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La imprevista rapidez con que se ha desmoronado el otrora temido Ejército iraquí está teniendo el efecto de una ducha escocesa entre unas masas árabes hasta hace poco enardecidas por la retórica belicista de Sadam Husein. Bien es cierto que su palabra caía en un terreno previamente abonado por sentimientos anti-occidentales (por pro-israelíes) y por las frustraciones derivadas de la incapacidad de la llamada Nación Árabe para organizar una convivencia ordenada sobre bases de justicia social participación económica y democracia política.

Tras los últimos acontecimientos, que han convertido a la madre de todas las batallas en la madre de todas las retiradas (o en una retirada desmadrada), un incrédulo abatimiento ha sustituido al enardecido revanchismo que Sadam Husein personificaba para el árabe de la calle. Desilusión acompañada de despecho, al comprobar ¡a magnitud del engaño en el que voluntariamente han vivido las masas árabes desde el pasado 2 de agosto. Sólo permanece inalterable el sentimiento de humillación colectiva con que buena parte de los árabes han recibido la intervención occidental en una guerra «originada entre árabes, hecha contra árabes y pagada con dinero árabe».

La organización del futuro debe, pues, partir de esta premisa y del foso de incomprensión que la resaca de este conflicto dejará entre el Norte y e) Sur y que dará lugar a una relación acomplejada, en la que el odio y la xenofobia serán reciprocados con incomprensión y temor, que pueden incluso dar lugar a brotes de racismo. El riesgo es. así. el de un desarrollo paralelo, en ambas riberas del Mediterráneo, de dos mundos que se dan recíprocamente la espalda. Y ello en la medida que las cosas no vayan a peor, con reacciones fanáticas propiciadoras de todo tipo de excesos. Por ahora lo que hay es un rechazo de los modos y modas occidentales en beneficio de un mayor ensimismamiento. Esperemos que sea algo pasajero.

En estas circunstancias es preciso hacer un esfuerzo serio por reorganizar una convivencia sobre bases sólidas y justas, pues sólo así podrá ser duradera, Pero no es fácil:

— En Oriente Medio y la zona del Golfo esto requerirá hacer frente a los múltiples problemas que hay planteados en esta región tan conflictiva.

— En el plano político, la situación en Líbano, el conflicto árabe-israelí y el drama palestino son. junto a las relaciones Irak-Kuwait, los asuntos principales, todos ellos de complicada solución. Una o varias Conferencias Internacionales de Paz serán necesarias para abordarlos debidamente, aunque no haya necesariamente que descartar otros enfoques más posibilistas y graduales, siempre que ninguna opción quede cerrada de antemano. El problema kurdo puede también plantearse en este contexto. En iodo caso, lo esencial será abordar sin demora el caso palestino. Si los árabes han reaccionado en esta crisis como lo han hecho, ha sido en buena medida por el agravio que para ellos supone la ocupación israelí de Cisjordania, Gaza, Golán y Jerusalén Este. Es preciso deshacer su impresión, no infundada, de que las Naciones Unidas le permiten hacer a Israel lo que no le consienten a Irak, y que las Resoluciones 242. 338, 425… y otras muchas no tienen el mismo valor que la 66(1 o la 678. Nuestra actitud ante este problema va a tener una influencia capital en la organización del futuro.

— En el plano de la seguridad, íntimamente vinculado al anterior, será necesario dotar a la región de unos esquemas y de unas garantías para los que habrá que contar con los países de la zona, pero probablemente también con fuerzas extrarregionales. Las Naciones Unidas y algunas grandes potencias (¿Europa?) deberán participar en este esfuerzo, que tendrá que completarse con acuerdos de desarme, de reducción de tropas, de creación de zonas libres de armas de destrucción masiva, etc. El resto del mundo podría también contribuir con un mínimo control de las exportaciones de armas a estas regiones, aunque las últimas noticias de ventas masivas de armas a algunos países de ¡a región casi al mismo tiempo que se producía ta derrota iraquí no auguran nada bueno para el futuro, y aquí no cabe eludir la propia responsabilidad: si en Oriente Medio sobran armas es porque unos las compran y otros las venden. No lo olvidemos. El 95% de las armas que hay hoy en Oriente Medio las han vendido los 5 miembros permanentes del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.

— En el terreno económico, las desigualdades de renta son flagrantes entre los distintos países y también dentro de cada país. Hay que dar mucha importancia a este problema y enfocarlo en el sentido en que lo han hecho los países del CCG y Egipto y Siria cuando se reunieron en El Cairo los días 15 y 16 de febrero de este año.

Otros problemas conexos, como aprovechamiento de aguas, explotación de recursos fronterizos, accesos a ¡as vías de comunicación. vigilancia de ecosistemas. .. deben ser también objeto de atención si se quieren prevenir problemas futuros. El agua, especialmente, se adivina como un recurso particularmente escaso a corto plazo que motivará apetitos contrapuestos.

Si este enfoque puede ser útil en Oriente Medio, no hay que olvidar el Magreb. que constituye la frontera Sur de Europa y donde la crisis del Golfo ha tenido un fuerte impacto emociona!, con repercusiones políticas y económicas que, si varían de país en país, tienen una gravedad común en todos ellos.

La guerra del Golfo se ha vivido con gran intensidad en el Magreb y ha sido aprovechada por los grupos políticos de oposición en cada país al servicio de sus objetivos de política interna. Para ello han contado con un fenómeno relativamente reciente en algunos de estos países, como es la aparición de una opinión pública con la que necesariamente deberán contar los Gobiernos a partir de ahora.

Argelia, Marruecos. Túne2 y. en menor medida, Mauritania y Libia, han pasado por tres fases desde que estalló el conflicto del Golfo:

— En un primer momento todos estos países condenaron la agresión a Kuwait y adoptaron una postura sobre la reacción internacional al respecto que estaba en función de sus intereses y de sus convicciones. En el Magreb hay cinco países y se produjeron cinco reacciones distintas.

— En un segundo momento, asistimos a la influencia de la opinión pública —expresada por medio de multitudinarias manifestaciones en muchos casos— sobre los Gobiernos, que no pueden ser insensibles y tratan de buscar una mayor «armonía» con la presión que les llega de la calle,

— En una tercera fase —la actual—, el momento de ebullición ha pasado, los ánimos se enfrían y se recupera el sentido del propio interés: los Gobiernos de los países magrebíes buscan el mantenimiento de una relación con Occidente —particularmente con Europa, y dentro de Europa con ciertos países—que les resulta esencial por razones políticas, económicas, financieras, comerciales, de transferencia tecnológica, etc.

España no es una gran potencia con asiento permanente en el Consejo de Seguridad (en el momento actual ni siquiera pertenece al Consejo) y sus intereses en Oriente Medio son importantes pero limitados. En cambio, España es una potencia regional apreciable, que constituye además la frontera sur de Europa con el Tercer Mundo, que, en este caso, es árabe e islámico.

La conveniencia de España y de Europa es favorecer en el Magreb el desarrollo económico, de forma que se facilite una paz social que garantice una estabilidad política dinámica en una zona tan próxima a nosotros. Y ello no sólo por razones de solidaridad humana, sino de puro interés estratégico: en el Magreb hay hoy algo más de 60 millones de personas de los 5 que trabajan ya en la CEE. En 20 años habrá 100 millones de magrebíes (mientras la población de Europa se habrá estancado), y 15 millones pretenderán trabajar en la Europa comunitaria. Por no hablar de los riesgos mucho más graves que se derivarían de la instalación en el Magreb de regímenes radicales de cualquier signo.

El objetivo es excesivamente ambicioso para que pueda acometerlo un país solo, a pesar de encomiables esfuerzos en el plano bilateral. Por ello, España procura rebasar este ámbito para, en un segundo nivel, coordinar su cooperación con la que hacen nuestros vecinos de Portugal. Italia y Francia: éste es el origen del llamado Grupo 4 + 5, que vincula a los 4 países del Mediterráneo noroccidental con los 5 países magrebíes y que está ya dando frutos prometedores.

Un tercer nivel de cooperación en este ámbito se produce en un doble marco comunitario: las relaciones CEE-UMA, que España trata de impulsar permanentemente. y la Nueva Política Mediterránea que impulsa con fuerza el comisario Abel Matutes. quien, a fuer de mediterráneo por ibicenco. tiene una especial sensibilidad al respecto.

El último marco de reí tren cía engloba tanto al Magreb como al Machreck: es la iniciativa hispano-italiana de CSCM, que trata de constituirse en una estructura de acompañamiento que —sin pretender sustituir a otros marcos de resolución específica de los conflictos existentes— contribuya a crear unas condiciones de distensión y de confianza que faciliten el planteamiento de esos problemas con vistas a su ulterior tratamiento en los distintos foros competentes en cada caso.

Lo que no se puede hacer es no hacer nada. Y si la tarea parece excesiva, sólo cabe recordar la máxima latina audentes fortuna iuvat. La suerte ayuda a los audaces. El éxito en esta tarea redundará en un espacio mediterráneo más justo, más solidario, más libre y más seguro paca todos. Vale la pena intentarlo. Todos saldremos ganando.