La autora de Imperiofobia y leyenda negra ha mantenido una larga conversación con NR, de la que aquí ofrecemos un anticipo. Véase el vídeo pinchando en el enlace de arriba.
«Realmente el libro lo escribí porque Ignacio Gómez de Liaño, que es el director de la colección de ensayo mayor de Siruela, me lo pidió», afirma Roca. Esta obra ha sido posible porque la autora estudió Filología Clásica y se dio cuenta de que «existía un fenómeno de propaganda antirromana que se asemejaba mucho a la leyenda negra». Después marchó a los Estados Unidos. Allí decidió abordar «el fenómeno de acoso propagandístico a los poderes hegemónicos, pero no para escribir un libro simplemente, sino porque pensé que si comprendía lo que les estaba ocurriendo delante de mis ojos a los estadounidenses a lo mejor podía comprender lo que les había pasado a los españoles en el siglo XVIII: un proceso de asimilación de la culpa.»
En el siglo XVIII en España se produce un cambio de dinastía. En el clima cultural francés no sobrevive nadie que no contribuya a darle a Francia brillo y esplendor, mientras que en el clima cultural de España no sobrevive nadie que intente achicarle descalabros o darle una imagen favorable.
Hay muchos estudios que niegan el fenómeno de leyenda negra. Otros historiadores se apuntan a que pudo existir pero que ha sido superada. Roca subraya que persiste, y la sintetiza como la tesis de los que creen que «es una realidad histórica absolutamente justificable». España ha tenido una imagen tan negativa que «cualquier cosa mala que se diga de ella Occidente entero está predispuesto a creerla».
En todo esto distingue un doble aspecto: «Una parte de comportamiento suicida» y de otra la «necesidad de comprender bien», a lo que contribuye su ensayo. «En el siglo XVIII en España se produce un cambio de dinastía. En el clima cultural francés no sobrevive nadie que no contribuya a darle a Francia brillo y esplendor, mientras que en el clima cultural de España no sobrevive nadie que intente achicarle descalabros o darle una imagen favorable».
La leyenda negra es un aspecto de la imperiofobia, a la que define como «el rechazo que los poderes hegemónicos en un continente despiertan en poderes locales muy consolidados, que desarrollan contra ellos la guerra de la propaganda, el único tipo de corrosión que pueden desarrollar, puesto que en lo económico, en lo cultural y en lo militar no los pueden derrotar».
La imperiofobia es un «problema universal, que se da en todas las lenguas de nuestro entorno». No es lo mismo que imperialismo. «La palabra ‘imperialismo’ lleva una connotación moral extraordinariamente negativa. Partimos de la idea de que lo que había antes de que el imperio llegara es como una situación edénica, con una serie de pueblos edénicos, autóctonos, y maravillosos que vivían sin contender y sin pelearse entre sí». Pero eso, dice Roca, «es una una estupidez absoluta y para descubrirlo no hay más que observar los hechos».
Aplica el caso a España e Iberoamérica. «¿Qué había en la Península Ibérica antes de que llegaran los romanos? Pues un montón de tribus dispersas matándose entre sí con saña». Es lo que pasaba en América antes de la llegada de los españoles. «No es que llegan los españoles y destruyen el mundo indígena. ¡Pero de qué indígena está usted hablando si cada indígena es suyo de su padre y de su madre. Y no siente ninguna afinidad con el de enfrente, con el que lleva generaciones guerreando!», destaca.
Partimos de la idea de que lo que había antes de que el imperio llegara es como una situación edénica, con una serie de pueblos edénicos, autóctonos y maravillosos: una estupidez absoluta.
Según Roca, «el europeo tiene cierta tendencia a imaginar que el mundo fuera de él es como él se lo imagina, o sea, usted tiene que ser el buen salvaje sí o sí, porque me da a mí la gana que sea usted un salvaje estupendo, guapísimo y pacífico y toca la flauta; pues no». En realidad, «resulta que el salvaje era cada uno como le daba la gana, y no sentían afinidad entre ellos.»
En Occidente, no todo a lo que se llama un imperio debe ser así calificado. «Lo de los británicos fue un fenómeno colonial, y el colonialismo es aproximadamente lo contrario de un imperio. Los imperios avanzan por replicación, absorbiendo territorios e integrándolos, mientras que el colonialismo es un fenómeno que se basa absolutamente en la distinción entre su metrópoli y su colonia. Fue desde el primer momento planteado como una empresa comercial casi con el único objetivo de obtener beneficios. La historia demuestra que las expansiones que se hacen con solo ese propósito no suelen estabilizarse nunca».
El colonialismo es lo contrario de un imperio. Los imperios avanzan por replicación, absorbiendo territorios e integrándolos, mientras que el colonialismo fue planteado desde el primer momento como una empresa comercial.
Roca propone que se profundice en «ese fenómeno extraordinario que yo considero que debería de ser una de las ramas de la historia y que son los imperios. Porque si hay un fenómeno histórico que ha afectado a más humanidad, ese fenómeno es el imperio.» Cada cierto tiempo, en un continente o en otro, «aparece uno de estos gigantescos fenómenos de integración, que son asombrosos y que hemos estudiado poco o nada y mal por culpa de esa imperiofobia que parece que nos tiene que hacer rechazarlos.»