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Barnard Mandeville
La fábula de las abejas o los vicios privados hacen la prosperidad pública
Fondo de Cultura Económica 2a ed., México, 1997

Ferrater Mora tradujo en 1983 un libro importante, perteneciente a una época de interés fundamental en la historia de la llamada Edad Moderna en Europa, que ahora se reedita en la creencia de que es un libro oportuno para los tiempos que corren. En efecto, La fábula de las abejas aparece en ese período de tiempo comprendido entre los últimos años del siglo xvil y los primeros del siglo XVIII, que constituye una época histórica en sí, con todas las características de tal, lejos de ese lugar común que la consideraba como una transición poco definida entre el Racionalismo y la Ilustración. Se trata, sin lugar a dudas, de un eslabón imprescindible en la cadena histórica del hombre europeo moderno.

Mandeville, como hombre de su tiempo, es un heredero del racionalismo, en unos años en que las tesis racionalistas se generalizan y convierten en creencias. Pero estamos ante una nueva etapa, en la que el racionalismo primero y original, que tenía sus raíces en años cargados de tensión teológica, está lleno de espíritu religioso. Por ejemplo, para Descartes, la seguridad en la verdad que gradualmente puede alcanzar la ciencia está cimentada totalmente en la existencia de Dios. Las leyes de la naturaleza son leyes establecidas por Dios. El concepto de naturaleza está en la misma línea.

Pero, para Mandeville y su generación, la secularización de éste y otros conceptos fundamentales es plena, y por consiguiente también su transformación. La Naturaleza es algo inmanente, que se mueve por sí, sin relación con el gobierno divino.

Pero ¿quién es Mandeville? Nacido en Rotterdam en 1670 en el seno de una familia importante, tanto por cuna materna como paterna, estudió Medicina en la Universidad de Leyden y, tras breves años de ejercicio profesional de la Medicina, viaja a Europa. Finalmente llega Inglaterra, en donde decide quedarse ya para el resto de sus días, decisión en la que debió de influir su matrimonio con una inglesa en 1698 ó 1699.

A partir de 1703, empieza a publicar, naturalmente en inglés. Paradójicamente, es a partir de este momento de su vida en que empieza a ganar merecida fama, cuando menos datos tenemos sobre ella, con lo que es difícil confirmar la veracidad sobre el hecho de que llevó una vida escandalosa.

De todos sus escritos, el que le dio la fama fue sin duda La Fábula de ¡as abejas, texto en cuya elaboración definitiva tardó veinticinco años. La tesis definida por el autor, a través de la imagen de la colmena, es que el vicio es el fundamento de la prosperidad y la felicidad nacionales. Mandeville declara virtuosos solo aquellos actos «por los cuales el hombre, contrariando el impulso de la Naturaleza, procuraría el beneficio de los otros o el dominio de sus propias pasiones mediante la racional ambición de ser bueno». De este modo, se combinaba el credo ascético con el credo racionalista, mezcla que se ha solido designar posteriormente con el nombre de «rigorismo».

Hoy, si pensamos que a la época de Mandeville corresponden ya esos caracteres críticos, disolventes, negativos, comprenderemos que, puesto que hemos vivido sus resultados, nos es del mayor interés no perder ocasión de conocer algo más de aquella época para comprender mejor nuestro presente.

Mandeville ha sido tradicionalmente un filósofo polémico, desenvuelto exaltador del vicio para unos y riguroso defensor de la virtud para otros. Precursor de Helvetius, Voltaire, La Mettrie, Rousseau, Montesquieu, Kant para unos, otros le sitúan más cerca de Locke y de los filósofos ingleses de su tiempo. Su obra fue considerada algunas veces solo una original boutade, escrita para hacer reír; otras veces, ha sido planteada como una obra rica de problemas filosóficos, a los cuales se ofrece con sinceridad una respuesta. Algunos calificaron su pensamiento de desesperado pesimismo, otros lo consideraron el fruto de una brillante ironía.

Pero, a pesar de estas discordantes opiniones, es claro que Mandeville ocupa un lugar en la historia de las doctrinas políticas y filosóficas.

Hay que destacar, en primer lugar, su aportación al estudio de los problemas económicos y a la formación de la doctrina del liberalismo económico, que desarrollaría más ampliamente en la segunda mitad del siglo XVIII el pensamiento de A. Smith.

Se ha querido ver también una relación íntima entre la doctrina política de Hobbes y la de Mandeville, que anticiparía así el pensamiento de Helvetius y de Kant; estas arbitrarias relaciones que se han intentado establecer no contribuyen, sin embargo, a mostrar con claridad el pensamiento de Mandeville -ya de por sí agorístico— y, desde luego, no sirven para destacar las más originales. No se debe olvidar, además, que el único pensamiento de Mandeville obtiene su fuerza polémica de la observación de que la virtud y la felicidad, la moral y la economía, son valores prácticamente irreconciliables.

Profesor de Historia del Derecho. Universidad Autónoma de Madrid