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El tratado sobre desarme convencional en Europa, firmado en París el 19 de noviembre de 1990, ha supuesto la colocación de un pilar fundamental en la nueva arquitectura de seguridad europea. Frente a las negociaciones MBFR que se desarrollaron durante quince años sin ningún resultado, estas conversaciones CFE han tenido una duración inferior a los dos años.

Los representantes de los veintitrés países de la OTAN y del Pacto de Varsovia se reunieron en el palacio de Hofburg y acordaron iniciar el proceso negociador según el mandato establecido, que incluía tres tipos de sistemas: carros de combate, vehículos acorazados y artillería.

Los objetivos de la negociación estaban suficientemente claros: eliminar las disparidades perjudiciales para la estabilidad internacional y la seguridad en Europa, el establecimiento de un equilibrio de fuerzas convencionales a niveles más bajos de los que hasta entonces existían, incrementando así la estabilidad y la seguridad, y la eliminación de la capacidad de lanzar un ataque por sorpresa.

Los tres tipos de sistemas que inicialmente se incluían eran considerados fundamentalmente en el lanzamiento de un ataque por sorpresa, dada su movilidad y capacidad de fuego, asunto sobre el que se había venido discutiendo durante muchos años en la OTAN, en función de la significativa disparidad existente en el frente central. Una diferencia superior a tres a uno en carros de combate y artillería en favor del Pacto de Varsovia y superior de cinco a uno en vehículos acorazados de combate. La doctrina militar soviética, además, había estructurado estas fuerzas para el ataque.

Las reducciones se preveían, en consecuencia, sustancialmcnte asimétricas, teniendo en cuenta, de forma peculiar, el acuerdo INF, donde ya se había plasmado el principio de la asimetría en las destrucciones.

En cuanto a las propuestas, hemos de decir que no fueron muy diferentes las de las dos alianzas. A diferencia de las negociaciones MBFR, no se ceñirían a Europa central, sino que se estableció un marco geográfico más amplio, del Atlántico a los Urales (ATTU). Dentro de este marco, la OTAN propuso establecer cuatro subzonas; el Pacto de Varsovia prefirió inicialmente proponer tres zonas: central, adelantada y de retaguardia. En cada una de estas zonas quedarían establecidos los límites a las categorías de armas que se iban a incluir en la negociación.

Reducción soviética

La Unión Soviética había anunciado el 7 de diciembre de 1988 una reducción unilateral de 50,000 hombres estacionados en Europa del Este y el 7 de marzo, antes del inicio de la negociación, había señalado que su Ejército se reduciría en 500.000 hombres, 10.000 carros de combate y 8.500 piezas de artillería, iniciando una restructuración. En este sentido vieron en las conversaciones CFE un vehículo adecuado para la realización de estos planes.

En mayo se hicieron públicas unas propuestas del presidente George Bush que propugnaban la inclusión en las negociaciones de los aviones de combate, los helicópteros y también las tropas de los Estados Unidos y la Unión Soviética estacionadas fuera de sus fronteras. El 29 de este mes, la OTAN dio el visto bueno a las propuestas del presidente estadounidense, quedando la posición inicial de la OTAN estructurada numéricamente así:

  1. 20.000 carros de combate para cada alianza en el ATTU.
  2. 16.500 piezas de artillería de campaña para cada alianza en el ATTU.
  3. 28,000 vehículos acorazados de combate para cada alianza en el ATTU.
  4. 5-700 aviones de combate para cada alianza en el ATTU.
  5. 1.900 helicópteros de combate para cada alianza en el ATTU.
  6. 275.000 hombres de cada uno de los Ejércitos de los Estados Unidos y la Unión Soviética, fuera de sus fronteras.

La posición inicial del Pacto de Varsovia varió en los siguientes apartados:

  1. 24.000 piezas de artillería para cada alianza en el ATTU.
  2. 1.500 aviones de ataque para cada alianza en el ATTU.
  3. 1.350.000 hombres para cada alianza y 350.000 para los Estados Unidos y la Unión Soviética. fuera de sus fronteras.

Junto a estas cifras se establecieron otras limitaciones, de tal manera que ningún país pudiera tener más allá de un determinado porcentaje de las cifras globales de cada alianza. Esto vino a denominarse la regla de la suficiencia. La OTAN propuso un porcentaje del 30% y el Pacto de Varsovia un porcentaje del 35-40%.

De las posiciones de partida se deducía que la Unión Soviética había de destruir muchos miles de carros de combate, artillería y vehículos acorazados de combate, mientras que las reducciones de los Estados Unidos y de la OTAN en general iban a ser muy inferiores, unos 3.600 carros de combate, 1.200 piezas de artillería, 6.025 vehículos acorazados de combate, 0 aviones y 335 helicópteros.

Aunque las propuestas iniciales no eran muy diferentes, desde el principio de la negociación existieron significativos desacuerdos de detalle, en concreto sobre las definiciones de carro de combate, vehículos acorazados de combate, piezas de artillería. los tipos de aviones a incluir y los helicópteros de combate.

Pero los problemas de mayor entidad se van a presentar a partir de la caída del muro de Berlín y la progresiva liberación de los países del Pacto de Varsovia. El progresivo desmoronamiento de este Pacto con las demandas y expectativas de reducción de las fuerzas de la Unión Soviética destacadas en cuatro de estos países, ponía en cuestión la arquitectura de seguridad que la Unión Soviética había previsto, y pasaba también a primer plano la unificación de Alemania, la presencia de tropas extranjeras en territorio alemán y el número de fuerzas de los dos Estados alemanes.

Estancamiento

De esta forma, tras las nuevas propuestas sobre límites numéricos en los soldados de la Unión Soviética y Estados Unidos, fuera de sus fronteras, realizadas por el presidente George Bush en el discurso sobre el estado de ¡a Unión, inicialmente aceptadas en la conferencia de Ottawa, se llegó a un estancamiento en las negociaciones.

Así, en mayo y junio de 1991, la Unión Soviética trató de introducir un nuevo esquema que reemplazase el sistema de alianzas, y los Estados Unidos, poco convencidos, aceptaron construir una nueva arquitectura de seguridad expandiendo el papel de la CSCE, pero haciéndolo depender de la firma del tratado CFE. En julio, en la cumbre de Londres, la OTAN dio su visto bueno a la institucionalización de la CSCE. Tras esto, la Unión Soviética dio luz verde a la unificación de Alemania, aceptando este país limitar sus tropas a 370.000 hombres en tres o cuatro años. La posposición de la negociación sobre tropas quedó así sentenciada.

De esta forma, en agosto sólo estaba acordado entre el 25 y el 30% del texto, quedando por resolver temas como los límites numéricos de artillería, la definición de la regla de la suficiencia, la definición de las categorías de aviones y helicópteros, así como numerosos detalles técnicos sobre verificación, destrucción e intercambio de información.

El impulso final tuvo lugar en octubre, en la reunión de la CSCE en Nueva York, donde Eduard Shevardnadze y James Baker ataron los cabos más discordantes de la negociación, llegándose a las cifras globales siguientes:

  1. 20.000 carros de combate para cada alianza en el ATTU.
  2. 20.000 piezas de artillería para cada alianza en el ATTU.
  3. 30.000 vehículos acorazados de combate para cada alianza en el ATTU.
  4. 2000 helicópteros de combate para cada alianza en el ATTU.
  5. 6.800 aviones de ataque para cada alianza en el ATTU.

Adjunta s al tratado se incluyen varias declaraciones políticas. Con respecto a los aviones navales permanentemente basados en tierra, uno de los problemas más complicados en la negociación, una declaración permite que cada grupo de Estados mantenga 430 de estos aviones. Otra declaración recoge el compromiso de no incrementar el número de tropas en el área de aplicación hasta la finalización de las negociaciones subsiguientes sobre tropas. Y Alemania declara en otro apartado que reducirá sus fuerzas a 370.000 hombres en tres o cuatro años.

En cuanto a la regla de la suriciencia, queda establecido un límite de 13,300 carros de combate, 13.700 piezas de artillería, 20.000 vehículos acorazados, 1.500 helicópteros y 5.150 aviones. En lo que respecta a los aviones navales permanentemente basados en tierra, el límite se fija en 400.

Los límites establecidos para España son 794 carros de combate, 1.588 vehículos acorazados de combate. 1.310 piezas de artillería, 310 aviones y 71 helicópteros de combate. Considerando que España posee 856 carros de combate, en buena parte obsoletos, 1.310 piezas de artillería y 1.258 vehículos acorazados de combate, las reducciones sólo afectarán a 62 carros de combate, pudiendo incrementar sustancialmente el número de vehículos acorazados de combate. Asimismo, podrá recibir transferencias significativas de carros de combate de los Estados Unidos, comprometiéndose a la destrucción de las cantidades sobrantes. Se calcula que el inventario de carros españoles en los próximos años estará constituido por 300 carros MX modernizados y 500 carros M-60 y A-3, Las transferencias en las otras categorías serán menores. En cuanto a los aviones, España podrá incrementar sus existencias actuales. Y en cuanto a helicópteros, el límite de 71 helicópteros de combate puede parecer significativo si se compara con las existencias actuales de 21; pero 110 si se compara con las de otros países como Italia, que pueden tener el doble, o Francia, que puede tener cinco veces más. ¿Qué fuerza de despliegue rápido se quiere poner a punto con sólo estos helicópteros de combate?

Para concluir diremos que el tratado no ha sido todavía ratificado. La Unión Soviética durante la negociación transfirió numerosos equipos más allá de los Urales para evitar su destrucción, rompiendo así con el espíritu del tratado, y convirtió tres divisiones de infantería motorizada en fuerzas de defensa costera y reasignó otras fuerzas a unidades anfibias para la protección de fuerzas nucleares estratégicas, para evitar así la destrucción de material, al estar este tipo de fuerzas fuera del mandato de la negociación. También se comprobó que la Unión Soviética mantenía fuerzas en determinadas zonas de las que se había informado su retirada o disolución.

Estos puntos dieron lugar a serias controversias en el grupo consultivo conjunto. La OTAN se dio cuenta que con quien había que negociar no era ya con el Ministerio de Asuntos Exteriores de la Unión Soviética, sino con la cúpula militar de este país. A principios de febrero, el secretario del Departamento de Estado de los Estados Unidos, en una audiencia de la Cámara de Representantes, recomendó que no se ratificara el tratado hasta que estos problemas no se resolvieran.

Todo parece indicar que tras un intercambio de cartas entre Gorbachov y el presidente Bush y la entrevista en el Cáucaso de James Baker con el nuevo ministro de Asuntos Exteriores de la Unión Soviética, estos problemas se allanarán, comprometiéndose la Unión Soviética a disolver las tres divisiones de defensa costera, o al menos destruir unas cantidades de equipos similares.