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NAZARETH ECHART y CARMELO MOLINA • Usted ha observado la transición polaca a la democracia desde una atalaya privilegiada: el Gazeta, el diario de mayor tirada de su país. Desde su experiencia, ¿cuál es o cuál debe ser el papel de los medios de comunicación en la transición de un régimen totalitario a otro democrático?
eaam001.jpgADAM MICHNIK • Los medios de comunicación pueden actuar según dos modelos de comportamiento en los procesos de transición política. Para el primero de ellos, son los mismos medios de comunicación los que, actuando dentro de los límites del mismo régimen, logran el resquebrajamiento exterior de éste. En los regímenes totalitarios, los mass media constituyen habitualmente un instrumento más de apoyo al régimen. Sin embargo, en un momento crítico de conflicto, pueden transformarse en instrumentos para atacar, desde diversos flancos, al sistema.

En esos periodos, suelen coexistir un ala reformadora y un ala conservadora. Los medios, por su propia naturaleza, favorecen más bien al ala reformadora, al menos en la primera fase del proceso hacia la democracia porque, en el ámbito de un régimen totalitario, la voz de los medios es, a la vez, la voz del poder. La opinión pública del régimen suele aceptar los cambios en los medios de comunicación —lenguaje nuevo, temas nuevos, censura relajada— como una transformación que aún está dentro de los límites del poder. De ese modo, se dice a sí misma: «Se está permitiendo más». Junto a este «está permitido», las voces de otra parte de la opinión pública comienzan a entrar en conflicto con el ala conservadora —reaccionaria— del régimen. Esto es lo que ocurrió en Polonia en 1956, en Checoslovaquia en 1968 y también en la Rusia de Gorbachov, durante el periodo de la Perestroika. Este es, pues, el primer modelo al que me refería.

El segundo modelo es aquél que supone la existencia de una sociedad civil y una opinión pública democrática independiente de las estructuras oficiales. En este segundo caso, el papel de los medios oficiales es menor, porque ya existe un diálogo social dentro de esas estructuras y fuera, por tanto, del alcance de la censura. Así ocurrió en Polonia en 1988 y en Checoslovaquia, donde —la verdad sea dicha— los medios oficiales estuvieron controlados por el régimen hasta el último momento.

N.E. y C.M. • Concretamente en Polonia, ¿cuál fue el papel desempeñado por los medios de comunicación en la transición a un sistema de libertades?
A. M. • En Polonia, los medios no tuvieron un papel relevante, debido a que, hasta la constitución de lA. M.esa Redonda, los periódicos estaban controlados por el régimen. Sí desempeñaron un cierto papel, por el contrario, las publicaciones elitistas de la clase intelectual, como Tygodnik Powszechny, Znak o Wiez, medios que, de todos modos, no fueron tan importantes como hoy lo son los grandes diarios o la televisión, y que, además, hasta el inicio de lA. M.esa Redonda estuvieron bloqueados. Por supuesto, con lA. M.esa Redonda se desbloqueó ese proceso, pero nos encontrábamos ya ante una situación nueva.
En mi opinión, fueron las publicaciones extranjeras y, sobre todo, las emisiones radiofónicas de Free Europe y la BBC, las que desempeñaron un papel ciertamente relevante. Constituían una fuente de información independiente que rebasó los límites de las élites políticas. Estas publicaciones y emisiones radiofónicas, que llegaron a gustar a todo el mundo, lograron romper el bloqueo informativo de la censura oficial.
Si hablamos de los medios de comunicación en nuestra transición, por tanto, hay que reconocer el papel fundamental que desempeñaron los medios radiofónicos desde Occidente.

N.E. y C.M. • La introducción del sistema democrático y la adaptación de las instituciones a las nuevas reglas suelen estar acompañadas de algunos problemas. Como instituciones que indudablemente son, estos problemas también afectan a los medios de comunicación de un país. ¿Cuáles son, desde su punto de vista, los principales problemas a los que se enfrentan hoy los medios de comunicación en Polonia?
A. M. • Quizá los mismos que en cualquier otra parte. El primero y principal es el de la dependencia económica, porque ¿quién va a decidir sobre el contenido: el dueño del medio o la redacción? Un segundo problema importante es la cuestión del pluralismo; en este sentido, cuando no hay un solo propietario, sino muchos, entonces es más fácil hablar de pluralismo. El tercer problema es la capacidad de manipulación que, a través de los medios, tienen las esferas del poder empresarial y financiero, la política o los Servicios Secretos. Se da, en fin, el problema de la carencia de una cierta ética en los medios de comunicación, que nos ayude a determinar qué está permitido a la prensa y qué no.

N.E. y C.M. • Se acaba de referir a la capacidad de influencia que la política posee sobre los medios de comunicación. En las actuales circunstancias polacas, ¿qué intereses políticos confluyen o se observan en los medios?
A. M. • Tanto la coalición dirigente como los partidos políticos de la oposición consideran que los medios deberían ser de facto controlados por ellos, de tal modo que ellos pudieran decidir qué noticias se publican y cuáles no, cómo se comentan algunos sucesos políticos, etc.
Esa tensión entre el mundo de los medios y la clase política es natural y creo que, en definitiva, positiva. Si no existiera, significaría que los medios funcionan mal, porque los medios no son un instrumento en manos del poder político o económico. La prensa constituye, en las democracias actuales, el cuarto poder.

N.E. y C.M. • Vd. fue uno de los principales protagonistas del proceso de transición de un régimen comunista a otro democrático. ¿Considera que la transición democrática polaca ha sido una transición ejemplar?
A. M. • Sí, porque el nuestro fue un camino, un proceso, de compromiso, evolución y reconciliación. La democracia no llegó a PoloniA. M.ediante la revolución, las barricadas o el revanchismo. En este sentido, la transición polacA. M.uestra similitudes con la española, a la que hasta cierto punto imita.

N.E. y C.M. • ¿Cuáles han sido las principales virtudes y defectos de ese camino?
A. M. • Nuestro mérito fundamental ha sido haber rechazado el recurso a la violencia. En nuestro camino hacia la democracia, ha habido lugar para todos: para la gente del antiguo régimen y para los del nuevo. Su principal defecto ha sido que una gran parte de los integrantes de la oposición al antiguo régimen se ha quedado con la impresión de que la transición ha sido injusta, pues muchos de los dirigentes del régimen anterior son los mismos que hoy ocupan importantes puestos económicos o son, incluso, ministros. Mientras, quienes lucharon contra el comunismo continúan siendo pobres y viviendo cierta discriminación. Pero esto, creo, ha sucedido en casi todos los lugares que han vivido una transición política de estas características. Algo similar ocurrió también en España.

N.E. y C.M. • ¿Cabe hablar todavía de un déficit democrático en Polonia? Algunos consideran que la lustracja que se está llevando a cabo actualmente es una auténtica caza de brujas. ¿Es esta «limpieza» política de los antiguos colaboradores del régimen comunista un síntoma de que todavía existen graves carencias democráticas?
A. M. • Sí, puede hablarse sin duda de un déficit democrático. El problemA. M.ás importante de nuestra democracia es la constante presencia de lA. M.entalidad de la Guerra Fría. Hay personas entre nosotros, perfectamente conocidas por todos, que no aceptan el hecho de que los valedores del antiguo régimen funcionen con normalidad, sino que buscan constantemente el modo de discriminarlos con métodos antidemocráticos. A eso se refiere la lustracja y la llamada descomunización. Yo estoy en contra de estos procedimientos. No creo que la lustracja pueda contribuir de manera positiva a la sociedad. Por lo tanto, ése es nuestro problema: la falta de cultura democrática. Como resultado de ello, la democracia polaca subsiste todavía, por decirlo de algún modo, efímeramente.
Un segundo problema es el de la corrupción en la política, los negocios y los medios de comunicación. Y el miedo ante Europa. Una gran parte de nuestro campo y nuestra agricultura son anacrónicos y exigen unA. M.odernización. A esto se oponen frontalmente los sectores más conservadores. Por último, resulta completamente esencial un debate sobre el carácter de la política económica. En Polonia ha perdurado durante más de diez años el clima de la política de Balcerowicz, que fue buena porque tuvo éxito. Sin embargo, ahora surge la cuestión de si es posible seguir con el mismo lenguaje de hace diez años. En la actualidad, los polacos ya no están dispuestos a apretarse el cinturón durante otros diez años más. Hay que poner en marcha otro lenguaje y construir un modelo diferente de política social.

N.E. y C.M. • En febrero de 1990, Vd. afirmaba, en una entrevista para NUEVA REVISTA, que la principal amenaza para la transición polaca residía, en aquel momento, en la cuestión económica, pues el paso de una economía totalitaria a una economía de mercado podría encontrar ciertas trampas en el camino… ¿Ha caído Polonia en alguna de las trampas que Vd. intuía?
A. M. • No, creo que Polonia ha tenido éxito. Somos un país con un crecimiento económico y una democracia estables, que se desarrolla cada vez más. Y eso es un éxito.

N.E. y C.M. • Al recuperar su «dorada libertad», tras la caída del régimen comunista, muchos polacos se sumieron en un profundo desencanto. Lo mismo sucedió en otros países del antiguo telón de acero. ¿Cuál fue el origen de ese sentimiento? ¿Se ha superado?
A. M. • Muchos polacos creyeron que la libertad sería una receta para solucionar todos los problemas, pero la libertad es sólo la receta para la falta de libertad, para terminar con la coacción. Pero la libertad, en sí misma, no es una panacea; no es una receta para la construcción de viviendas, ni para terminar con el paro, ni para solucionar los problemas de la agricultura, ni una receta eficaz contra la actividad de las mafias. En este sentido, la libertad produjo ese desengaño al que ustedes se refieren. Pero, por otra parte, hoy nadie en Polonia permitiría que le arrebataran esa libertad.

N.E. y C.M. • ¿Y será la integración en la Unión Europea esa panacea que remedie todos los males de la Polonia actual?
A. M. • No, entonces habrá otros problemas, similares a los que hoy se dan en España, Portugal, Italia…

N.E. y C.M. • ¿Está ya todo dicho sobre la integración?
A. M. • Ésa es una buena pregunta. La primera fase de la integración en la UE, incluida la integración económica, se acerca a su término. Pero ahora la cuestión—que todos nos formulamos, no sólo yo— es: ¿cuál será el espíritu de esa Europa integrada? ¿En qué consiste el proyecto? En mi opinión, nos hallamos únicamente en el prólogo de un debate sobre la cuestión, sin duda, más importante para Europa.

N.E. y C.M. • En España existe el temor a que la ampliación de la UE hacia los países centroeuropeos repercuta negativamente en nuestros intereses económicos…
A. M. • Seguramente ocurrirá. Va a ser un problema y tienen razón los que piensan de esA. M.anera. Hay que dialogar sobre eso. Deberían realizarse contactos hispano-polacos en los que los especialistas españoles en agricultura conversaran con sus homónimos polacos para señalar las zonas de conflicto y reflexionar sobre posibles soluciones. La ampliación de la UE ha de beneficiar a las economías de todos, también a la española, porque el nuestro es un gran mercado para sus productos. En contrapartida, esos conflictos serán inevitables durante un cierto —breve—periodo de tiempo, puesto que nuestros intereses son diferentes y no hay que fingir que va a ocurrir otra cosa.

N.E. y C.M. • Recientemente, Polonia ha expulsado a nueve diplomáticos rusos acusados de espionaje; ¿en qué situación se encuentran las relaciones ruso-polacas tras el ingreso de Polonia en la OTAN?
A. M. • Las relaciones no son buenas… Están muy frías. Creo que un país como Polonia no debería empeorar sus relaciones con Rusia, ya que no es útil para la estabilidad en el continente europeo. En este sentido, soy de los que opina que los polacos deberíamos velar para que las relaciones con Rusia fueran buenas y estables. Rusia pasa por un momento muy difícil de su propia Historia.

N.E. y C.M. • Es un tópico afirmar que el progreso de Polonia es inversamente proporcional a los males de Rusia…
A. M. • No estoy de acuerdo con esa afirmación. Me parece que no debemos atentar de ningunA. M.anera contra el sentido de dignidad de los rusos. Indudablemente, la expulsión de un día para otro de nueve diplomáticos es algo sin precedentes en las relaciones internacionales.