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El desarrollo de los medios de comunicación comporta un cambio en el canon. La lengua escrita (y, por tanto, también leída) ya no es la lengua literaria, más cuidada, sujeta a las convenciones retóricas tradicionales. Los hablantes reciben una avalancha de información lingüística desde su nacimiento, sobre todo de lengua oral, a través de la radio y la televisión, pero también de lengua escrita, a través de libros escolares y periódicos. A ello se añade ahora Internet.

A medida que Internet va desplazando a la televisión como ocupación a la que los adolescentes dedican mayor número de horas, a medida que va ocupando más espacios escolares y penetra más en las empresas, su papel lingüístico como soporte de textos crece, y lo hace hasta alcanzar una dimensión que obliga a nuevas actitudes.

No cabe duda de que, para buena parte de los hispanohablantes, palabras como «navegar», «bajar (se)», «descargar», tienen nuevas acepciones; otras palabras son homónimas de otras bien asentadas, como «chatear», que no tiene relación con chato, «vaso de poca altura», sino con el inglés chat, «conversar por Internet». Préstamos crudos, como hardware y software, están perfectamente instalados en la lengua.

INCREMENTAR LA PRESENCIA DE LA LENGUA ESPAÑOLA

La palabra clave para el incremento de la presencia del español en Internet es «contenidos». El uso de una lengua depende del volumen de información que transmita y la información, por su parte, está determinada por su utilidad: se usa porque se necesita. Los campos que exigen unas aplicaciones lingüísticas van desde el más simple, como es el acceso a la información, pasando por la educación y los métodos de enseñanza, hasta el más complejo y de mayor incidencia económica, el de la industria, el comercio y el manejo del dinero a través de la red.

Nuestra reflexión quiere ir más allá del tratamiento de la lengua española en Internet. Nos importan, especialmente, qué tendencias se observan en la relación de Internet y la lengua española. Seguimos con ello nuestra reflexión sobre los mitos y los ritos del español en la telaraña mundial o, por decirlo de otra manera, la lucha en defensa de ciertas verdades y contra algunas mentiras que están condicionando la presencia y participación de la «lengua hispana» en el ciberespacio.

Está claro que cuando hablamos de castellano, español o habla hispana, nos referimos a la misma lengua. Lo que no está tan claro es si se trata de la misma norma.

Los observadores europeos suelen considerar la actitud de los hablantes de español desde la perspectiva del idioma que se habla en España, lo que introduce en sus apreciaciones sobre estos fenómenos un serio elemento discordante. Así, sorprenderse porque los hispanohablantes parezcan haber despertado de pronto con un gran interés por la construcción correcta, por «hablar bien» y usar bien el español en la red, es mucho menos llamativo para quien lee habitualmente en los diarios hispanoamericanos las frecuentes cartas al director o las notas sobre construcciones gramaticales, que para quienes sólo tengan costumbre de apreciar la actitud hasta hace poco más relajada de los hispanohablantes europeos.

Los profesionales de la lingüística han de estar muy atentos ante estos fenómenos de lingüística popular o la creciente participación de los legos en estas discusiones. Para la lengua, como para los dolores de cabeza, todo el mundo tiene recetas. Sin embargo, cuando la causa del dolor es seria, sólo el especialista debe intervenir, los remedios bien intencionados de la tía Etelvina no hacen más que agravar la situación.

Los usuarios suelen hacer hoy planteamientos marcadamente normativos. Se debe, nos parece, más a un interés por la unidad lingüística que a una veneración por la gramática. El patrón unificador que se busca no suele ser la autoridad, sino el uso. Por esa razón, las cuestiones léxicas predominan, sobre todo si tenemos en cuenta que las propiamente gramaticales suelen aparecer en relación con un elemento léxico. Los partidarios del uso siempre tienen enfrente a los defensores de la pureza lingüística, que, sobre todo en América, se designa muchas veces como hablar castizo. El resultado se refleja en las actitudes contrapuestas ante los préstamos, especialmente los del inglés, en la terminología de las telecomunicaciones. Las discusiones gramaticales son, en general, subsidiarias de las léxicas.

Una norma es, sencillamente, una selección que los hablantes hacen entre las posibilidades que les brinda el sistema lingüístico, la lengua. La norma culta, durante siglos, ha sido la más cercana al habla de Madrid; pero esa tendencia se alteró a lo largo de este siglo en favor de una doble norma, la castellana o de Madrid (es obvio que simplificamos muchísimo) y la norma hispánica. Sobre esa norma hispánica se basa el habla hispana.

LA INCIDENCIA DE INTERNET EN EL MUNDO HISPÁNICO

Si, como elemento representativo, tomamos el incremento de los hispanohablantes, estos datos tienen un valor relativo, primero porque no incluyen el volumen de comunicación en español que se genera en Internet y, segundo, porque la pertenencia a los dominios de la red marcados con las indicaciones de los países (como «punto es» para España) no corresponden necesariamente a nódulos situados en esos países. Es decir: a través de los nódulos con dominios que corresponden a países nódulos en Internet de los países hispanohablantes circula información en otras lenguas, al mismo tiempo que circula información en español por otros nódulos no pertenecientes a esos dominios y, para completar la dificultad del análisis exacto, puede que un nódulo tenga el dominio «punto es» y no esté en España. Toda apreciación estadística, por tanto, ha de interpretarse como un mínimo, a veces notablemente separado del máximo.

En la saturación de las estadísticas, tampoco tiene demasiado interés pormenorizar sobre el crecimiento de la red o el de los distribuidores de servicios Internet. Más interesante es la comprobación de que los ordenadores educativos, aunque ya han cedido el primer puesto a los comerciales, siguen teniendo una notable presencia en la red. En cuanto a los proveedores de servicios, su aumento es tan espectacular, que hace imposible todo cálculo. Muchos de ellos tienen vida efímera, pero constituyen una novedad llamativa en los últimos dos años en todos los países hispánicos.

La red no permite centralizaciones ni concentraciones, al contrario, vive en la dispersión. Todo lo que se quiera hacer en el sentido de distribuir la información a grandes masas de usuarios ha de hacerse, necesariamente, mediante servidores multiplicadores del contenido, espejos (mirrors), en un entramado de duplicación progresiva de la información distribuida. Los usuarios deben estar preparados para exigir que se dé esa duplicación de hecho, para asegurarles el acceso a servicios que, en muchos de esos casos, deben ser públicos, puesto que se han financiado con dinero público. Los administradores deben estar también informados de ello.

Es ingenuamente optimista presentar a los consumidores como capaces de acceder a los servicios de Internet, con una variedad de opciones. El crecimiento de las posibilidades de los usuarios es, ciertamente, una de las tendencias de Internet; pero, en estos momentos, la red se infrautiliza, se usa principalmente para intercambiar mensajes electrónicos y para leer el periódico en el ordenador de la oficina, o acceder a ciertos servicios de distintos tipos y calificaciones morales. La mayoría de los usuarios tienen serias dificultades para adjuntar un fichero a una nota electrónica o para mover información por la red por medio de protocolos de transferencia de archivos (ftp). Basta leer los suplementos informáticos y las secciones de consultas del lector de los grandes diarios, en España y en Hispanoamérica, pero también en los Estados Unidos o Alemania, por ejemplo, para percibir esa situación con claridad.

Se tiende a rellenar los huecos que la falta de preparación de los usuarios actuales deja abiertos, algo que sería conveniente encauzar con una política educativa adecuada. Del crecimiento del uso de la red para banca y comercio electrónicos y para distribución de programas de entretenimiento ya se encargan las compañías comerciales correspondientes, que se preocupan cada vez más porque el usuario acceda con interfaces muy cómodas, que no exijan ningún aprendizaje. Esta evolución, que ha favorecido decisivamente a las industrias del idioma, como venimos diciendo desde hace años 1, tiene que repercutir, más de lo que lo hace actualmente, en la formación universitaria, porque es una fuente de trabajo que puede paliar los niveles de paro de los licenciados en el campo tradicional de las letras. La edición electrónica debe ser materia que se incluya en los programas de estas carreras.

Los estudios lingüísticos necesarios para mantener el potencial económico del mercado actual requieren un fuerte componente computacional, un terreno en el que los planes de estudio avanzan en toda Hispanoamérica (España incluida) con mucha lentitud. La flexibilidad progresiva del mercado de trabajo tiene que imponer una flexibilidad progresiva de los programas de educación superior. De lo contrario, serán estudiantes de otros países los que ocupen esos puestos de trabajo, como son mayoría las empresas de países no hispanohablantes las que se benefician del mercado de habla hispana. Ésta es una reforma urgente.

Aunque la mayor parte de las transmisiones de la red fueran en inglés (y lo son en términos relativos), la red es capaz del más amplio multilingüismo y se abre por tanto a los contenidos que las características de la cultura hispánica, con su fondo humanista, pueden proporcionarle. En ese entorno cultural, el peso de España entre las naciones hispanas es muy fuerte. La contribución al establecimiento de rasgos culturales hispanos en Internet es, por ello, una de las contribuciones de los españoles al desarrollo del mundo hispánico.

CONCLUSIÓN

Internet es una realidad que se ha impuesto. El eje económico ha dado paso a un nuevo tipo de sociedad, la del conocimiento. La presencia en ella de las lenguas es esencial para su supervivencia y para el mantenimiento de las maneras de representar la realidad que cada una supone. No se puede dejar al azar, sino realizar un esfuerzo que exige planificación, cooperación y, en el mundo hispánico, también generosidad, para que todos lleguemos juntos, porque todos nos necesitamos. 

N O T A S

1· Recogimos lo anterior a 1994 en Informática y Humanidades, Madrid, Gredos, 1994. A partir de entonces, pueden añadirse, hasta 1996, los datos recogidos en El comentario filológico con apoyo informático, Madrid, Síntesis, 1996; «»Hablo sin faltas de ortografía»: las peculiaridades lingüísticas hispanoamericanas», Amado Alonso. Español de dos mundos. Insula, 599, 1996, Noviembre, pp. 14-15; «El idioma español ante el reto de las redes globales», II Congreso Nacional de Usuarios de Internet e Infovía, Madrid: Asociación de Usuarios de Internet, 1997, 1, pp. 455-463; «Edición crítica electrónica» en José Romera Castillo, Francisco Gutiérrez Carbajo y Mario García-Page (eds.) Literatura y Multimedia, Actas del VI Seminario Internacional del Instituto de Semiótica Literaria, Teatral y Nuevas Tecnologías de la UNED, Cuenca, U1MP, 1-4 de julio, 1996. Madrid: Visor Libros, 1997. pp. 91-148. «El español en Internet» Nueva Revista de Política, Cultura y Arte, 44, abrilmayo 1996, pp. 158-178; «El español, entre América y Europa» Fundesco, 176, mayo 1996, pp. 9-10; «En la vida de la lengua: llegamos a Kahlahtahyood», Dos maestros, Insula, 616, abril 1998, pp. 9-12; «Rojo bobo, rufo curvo: paradigma léxico, estructura semántica y cambio fonético desde un análisis informático de diccionarios», Lexicografías iberrománicas: problemas, propuestas y proyectos, ed. Teresa Fuentes Morán y Reinhold Werner, Frankfurt: Vervuert & Madrid: Iberoamericana, 1998, pp. 201-211; «La no arbitrariedad del signo lingüístico», Teoría/Crítica, (Alicante), 3, 1996 [1998], pp. 283-298; «Presente y futuro de la Filología Electrónica en la recuperación de la Colección Foulché-Delbosc de la Biblioteca Nacional Argentina», Boletín de la Academia Argentina de Letras, LXIU, 1998 [1999], pp. 15-52; «La lengua española e Internet», Semiosfera, 9,1998, pp. 5-14. «La educación lingüística en una España plurilingüe», Tarbiya, revista de investigación e innovación educativa, 21, 1999, 89-108; «El español en Internet», Leer, Extra Navidad, 1999, pp. 208-209. Para referencias y puestas al día remitimos a nuestra página en Internet: www.lllf.uam.es/fmarcos/informes/reportix.html o a la del Laboratorio de Lingüística Informática de la Universidad Autónoma de Madrid: www.lllf.uam.es/index.html