tiempo y su hoja no cae y todo lo que hace prosperará».

[Minuto 8:33] El Salmo 1 evoca el árbol de la vida que encontramos al comienzo de la Biblia, Génesis 3, y también al final del Nuevo Testamento, en Apocalipsis 22. Es una proyección del florecimiento en todas sus dimensiones. [Minuto 9:25] Lo que más me llama la atención de este texto es cómo ese hombre del Salmo 1 llega a florecer: lo hace a través de la meditación de la Torá, de la ley de Dios, de su cuidadosa consideración de la tradición que imparte sabiduría. Esa reflexión le permite encontrar una vida duradera y compartirla. Este hombre no solo estudia y medita la ley, sino que también se la aplica, y lo que es fundamental, disfruta con ello. Es ese amor a la sabiduría que tantas veces se elogia en la Biblia hebrea y en otras tradiciones, y es en este amor en donde hallamos la virtud.

[Minuto 10:09] Yo soy historiador de formación y he desempeñado diferentes papeles en el Human Flourishing Program de la Universidad de Harvard (Programa de Florecimiento Humano). Uno de los principales supervisar y dirigir nuestro alcance dentro de la comunidad de Harvard. Esto incluye a los estudiantes (sobre todo los de grado), pero también a los profesores, siempre que tengamos oportunidad. Esta es un área en la que hemos comenzado a invertir de forma intensa particularmente en los últimos dos años. Somos algo diferentes del resto de programas. Nos encontramos dentro de las ciencias sociales, pero no somos un departamento académico, es decir, no ofrecemos asignaturas troncales y no contribuimos a la organización de la universidad, sino que tenemos asignaturas en diferentes departamentos académicos. Por todo esto debemos ser cautelosos con los tipos de programas que presentamos y cómo estos contribuyen a nuestra misión dentro del campus. Siempre estamos al acecho de profesores que quieran asociarse con nosotros y compartir nuestra visión, algo que en ocasiones resulta difícil. La Universidad de Harvard cuenta con muchos profesores brillantes y exitosos que suelen estar ocupados con sus propios asuntos y generando sus propios imperios. [Minuto 11:28] Nuestro objetivo a la hora de colaborar con la universidad es el siguiente (se notan ecos del Salmo 1): «El programa de florecimiento humano busca ayudar a los miembros de la comunidad de Harvard a comprometerse con la mejor tradición humana y aprender a vivir vidas llenas de virtud, significado y verdad».

[Minuto 11:49] Deben saber ustedes que no somos un programa sectario. Somos investigadores y el personal de nuestro departamento viene de diferentes entornos y religiones. Aun así, sí es cierto que parte de este compromiso con la tradición requiere pensar profundamente en la religión y considero que esta es una de las formas más importantes en las que contribuimos a la tradición intelectual de Harvard. Es en los textos religiosos donde la especie humana reflexiona de forma más profunda sobre la prosperidad. También queremos contribuir con tradiciones filosóficas, literarias y científicas. Esto incluye algunas muy antiguas como algunas de las que ya han hablado, pero también otras más modernas, como pueden ser las investigaciones más recientes de las ciencias sociales, que son algunos de los puntos de salida de nuestro programa.

[Minuto 12:43] Todo esto suena muy bien pero también hay retos y problemas. Uno de ellos sospecho que será parecido al que tendrán ustedes en sus instituciones. Harvard es un lugar con un gran número de recursos intelectuales, los estudiantes son brillantes, las bibliotecas son gigantes, los profesores son reconocidos a nivel mundial, pero la cultura universitaria no siempre promueve la búsqueda de la sabiduría o de la prosperidad.

[Minuto 13:18] Las universidades americanas, y Harvard no es excepción, son monoculturas intelectuales en donde se castiga al disidente. Se publicó hace un par de días un artículo que muestra que las universidades en Norteamérica hacen que los estudiantes sean absolutistas morales, es decir, menos tolerantes hacia opiniones que no sean como la suya. Este trimestre estoy leyendo con mis alumnos textos que hablan sobre la concordia, la libertad de expresión y el desacuerdo. La semana pasada le pregunté a un grupo de estudiantes si tenían creencias religiosas, políticas o morales que les diesen miedo sacar en público. Todos y cada uno de ellos dijeron que sí y que no era la censura de sus profesores la que les preocupaba, sino la de sus compañeros.

[Minuto 14:43] Este quizás es un problema común para todos aquellos que nos preocupa la cultura intelectual en los campus universitarios, pero creo que igual de importante que esto es el arribismo o ambición de muchos de nuestros estudiantes y profesores. En muchas ocasiones hablando con mis alumnos me he encontrado muchas versiones de esta frase: «Lo que realmente me apasiona es la historia, pero voy a hacer economía». Obviamente, cuando lo alumnos terminan la carrera quieren encontrar un trabajo, pero ¿cuál es el riesgo de que los estudiantes estén tan centrados en estos objetivos vocacionales que no dediquen tiempo a parar y pensar en cuestiones como para qué sirve la educación? Entrar en Harvard requiere una gran inversión, muchos años de preparación y mucha disciplina y cuando por fin consiguen entrar les preocupa mucho no llegar a donde se habían propuesto. Llevo en esta universidad poco más de un año y es realmente complicado reunirse con alumnos ya que sus agendas están permanentemente completas, por tanto, considero que es parte de mi misión que paren, piensen y reflexionen sobre todo lo que están haciendo. Hay grandes razones para trabajar duro en las clases, ser competitivo y exigente con uno mismo, pero si todo esto viene a expensas de la sabiduría creo que todos deberíamos estar de acuerdo en que hay algo que no funciona.

[Minuto 17:00] En relación con esto tenemos otra crisis todavía peor y es el grave problema de la salud mental en los estudiantes universitarios. Uno podría pensar que en Harvard tenemos el entorno perfecto para el florecimiento de las personas: nuestros estudiantes son jóvenes, tienen buena salud, son brillantes, tienen talento, una actitud competitiva y un futuro muy prometedor. Saben que son los futuros líderes del mundo. Me gustaría leerles un extracto de un informe que fue publicado el año pasado en lo referente a la salud mental de los alumnos de Harvard: «Nuestra investigación confirma que nuestros estudiantes tienen cada vez niveles más altos de depresión, ansiedad, soledad y presión».

Además de todo el trabajo que realizan, las actividades extracurriculares no suponen un respiro de sus actividades académicas, sino que son más bien otra fuente de estrés y competitividad. Este mismo problema de la salud mental de los estudiantes se reproduce en todas las universidades de élite en los Estados Unidos. Los servicios psicológicos en estas universidades están siempre desbordados. [Minuto 19:29] Esto se debe a muchas razones, una de ellas es porque no les hemos enseñado a pensar para qué nos estamos educando. ¿Por qué hay que desarrollarse? ¿Cómo hay que desarrollarse como seres humanos? En definitiva, no les hemos introducido en la importancia de perseguir la sabiduría.

[Minuto 20:00] Otro reto pueden ser las debilidades de nuestras herramientas. Como he dicho yo soy un historiador, sobre todo de historia de la religión. Deseo profundamente que la lectura de libros que estén estrechamente ligados al crecimiento en carácter de forma consistente me conduzcan a ese crecimiento. Pero la triste realidad es que los grandes héroes y también los grandes villanos en muchas ocasiones leían los mismos libros y de hecho muchos de los filósofos y poetas que escribieron nuestros libros favoritos no eran precisamente modelos que imitar. Por ejemplo, como lectura de viaje para esta ponencia, escogí a Hemingway, un magnífico escritor, pero no un gran ejemplo de conducta moral en los temas de fidelidad matrimonial o moderación.

[Minuto 21:20] Entonces, ¿cuál es el objetivo de leer estos libros? para responder a esto me gustaría que nos fijásemos en una de las epístolas morales de Séneca, en concreto la número 88, que dice esto con respecto a si el estudio de las artes liberales promueve la virtud: «Hay pensadores que juzgan que deberíamos preguntar a las artes liberales qué hace un hombre bueno […] ¿Nos ofrecen las artes liberales alguna ventaja? Muchas para otros propósitos, pero ninguna para la virtud […]. Entonces, ¿por qué debemos educar a nuestros hijos en las artes liberales? Porque estas artes no dan virtud, pero sí preparan a la mente para aceptar la virtud».

[Minuto 22:40] Lo que está diciendo aquí Séneca es que las artes liberales, el estudio de los grandes textos, nos está dando el vocabulario moral que nos permite razonar de forma ética, reflexionar sobre nuestras vidas, sobre nuestra historia. Es un tipo de estudio que es necesario, pero no es suficiente para el crecimiento en la virtud. Séneca tiene buenas razones para pensar sobre el fracaso de la formación liberal, porque él fue el profesor de Nerón, el famoso emperador que hizo quemar la ciudad de Roma, mató a su madre y le ordenó a Séneca que se suicidase. Así que realmente esta es la peor situación y el ejemplo de que el estudiante no siempre aprende a pesar de nuestros esfuerzos.

[Minuto 23:39] ¿Dónde nos lleva esto? Si volvemos al Salmo 1, recordamos que no solo necesitamos instrucción en la virtud, sino que también es necesario aprender a amar la sabiduría. El amor es algo que aprendemos a partir del ejemplo, se desarrolla dentro de las relaciones. Entonces, si queremos promover la virtud y el florecimiento en nuestros estudiantes necesitamos empezar con la instrucción, por supuesto, pero esto debe estar ligado a la amistad. Sospecho que los científicos sociales me podrían dirigir hacia investigación empírica de calidad sobre este tema. Como historiador, diré que esto es algo parecido a como los grandes profesores de la virtud y el florecimiento del pasado han generado comunidades pequeñas, han vivido juntos y han buscado crecer en virtud junto a sus alumnos. Sócrates, Platón, Jesucristo, San Agustín de Hipona, Lutero, San Ignacio de Loyola… entre otros.

[Minuto 25:23] No obstante, ni la amistad ni la instrucción bastan. La amistad crea las condiciones necesarias de confianza, la posibilidad de corrección y modelación del crecimiento personal también ensancha el corazón hacia la virtud (o por lo menos tiene la capacidad de hacerlo), mientras que la instrucción ofrece los principios y los objetivos. Es necesario mencionar que esto no es exclusivamente una misión de las universidades, ni siquiera es la principal. Todas las instituciones humanas que nos dan forma, nuestras familias, nuestros vecindarios, comunidades religiosas, jefes y colegas de trabajo o incluso equipos deportivos tienen un papel importante dentro de esta tarea. Lo que les he descrito es la filosofía de la participación de los estudiantes con el programa. [Minuto 26:09] Queremos interactuar con los alumnos de estas dos formas y hemos pensado cuidadosamente las actividades y cómo encajan en esta misión, y esto que les presento aquí es una lista parcial del trabajo que llevamos a cabo: investigación publicada, eventos públicos, clases con créditos, grupos pequeños, grupos de lectura y la tutorización individual.

 

[Minuto 26:30] Están organizadas de una forma especial; las primeras tienen un mayor alcance, ya que una publicación exitosa gracias a herramientas como internet puede viajar mucho más lejos que antes. Nuestra investigación gracias a estos instrumentos ha sido publicada en el New York Times, que tiene un alcance potencial de millones de personas. Siendo realistas, muy pocas personas experimentan un cambio profundo por la lectura de un artículo. Las últimas actividades de la lista tienen un alcance menor pero potencialmente un impacto mucho más profundo a nivel individual. Si pensamos en los acontecimientos que nos han influido, pensamos en personas concretas que han sido importantes en nuestra vida […].

[Minuto 27:47] Nuestro personal es pequeño, la realidad es que la mayor parte de este trabajo lo hago solo con la ayuda de otras personas dentro del programa y aliados dentro del campus, pero incluso con esto no podemos abarcarlo todo. Intentamos hacer todo esto de forma simultánea y hay algunas que salen mejor que otras. En términos generales lo que queremos conseguir es que participen el mayor número de personas posibles, empezando desde arriba con las publicaciones e ir haciendo progresivamente una inversión más intensiva a través de las últimas actividades, como pueden ser los grupos de lectura o la mentoría. Somos conscientes de que no todos los profesores o estudiantes de Harvard van a comprometerse con este programa de forma directa o intensa pero probablemente algunos si estén interesados

[Minuto 30:48] Me gustaría terminar hablando sobre las lecciones clave que hemos aprendido. La primera es fundamental y es que deberíamos reconocer las limitaciones que tiene la eficiencia. Todos reconocemos el valor de la escala de forma instintiva, es decir, es mejor llegar a un millón de personas que llegar a diez, pero debemos saber que la eficiencia puede ser peligrosa y contagiosa. Aunque en estos últimos días he tenido grandes conversaciones con mis colegas de la UNIR, sobre la gran cantidad de cosas que se pueden hacer a través de internet para llegar al mundo de una forma más rápida, considero que hay cosas, como, por ejemplo, promover el amor por la virtud o la formación de amistades que resultan complicadas llevar a escala. Por poner un ejemplo más claro, uno realmente no puede ser padre a distancia.

[Minuto 32:14] El carácter se forma sobre todo a través de las relaciones. No exclusivamente (también pueden contribuir ideologías y libros), pero las relaciones son muy importantes. Mientras pensamos en cómo promover el florecimiento y el carácter debemos pensar con mucho cuidado, que cosas se pueden llevar a escala y que cosas no. ¿Cómo podemos convertir estas cosas que se pueden escalar en oportunidades que resulten más humanas, inmediatas, directas y pequeñas? Precisamente porque el carácter se forma en las comunidades, tenemos que ser capaces de darles la bienvenida a aquellas personas que estén buscando lo mismo que nosotros y esperamos que las personas a las que enseñamos y para las que somos mentores a su vez enseñen también todo lo que han aprendido y que estén comprometidos con el crecimiento. Hay un limite de lo que podemos conseguir aun incluso estando completamente inmersos en el programa, pero si somos capaces de crear esas comunidades que refuercen esta búsqueda podremos llegar a multiplicar nuestros resultados. Para esto debemos ser extremadamente cuidadosos a la hora de pesar cómo podemos crear esas comunidades que tenga los mismos objetivos que nosotros.

Hay un profesor en nuestra universidad que escribió un libro sobre la felicidad, y da clase en la escuela de negocios. En sitios como Harvard es difícil conseguir que estudiantes de MBA se unan a este tipo de iniciativas y curiosamente ha tenido muchísimo éxito, hasta el punto de que estudiantes del propio curso dan clases de lo que han aprendido a gente que no ha podido matricularse en él por falta de plazas.

[Minuto 34:25] Si solo los verdaderamente virtuosos, personas que han florecido, pudieran enseñar la virtud y ayudar a otros, no habría esperanza, nadie puede llegar a ese nivel de dominio. Necesitamos personas que estén comprometidas para hacer precisamente lo que estamos haciendo: compartir compromisos e ideales.

[Minuto 35:07] He comenzado mi ponencia con el campus de Harvard y lo quiero terminar de la misma manera. Esta fotografía que les muestro es de una de las entradas al jardín, y en el dintel podemos leer: Entre para crecer en sabiduría. Mi deseo es que esto sea cada vez más cierto, tanto en sus universidades como en la mía. Muchas gracias.


[Traducción: Ana Fernández Míguez.
Edición y subrayados: José Manuel Grau Navarro].

El doctor Flynn Cratty es director asociado del «Human Flourishing Program» de la Universidad de Harvard. Historiador de la Europa moderna temprana, se graduó en la Universidad de Duke (B.A.), en Southern Seminar (M.Div.) y en la Universidad de Yale (M.A., M.Phil. y Ph.D.). Actualmente está trabajando en un libro titulado «The Soul in Paraphrase: Prayer and the Changing Mental Worlds of Early Modern France and England». Antes de llegar a Harvard, Cratty fue becario de investigación postdoctoral de la Fundación John y Daria Barry en el Programa James Madison de la Universidad de Princeton.