El sentido del cristianismo

«Para renovarse, el cristianismo debe secularizarse y desclericalizarse, volver la vista a los primeros cristianos»

Santiago de Compostela. Foto: © Rafael Domingo Oslé
Santiago de Compostela. Foto: © Rafael Domingo Oslé
Rafael Domingo Oslé

Rafael Domingo Oslé es catedrático de Derecho Romano y titular
de la cátedra Álvaro d’Ors de la Universidad de Navarra.

Avance

El 9 de abril de 2025 verá la luz en La Esfera de los Libros mi ensayo titulado El sentido del cristianismo. En él pretendo ofrecer una reflexión fresca y serena sobre la pertinencia y el significado del mensaje cristiano en la sociedad actual, especialmente en Occidente. Esta se caracteriza por un proceso acelerado de secularización, una crisis de valores generalizada y una creciente polarización ideológica. Mi objetivo principal es fomentar un diálogo abierto y constructivo entre creyentes y no creyentes, buscando puntos de encuentro y colaboración para construir una sociedad más justa, solidaria y comprometida con la búsqueda de sentido y el desarrollo.

La idea de escribir este ensayo surgió en 2023, poco antes de mi regreso a España tras doce años en Estados Unidos. Un influyente abogado neoyorquino me invitó a almorzar. Nuestra conversación tomó un giro inesperado al abordar el futuro del cristianismo. Su perspectiva era pesimista. Preveía una disminución de la importancia de todas las religiones a nivel global, especialmente del cristianismo. Me argumentó que su influencia en la vida pública estaba decayendo y que su pérdida de atractivo era evidente entre las generaciones más jóvenes. Mencionó la baja proporción de creyentes en instituciones científicas influyentes y el declive de la relevancia cristiana en la cultura y la educación de Occidente, contrastándolo con su persistente relevancia en África y América Latina.

Para él, los éxitos pasados del cristianismo, su papel en la configuración de la civilización occidental (universidades y catedrales), habían desembocado desgraciadamente en postulados actuales poco inspiradores para los intelectuales modernos. Consideraba que la Iglesia necesitaba reinventarse o enfrentarse a la irrelevancia en Occidente, y me señaló los escándalos y las enseñanzas anticuadas como factores contribuyentes a este declive.

Su punto de vista me desafió, incitándome a una investigación más profunda sobre el estado actual del cristianismo a nivel mundial. El ensayo analiza sus argumentos, confrontándolos con mi propio análisis del panorama religioso global y, particularmente, el contexto español, para ofrecer una visión más completa y matizada.

ArtÍculo

Las preguntas esenciales que guían mi ensayo son: ¿Puede el cristianismo aportar algo significativo a la construcción de una sociedad más justa y solidaria? ¿Cómo debe responder el cristianismo a los desafíos planteados por el laicismo, el materialismo, y el nihilismo? Y una todavía más personal: ¿Qué sentido tiene ser cristiano en la actualidad?

Rafael Domingo Oslé: «El sentido del cristianismo». La Esfera de los Libros, 2025
Rafael Domingo Oslé: El sentido del cristianismo. La Esfera de los Libros, 2025

Mi respuesta es optimista tanto para quienes profesan la fe cristiana como para aquellos que no lo hacen. El cristianismo sigue teniendo vitalidad; no es, de ninguna manera, como algunos afirman, una causa perdida. Ser cristiano hoy en día, en nuestra agotada sociedad consumista, tiene su valor y es beneficioso para todos, tanto para creyentes como para no creyentes. Si el ser humano del siglo XXI desea reivindicarse, debe considerar seriamente el cristianismo. Para hacerlo, es esencial regresar a la contemplación, a la mística, a la estética y a la liturgia.

Para seguir iluminando nuestro entorno, el cristianismo necesita pasar por un intenso proceso de renovación espiritual, volver a sus raíces, a una constante contemplación de Cristo. Paradójicamente, para renovarse, el cristianismo debe secularizarse y desclericalizarse, volver la vista a los primeros cristianos, a aquellos que vivieron antes de que se estableciera la alianza entre religión y política, altar y trono, en el siglo IV.

El respeto: un principio ético fundamental
A lo largo del ensayo, analizo algunos principios y valores en lo que el cristianismo tiene todavía mucho que decir. No son necesariamente cristianos, sino humanos, pero el cristianismo aporta luces nuevas que sin duda los enriquecen. Comienzo con la noción de respeto, no como una simple convención social, sino como un principio ético espiritual fundamental, inseparablemente ligado al amor.  Respeto es el amor más básico e imprescindible necesario para que una sociedad no se fragmente.

En el ensayo, he analizado distintos enfoques filosóficos y jurídicos sobre el respeto, y recurrido a ejemplos concretos de la vida pública, como el debate sobre el crucifijo en el despacho del presidente de las Cortes Constituyentes de 1977 o el caso Lautsi en el Tribunal Europeo de Derechos Humanos. He subrayado también la compleja relación entre respeto y libertad de expresión. Argumento que un respeto genuino exige una tolerancia amplia, pero que esta no puede llegar hasta el punto de aceptar la incitación al odio o la discriminación. Finalmente, apuesto por una educación en valores para fomentar una cultura del respeto en todos los ámbitos de la sociedad. Dedico una especial atención al concepto del «autorrespeto», como fundamento de una auténtica ética del respeto. Sin una base sólida de respeto a uno mismo, es difícil respetar a los demás.

La tolerancia: un desafío permanente

La historia de la tolerancia en Occidente, desde la época romana hasta la actualidad, es un tema fascinante y contradictorio. Si bien el cristianismo ha conocido momentos de intolerancia, también ha contribuido significativamente al desarrollo de la tolerancia como valor social. En este capítulo, reviso momentos claves de esta historia, desde el Edicto de Tolerancia de Galerio hasta las guerras europeas de religión. También recorro la evolución del concepto de tolerancia y las diferencias entre tolerancia, indiferencia y relativismo moral. Analizo el movimiento woke, con sus contradicciones e incluso excesos, como ejemplo de cómo la intolerancia puede disfrazarse de tolerancia y generar nuevas formas de opresión.

Secularización, trascendencia y diálogo

En el ensayo, abordo el proceso de secularización no como un fenómeno negativo o destructor, sino como un proceso de maduración tanto de la religión como de la sociedad. La secularización constituye una oportunidad para que el cristianismo reconfigure su mensaje y se exprese de forma más relevante para la sociedad contemporánea. Analizo las diferentes interpretaciones de la secularización, desde autores clásicos (Gentili, Grocio) hasta pensadores contemporáneos (Habermas, Ratzinger). Destaco la importancia de distinguir entre una secularización abierta a la trascendencia y una secularización laicista que busca expulsar la religión de la esfera pública. Defiendo la necesidad de un diálogo constructivo entre la fe y la razón, buscando puntos de encuentro y complementariedad en lugar de confrontación.

Concluyo esta parte argumentando que una sociedad que atraviesa un proceso de secularización sin la guía del cristianismo corre el riesgo de caer en un punto muerto, sumergiéndose en el individualismo extremo, la falta de propósito en la existencia y una profunda tristeza existencial. En resumen: en la decadencia. Por lo tanto, mi postura es clara: secularicemos el cristianismo y abramos el proceso de secularización a la trascendencia. Colaboremos entre creyentes y no creyentes, fomentemos el diálogo, y terminemos con los prejuicios ideológicos y la polarización dañina que ha surgido a raíz de la cultura woke.

Una sociedad con un Dios-Amor como realidad fundante

Una sana secularización abierta a la trascendencia no excluye a Dios. Por eso, en este ensayo confronto las tesis del ateísmo moderno con las experiencias místicas de tantas personas a lo largo de los siglos. Argumento que la fe cristiana no se basa únicamente en evidencias racionales, sino en la experiencia personal y la revelación divina. También insisto en la importancia de la fe como elemento fundamental para comprender el pleno significado de la existencia humana y para construir una sociedad más justa y compasiva.

Por último, presento el misterio de la Trinidad (Padre, Hijo y Espíritu Santo) como un modelo paradigmático para la construcción de una sociedad democrática diversa pero unida. La estructura trinitaria –amor, comunión, don– ilumina principios como la dignidad humana, la igualdad, la libertad, la solidaridad, y la subsidiariedad. Analizo la doctrina de la imagen trinitaria de Dios y su importancia en la construcción de una sociedad pluralista, inclusiva, y respetuosa con los derechos de todos los seres humanos. También me detengo en las implicaciones de la doctrina trinitaria en diferentes ámbitos de la vida humana, como la familia, la empresa, y la política.

El perdón: un acto de amor radical y libre

El perdón constituye un tema central en este ensayo, y se analiza desde perspectivas psicológicas, morales, sociales, y políticas, como lo hicieron grandes autores como Fiódor Dostoyevski, Hannah Arendt, y Desmond Tutu. En este capítulo, confronto la perspectiva cristiana, donde el perdón es un don ilimitado, con las visiones secularizadas, que a menudo establecen límites al perdón. Defiendo la necesidad de una justicia restaurativa que priorice la reparación del daño y la reconciliación entre víctimas y perpetradores. También analizo extensamente lo que denomino la multidimensionalidad del perdón (emocional, racional, social, moral, espiritual), y su impacto en la construcción de una cultura de la reconciliación.

Hacia una economía del amor

Presento este capítulo como una llamada a una revolución contra visiones reduccionistas de la pobreza, y abogo por una comprensión integral y holística. El compartir, como acto fundamental del cristianismo, implica un compromiso con la justicia social y la construcción de una sociedad más justa y equitativa. Analizo la complejidad de la relación entre pedir y compartir, en el ámbito personal, social, y económico, y reviso importantes conceptos como el de bien común, la responsabilidad social, y la sostenibilidad. La figura de la Madre Teresa de Calcuta, con su ejemplo de vida dedicada a los más pobres, ilustra este ideal de compartir desinteresadamente, basándose en el amor y la compasión.

Conclusión: cristianismo consciente

Finalizo el libro con un llamamiento a la construcción de una cultura del amor, basada en los valores centrales del cristianismo, una sociedad que acoja la diversidad, promueva el diálogo, y esté abierta a la trascendencia. Para mí, el cristianismo, lejos de ser una amenaza para la sociedad moderna, puede ser una fuente de inspiración para construir un mundo más humano, justo, y solidario. Destaco la importancia de la contemplación como medio para alcanzar la plenitud de la experiencia humana y para conectar con la realidad última de las cosas. Por último, presento la esperanza de un futuro donde el mensaje de amor y justicia pueda transformar profundamente a la sociedad y guiarla hacia una vida más plena y significativa.

Nuestra sociedad puede progresar más rápidamente y encontrar un equilibrio más eficiente, si se vuelve a la vez más secular (y menos clerical) y más trascendente. Debe ser, a la vez, más técnica y más humana, más activa y también más reflexiva. En definitiva, más feliz.

¿Cristianismo en la era secular? Sí, por favor. Pero sin añadidos ni edulcorantes. Tampoco un cristianismo agotado y que se victimiza. Y aún menos un cristianismo diluido, confuso y sin rumbo. Nuestra sociedad secular reclama un cristianismo vibrante, pleno de vida, fresco, audaz y renovador, que merezca el aplauso entusiasta desde la eternidad, del mismísimo Jesucristo.