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Edith Wharton

La sociedad aristocrática y algo más

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No es Edith Wharton (1862-1937) una escritora fácil de encasillar. Sus novelas y relatos abordan temas muy variados, aunque puede decirse que la obra que la hizo más famosa, La edad de la inocencia, con la que consiguió en 1920 el premio Pulitzer —era la primera vez que se lo concedían a una mujer— define bastante bien sus temas preferidos y el mundo que le gustó retratar, las relaciones sentimentales y sociales de la alta sociedad norteamericana, pues novelas de temática más o menos parecida abundan en su variada y potente trayectoria literaria. Afirmar que Wharton es, sin más, una discípula aventajada de Henry James sería rebajar su altura literaria.

En los últimos años, gracias sobre todo a la editorial Alba, se han vuelto a publicar en España un puñado de buenos y variados títulos que pueden servir para reencontrarse con una espléndida escritora, que supo reflejar como pocas los conflictos de singulares tipos de mujer de su tiempo.

Por ejemplo, Los niños, novela que sin ser de las más citadas, sirve para adentrarse en su inconfundible mundo literario. En ella, un hombre maduro y soltero acude a Europa para encontrarse con un antiguo amor. Sin embargo, durante el viaje conoce a un enjambre de hermanos entre los que sobresale la hermana mayor, encargada de cuidarlos, personaje que atrae poderosamente su atención. En esta novela, Wharton trata el tema del amor, el cortejo de dudas que lo acompaña y el lastre de la comodidad como obstáculo para tomar decisiones cruciales.

En la línea de La edad de la inocencia está La casa de la alegría, donde aparece uno de esos personajes femeninos a los que Wharton les suele sacar tanto partido, Lily Bart. La protagonista es una joven huérfana que vive con su tía en Nueva York y que tiene como única obsesión lograr un ventajoso matrimonio para ascender en la escala social. Como en otras obras, Wharton utiliza este argumento para criticar irónicamente las costumbres de su tiempo y el destino al que, por una errática educación, se ven abocadas muchas mujeres como Lily.

Buena parte de la crítica destaca Las costumbres nacionales como una de las obras maestras de Wharton y junto con La edad de la inocencia, la novela más representativa de su mundo narrativo. En ella se cuentan las aventuras de Undine Spragg, una joven ambiciosa, hija de una familia de nuevos ricos. Ambientada en París, Wharton describe con mucha elegancia los sentimientos de la joven Undine a la vez que retrata como nadie la sociedad aristocrática de su tiempo, con sus luces y sombras.

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La editorial Impedimenta rescató Santuario, escrita en 1903, una de las primeras obras de Wharton, inédita hasta la fecha en español. Otra vez elenredo familiar en torno a un matrimonio, roto por la tragedia. Kate, la viuda, educa de manera obsesionada a su hijo para que no repita los mismos errores que el padre. Quizá resulte sofisticada en exceso la trama, pero Wharton, en esta obra primeriza, demuestra ya su habilidad para desenvolverse en el laberinto de las emociones y sentimientos femeninos, en este caso con el telón de la fondo de la maternidad.

 

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Por último, una de mis favoritas, Ethan Frome, de 1911, en la que Wharton abandona el escenario habitual de sus novelas —la ciudad y los conflictos matrimoniales y sociales burgueses, como sucede en las novelas que ya hemos mencionado— y traslada la acción a un desolado mundo rural, en la imaginaria Starkfield, en Massachussets, Nueva Inglaterra. El clima duro y el ambiente frío adquieren en esta novela un singular protagonismo, pues todo lo que sucede transcurre en paralelo al ritmo de la naturaleza, que ha conformado el carácter de sus habitantes, lo que Wharton llama «el entumecimiento de la comunidad», una tranquila y desapasionada manera de enfrentarse a la vida y también a los problemas del prójimo. La llegada de un anónimo personaje a la aldea de Starkfield es el detonante para que se reconstruya toda una historia de fracasos y destrucciones. Tres personajes protagonizan este conflicto: Ethan Frome, su mujer Zeena y la joven Mattie,  familiar a quien acogen después de haber perdido a sus padres. Ethan soporta la compañía de una mujer enfermiza y aprensiva, pendiente nada más que de su quebradiza salud. A su lado, Mattie, muchacha joven, trabajadora y alegre, irá despertando en Ethan un amor adormecido por tanto desdén y enfermedad. Con estos ingredientes, la tragedia está servida.

Edith Wharton, Los niños, Alba, Barcelona (2005), 415 págs. Título original: The Children. Traducción: Catalina Martínez Muñoz.

Edith Wharton, La casa de la alegría, Alba, Barcelona (2008), 392 págs. Título original: House of Mirth. Traducción: Pilar Giralt.

Edith Wharton, Las costumbres nacionales, Alba, Barcelona (2007), 456 págs. Título original: The Custom of the Country. Traducción: Catalina Martínez Muñoz.

Edith Wharton, Santuario, Impedimenta, Madrid (2007), 176 págs. Título original: Sanctuary. Traducción: Pilar Adón.

Edith Wharton, Ethan Frome, Alba, Barcelona (2007), 168 págs. Título original: Ethan Frome. Traducción: Ángela Pérez.

Henry James

Psicología y erudición

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Las obras del norteamericano Henry James (1843-1915) continúan teniendo una asidua presencia en el mercado literario español, y eso que su literatura sí que está bastante alejada de las novelas más de moda, aquellas que tienen como objetivo el éxito comercial. James es un escritor minoritario, de gran altura literaria, que viene muy bien  como contrapeso para la abundancia de literatura de usar y tirar que circula a nuestro alrededor.

Al igual que Edith Wharton, de la que ya hemos comentado que se la considera su mejor discípula, la literatura de Henry James sirve también de puente entre el Viejo y el Nuevo continente. Más todavía en el caso de James, mejor valorado en Europa que en Estados Unidos. Y es en Europa donde ambienta muchas de sus mejores novelas, describiendo los contrastes entre los dos mundos: Los embajadores (1903), Las alas de la paloma (1902) o Las bostonianas (1886). Mejor que nadie, James utiliza sus novelas para realizar un concienzudo ejercicio de introspección psicológica de sus personajes. Y lo hace con unas tramas leves que, en ocasiones, se sustentan en un tímido misterio.

De entre lo mucho publicado —como decíamos, James está bien editado en España— destacamos dos últimas reediciones, La figura de la alfombra y Los papeles de Aspern.

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La figura de la alfombra, novela de 1896, es un excelente ejemplo de su manera de narrar, sustentada en una exquisita erudición. Un joven inglés, crítico literario, entabla amistad con un prestigioso escritor, Hugh Vereker. Este escritor le lanza un reto: descubrir cuál es el auténtico secreto de sus obras literarias. En torno a este sutil tema se despliega el argumento de una novela sencilla que, sin embargo, transmite inquietantes reflexiones sobre la trascendencia del arte.

Los papeles de Aspern también tiene un trasfondo literario, pues en esta ocasión la trama se centra en la estrategia de un editor, alojado en el palacio de una anciana señora, para conseguir unos papeles secretos e inéditos del poeta Jeffrey Aspern, escritor de renombre ya fallecido. James deslumbra a la hora de describir los pliegues ocultos de los pensamientos del editor, de la anciana y de su sobrina, lo más destacado de esta novela.

Henry James, La figura de la alfombra, Impedimenta, Madrid (2008), 120 págs. Título original: The Figure in the Carpet. Traducción: Enrique Murillo.

Henry James, Los papeles de Aspern, Alba, Barcelona (2009), 168 págs. Título original: The Aspern Papers. Traducción: Catalina Martínez Muñoz.

William Saroyan

Un contagioso optimismo

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Tras su muerte en 1981, la literatura de William Saroyan cayó injustamente en el olvido. La culpa hay que echársela a las modas literarias. Durante y después de la Gran Depresión, la crítica y los lectores norteamericaa nos se identificaron más con un grupo de autores (Dos Passos, Hemingway, Faulkner, Scott Fitzgerald) que mostraron en sus escritos una imagen más conflictiva y problemática del hombre y la sociedad norteamericana, bastante vapuleada tras los desastres de las dos guerras mundiales.

Saroyan, un escritor optimista y esperanzado por naturaleza, no ocultó estas realidades negativas, muy presentes de hecho en sus libros, pero prefirió apostar por el optimismo. Para él, los seres humanos se merecen una nueva oportunidad para la redención. Como él mismo escribió definiendo su propia literatura: «Si algún deseo albergo es mostrar la confraternidad humana». Los personajes de sus novelas, relatos y obras de teatro son sencillos, positivos, idealistas; todos tienen un alto aprecio por la amistad, el amor y la religión. En sus argumentos no suceden grandes cosas porque para Saroyan la vida corriente y cotidiana es ya un trasunto de lo maravilloso.

Supo escribir de manera positiva sobre la vida sin caer en la cursilada. Sus personajes son auténticos (sin esconder nunca el dolor), transmiten vida, sentimientos, emociones reales: «En todas partes donde voy —escribe el narrador y protagonista de Las aventuras de Wesley Jackson—, agradezco a la gente la bondad de sus corazones».

Saroyan nació en 1908 en Fresno (California), hijo de emigrantes armenios, tema que aparece muy bien descrito en los relatos que forman parte de Me llamo Aram. Muy pronto perdió a su padre (interesante tema el del padre en su literatura) y vivió en un orfanato con sus hermanos mientras su madre trabajaba como sirvienta. En 1916 la familia logró reunirse de nuevo. Pronto también abang donó los estudios para trabajar yayudar a la familia. Trabajó en correos repartiendo telegramas, experiencia que revive en La comedia humana, donde uno de los protagonistas, el joven Homer, se dedica a entregar telegramas procedentes del ejército, la mayoría comunicando la muerte de algún familiar. Su vocación como escritor nace leyendo los papeles que su padre había dejado escritos. En la novela Las aventuras de Wesley Jackson y en algunos de los relatos que forman parte de El joven audaz sobre el trapecio volante se cuenta su iniciación a la escritura.

Vivió y trabajó en Fresno, Los Ángeles, San Francisco, Nueva York. En 1932, en un periódico armenio de Boston, se publicaron sus primeras poesías. Y en 1934 se inicia su vida como escritor, pues se publica El joven audaz sobre el trapecio volante, veinticinco relatos que muestran su amable mundo narrativo y que describen su apasionada relación con la literatura y con la vida. Este es el primer libro que Acantilado ha publicado de Saroyan, iniciando así la recuperación de un escritor excepcional.

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El siguiente fue la novela La comedia humana, que apareció el mismo año que Saroyan contrajo matrimonio, aunque la pareja no duraría demasiado tiempo juntos y se divorciarían en 1952 (Saroyan tuvo serios problemas con el juego y con el alcohol). Se trata de una novela que resume acertadamente el mundo vitalista de Saroyan, una realidad poblada de seres honrados y comprensivos que desean vivir en un mundo mejor. La tristeza viene provocada por las malas noticias que sobre la marcha de la Segunda Guerra Mundial van llegando a una pequeña localidad de Ithaca y que han afectado de lleno a la familia Macauley, a la que pertenece el joven Homer, un muchacho de catorce años que reparte los telegramas. El libro es profundamente humano y quiere mostrar cómo, aun en medio de las dificultades, el hombre puede encontrar siempre una señal de esperanza. Saroyan desea transmitir un mensaje optimista, lo que no significa que viva en otro planeta y no se dé cuenta de las dificultades por las que atraviesan sus protagonistas.

Después publicó Me llamo Aram (1940), conjunto de relatos en los que el joven Aram Garoglanián revive las historias protagonizadas en Estados Unidos por sus parientes armenios. De manera más explícita que sus cuentos anteriores, estos relatos aportan muchos rasgos autobiográficos relacionados con la infancia y la juventud del autor en Fresno, donde vivió desde 1915 hasta 1925. Saroyan sabe dotar de trascendencia literaria, de humor y de humanidad a los hechos cotidianos, menudos, intrascendentes, que adquieren en sus relatos una magia especial.

Las aventuras de Wesley Jackson es una novela pacifista sobre la Segunda Guerra Mundial. El protagonista es el joven Wesley, quien acaba de ser llamado a filas. Wesley vive con su padre, que lleva una larga temporada sin aparecer por casa, como suele suceder cuando se emborracha. Por culpa del alcohol, fue abandonado por su mujer. Auque no siente ninguna vocación militar, Wesley se  adapta de la mejor manera posible a un mundo que no entiende. En medio de las dificultades, encuentra unos excelentes amigos con los que se establece un cordial clima de compañerismo y amistad. En uno de sus traslados, de Nueva York a Ohio, vuelve a encontrarse con su padre, a quien convence para que vuelva con su madre. En el ejército, de manera casual, descubre su vocación como escritor. Pero lo más importante que le sucede es que, por fin y tras varios intentos frustrados, encuentra en Londres el amor de su vida.

Además de estas obras, también en Acantilado se han publicado sus novelas Cosa de risa y El tigre de Tracy, la última en aparecer.

William Saroyan, La comedia humana, Acantilado, 216 págs. Título original: The Human Comedy. Traducción: Javier Calvo.

James Thurber

El heredero de Mark Twain

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James Thurber (1894-1961) fue dibujante y periodista y está considerado como el mejor humorista norteamericano después de Mark Twain. Su trayectoria profesional estuvo vinculada a la revista The New Yorker. En La vida secreta de Walter Mitty se ha recogido una buena parte de sus cuentos. El que da título al libro, que fue llevado al cine, es su relato más famoso y en él aparecen algunas de sus obsesiones narrativas: el  conflicto entre la realidad y los sueños, las relaciones de pareja analizadas desde una perspectiva irónica, una divertida e intrascendente misoginia, la obsesión por la naturalidad estilística. Aunque su costumbrismo urbano refleja el mundo de hace ya décadas, las anécdotas que cuenta, por su agudeza y sentido del humor, son perennes.

De alguna manera continuación del anterior, los relatos que componen Carnaval siguen reflejando con mucho acierto y humor la vida social norteamericana, con una galería de tipos muy verosímiles y atrayentes. Entre ellos sobresale el matrimonio Monroe, protagonista de unos cuantos relatos, con los que Thurber, sin ponerse ácido, parodia de manera desternillante la vida matrimonial.

James Thurber, La vida secreta de Walter Mitty, Acantilado, Barcelona 264 págs. Título original: The Secret Life of Walter Mitty. Traducción: Celia Filipetto.

James Thurber, Carnaval, Acantilado, Barcelona, 208 págs. Título original: The Secret Life of James Thurber. Traducción: Celia Filipetto.

Willa Cather

El consuelo del arte y sus trampas

Willa Cather (1876-1947) fue una escritora muy leída en su tiempo en los años veinte y treinta del siglo pasado, contemporánea de Scott Fitzgerald, McCullers, John Steinbeck y Flannery O’Connor. En los últimos años ha sido redescubierta en España gracias a la aparición en la editorial Alba de sus mejores obras: La muerte llama al arzobispo, Una dama extraviada, Mi Antonia, Mi enemigo mortal… También Alba publicó Los libros de cuentos, que reúne todos sus relatos.

Su última novela en publicarse ha sido Lucy Gayheart, breve novela que Cather escribió en plena madurez creativa, a los 62 años. La protagonista es Lucy Gayheart, huérfana de madre, mimada por su padre y criada por su hermana Pauline, que parte del pequeño pueblo de Haverford para estudiar piano en Chicago. Allí se enamora del barítono Clement Sebastian, un hombre infelizmente casado, que ve en el ardor juvenil de su futura ayudante una tabla de salvación para su vida en declive. Lucy se abandona a esa quimera, y no duda en renunciar al banquero Harry Gordon, el pretendiente con quien todos pensaban que se casaría. Pero una tragedia obliga a Lucy a regresar a su pueblo.

Dividida en tres partes, con un salto temporal de veinticinco años, Lucy Gayheart es una narración sincera que condensa temas atemporales: el primer y doloroso amor; la fuerza del destino; el consuelo del arte, en este caso la música; el contraste entre la vida rural y la gran ciudad; o el sentimiento de culpa.

También recientemente la editorial Nórdica ha rescatado El caso de Paul, uno de los mejores relatos de Cather, ya publicado en Los libros de cuentos. Se trata de un intenso relato basado en un hecho real cuando la autora era profesora en Pittsburg. En él reflexiona sobre el mundo del arte y los artistas. Paul es un muchacho con fama de díscolo entre sus profesores y que se siente muy por encima de la vulgaridad que le rodea. Hay en su espíritu una morbosa fascinación por lo romántico y lo artístico, que le lleva a estar en un permanente estado de rebeldía. Para ganar algo de dinero, trabajaba de acomodador en el teatro Carnegie Hall, el único lugar «donde Paul vivía de verdad: el resto no era sino sueño y olvido». Hastiado de tanta mediocridad, huye de casa y se embarca en una trágica aventura con la que pretende satisfacer sus ansias de belleza y eternidad.

Willa Cather, Lucy Gayheart, Alba, Barcelona (2008), 224 págs. Traducción: Catalina Martínez Muñoz.

Willa Cather, El caso de Paul, Nórdica, Madrid (2010), 70 págs. Traducción: Aurora Echevarría.

Sinclair Lewis

La compleja vida del norteamericano medio

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Primer premio Nobel de la literatura norteamericana, que recibió en 1930, Sinclair Lewis (1885-1951) es uno de los escritores que mejor representó los modos de vida norteamericanos de la primera mitad del siglo XX, un maestro para muchos de los grandes escritores norteamericanos que comenzaron a publicar a partir de 1950. Aunque llevaba tiempo sin editarse, pues su literatura, en parte, ha acusado el paso del tiempo, la editorial Nórdica ha rescatado recientemente sus dos mejores novelas: Babbitt y Doctor Arrowsmith.

Doctor Arrowsmith es una larga y pausada narración dedicada al mundo de la medicina, que Lewis conocía muy bien pues él era hijo de médico. Cuenta la vida de Martín Arrowsmith, un joven que estudia Medicina en la universidad del estado de Winnemac (inventado por el autor). La descripción del ambiente de la facultad de medicina es deprimente, pues a los estudiantes solo les interesa ganar dinero y ascender en la escala social. Martín decide dedicarse a la investigación y se convierte en discípulo del profesor Max Gottlieb, de origen alemán. La novela describe con morosidad los pormenores familiares y profesionales de la vida del doctor Arrowsmith.

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La novela se publicó en 1926 (recibió el premio Pulitzer, pero Lewis lo rechazó). En su momento, la novela tuvo una importante repercusión, pues Lewis abandona la literatura complaciente de moda en la década de los veinte y afronta los aspectos más oscuros de la profesión médica, como el importante peso que tienen las industrias farmacéuticas en ese mundo y la escasa vocación profesional de muchos de los médicos, más pendientes del dinero que de los valores filantrópicos.

En Babbit, el protagonista es el agente inmobiliario George F. Babbitt, de 46 años, casado y con tres hijos. Como en la anterior, sorprende la capacidad de Lewis para captar el alma de su tiempo, pues fueron muchísimos los lectores que cuando se publicó en 1922 se identificaron con el retrato que hace de Babbitt, típico ciudadano americano que sobrevive en Zenith, ciudad que encarna los peores valores de la modernidad. Sumergido en una rutina aplastante, Babitt no tiene fuerzas para rebelarse y acepta lo que le depara un destino gris, aunque lo que salva a Babbitt es precisamente que es consicente de estas limitaciones y del alcance existencial de la vida que ha asumido.

Sinclair Lewis, Doctor Arrowsmith, Nórdica, Madrid (2011), 624 págs. Título original: Arrowsmith. Traductor: Manuel Álvarez.

Sinclair Lewis, Babbitt, Nórdica, Madrid (2009), 456 págs. Título original: Babbitt. Traducción: José Manuel Álvarez.

Sherwood Anderson

Saber escuchar

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Winesburg, Ohio, una colección de relatos que puede leerse como si se tratase de una novela, está ambientada en el pueblo de Winesburg, en Ohio. Anderson utiliza nexo de todos los relatos la vida del joven periodista George Willard, persona que tiene un especial magnetismo para que los habitantesde Winesburg le relaten sus historias. Willard se inspira en ellas para alimentar sus ansias de ser escritor, aunque también sabe que tarde o temprano tendrá que abandonar el pueblo para buscarse la vida en sitios más importantes, como así sucede.

Anderson dedica al libro a su madre, que le «enseñó a mirar por debajo de la superficie de las vidas ajenas». Esa enseñanza planea por todas las narraciones, pues el autor sabe sacar partido a los sucesos y anécdotas que se van engarzando, siempre buscando algo más.

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Winesburg no da mucho de sí. Posee los habituales ingredientes de cualquier aldea rural del Medio Oeste norteamericano. Sin embargo, Anderson sabe que el conjunto de esas historias describen un mundo que se encuentra en vías de extinción. No solo los protagonistas, muchos de ellos seres desplazados, con secretas historias a sus espaldas; también el modo de vida, las costumbres y las aspiraciones. La progresiva industrialización irá uniformando los hábitos y los pensamientos de estos parajes, como ha sucedido en tantos otros sitios.

Uno de los grandes aciertos de Anderson es la mirada piadosa y humana, a lo Chéjov, con la que se acerca a las vidas de unos personajes que necesitan abrirse y contar a alguien —en este caso, al joven Willard— las claves de sus existencias.

Y esa mirada y esas historias son las que definen el inconfundible estilo de Anderson (1876-1941), más cerca de William Saroyan que de los que, a medias, se consideraban sus discípulos: Faulkner, Steinbeck, Hemingway, Dos Passos. Publicado en 1919, es la mejor muestra de la literatura de Anderson, del que recientemente Lumen ha publicado también Cuentos reunidos, una antología de los relatos que escribió a partir de 1919.

Sherwood Anderson, Winesburg, Ohio, Acantilado, Barcelona (2009), 256 págs. Título original: Winesburg, Ohio. Traducción: Miguel Temprano.

Eudora Welty

La melancolía de los recuerdos

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Nacida en Jackson (Mississippi), la escritora Eudora Welty (1909-2001) es una de las voces más representativas de la literatura sureña norteamericana. En España se han editado recientemente sus Cuentos completos, volumen en Lumen que contiene los cuatro libros de relatos que publicó, y su tardía novela La hija del optimista, una síntesis de sus valores literarios.

En esta novela se cuenta la inesperada muerte del juez McKelva tras una enfermedad que no parecía mortal. Para atenderlo, acude su hija Laurel, viuda de un oficial norteamericano muerto en la guerra. Y será la hija la que lleve el peso de la narración, pues a través de ella asistimos a los últimos momentos de su padre; su regreso a su residencia en Mount Salus, donde se celebran los funerales y el entierro; a su tensa relación con la segunda mujer de su padre, Fay, más joven que Laurel; y, sobre todo, al encuentro de Laurel con su pasado, las páginas más emotivas y reveladoras de esta novela.

«Los recuerdos no viven en un objeto concreto, sino en las manos libres, perdonadas y liberadas, y en el corazón que puede vaciarse y llenarse de nuevo». A este ejercicio se dedica Laurel cuando se queda sola en la mansión familiar, aprovechando el inoportuno viaje de Fay para reunirse con sus familiares. Laurel recuerda la relación con su padre y su madre y algunos de los momentos claves de su existencia, como su brevísimo matrimonio.

Welty tiene una peculiar manera de contar las cosas. No abusa ni de la nostalgia ni de la melancolía, aunque el contexto personal de Laurel parece proclive a ello. Tampoco abusa de las descripciones ni de las afirmaciones categóricas a la hora de definir a los personajes. Welty, como ya hiciera en otra de sus novelas, Boda en el delta, de 1946, deja que los personajes hablen a sus anchas, en unos diálogos concretos y más bien intrascendentes con los que quiere atrapar su esencia. Su prosa, sobria, demuestra la compasión que siente por un territorio geográfico y moral con el que está plenamente identificada.

Eudora Welty, La hija del optimista, Impedimenta, Madrid (2009), 232 págs. Título original: The Optimist’s Daughter. Traducción: José C. Vales.

Stephen Crane

Enamorado de la realidad

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La prematura muerte de Stephen Crane (1871-1900) nos privó de conocer las fronteras de un estilo redondo y audaz que la crítica de su país emparentó con el movimiento naturalista. El éxito de La roja insignia del valor (1895), una novela ambientada en la guerra civil americana, ha eclipsado otros títulos que confirman el carácter innovador de su obra, como Historias de Nueva York.

«Crane estaba enamorado de la realidad. No consentía en darle un ápice de importancia a la imaginación ni a la fantasía», apunta el escritor Juan Bonilla en el prólogo; y ese apego a la realidad, a la calle, se testimonia en cada uno de los once relatos que conforman este volumen. ¿Relatos? Las fronteras aquí son difusas. Crane salía a pasear en busca de una «epifanía» que se consumara en una historia, sin importarle que el resultado se sometiera al clásico esquema de principio, nudo y desenlace.

Tampoco pueden encasillarse estas piezas en el género del reportaje, pues las anécdotas suelen ser tan livianas, que carecerían del menor interés informativo. En vida, sus piezas breves se designaron con el nombre de sketches —alumbró más de 300—; y Crane se asemeja hoy a un fotógrafo que, a través de cientos de instantáneas caleidoscópicas, intentara captar el pálpito de la ciudad.

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Historias de Nueva York se abre con la escena de un atasco causado por un leve accidente de carruaje: la excusa permite a su autor presentarauna curiosa galería de tipos que van del inoperante al resolutivo, pasando por los simples testigos. Y se cierra con un artículo publicado en el New York Journal del 20 de septiembre de 1896 acerca de una prostituta injustamente acusada de ejercer su oficio. De nuevo aparece en este relato la figura del testigo, solo que en este caso el observador es el propio Crane.

Gracias a su mirada, que buceó en los barrios más sórdidos de la ciudad con un positivo afán de denuncia, Nueva York se asoma más cercana y accesible.

Stephen Crane, Historias de Nueva York, El Olivo Azul, Córdoba (2010), 104 págs. Título original: Tales of New York. Traducción: David Cruz.

John Fante

Desbordado por los acontecimientos

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El protagonista de Llenos de vida se llama como el propio autor y comparte con él algunos rasgos biográficos: trabaja como guionista y es hijo de italoamericanos. Se trata de una breve pero excelente novela para conocer a John Fante (1909-1983) y descubrir una de sus mejores novelasde una breve, intensa y fallida vida literaria. De hecho, comenzó a leerse después de su muerte. En sus obras, con un protagonista que se repite, Arturo Bandini, muestra la imagen destructiva del fracaso vital.

Algo de esto aparece en Llenos de vida, aunque aquí se carga la mano en cuestiones más domésticas. Joyce, la mujer de John, está a punto de dar a luz, y las reacciones que tiene no sabe si son consecuencia del embarazo o de una crisis de madurez, con repercusiones hasta religiosas (se convierte al catolicismo). Por otra parte, John recurre a su padre, emigrante italiano, para que le arregle algunos desperfectos de la casa. Su padre y Joyce hacen buenas migas, mientras John no entiende las reacciones de ninguno de los dos. Y todo contado con un estilo divertido, eficaz y muy directo.

John Fante, Llenos de vida, Anagrama, Barcelona (2008), 157 págs. Título original: Full of Life. Traducción: Antonio Prometeo Moya.

Y etc.,etc., etc.

Además de esta ajustada selección, basada, como ya hemos comentado, en gustos muy personales, en los últimos años, sin querer agotar el tema, se han publicado otras muchas obras de autores conocidos y desconocidos de la gran literatura norteamericana del siglo XX. Los citamos de una manera más breve.

Llevada hace relativamente poco al cine, Vía Revolucionaria, de Richard Yates (1926-1992), está ambientada en la ciudad dormitorio de Revolutionary Hill en la década de los cincuenta. Con agudeza y un cierto cinismo, presenta la otra cara del sueño norteamericano, la del fracaso, la amargura y la tristeza, que encarnan el matrimonio Wheeler, aparentemente una pareja feliz. Yates disecciona la vida de este matrimonio y el ambiente profesional y social que le rodea. Además, acierta a crear unos personajes de carne y hueso que aspiran a una vida más lograda pero tienen que conformarse con una existencia aburrida e insatisfecha (Vía Revolucionaria, Alfaguara, 384 págs.).

En una carta del autor, el periodista y guionista John O’Hara (1905-1970), a propósito de su novela Cita en Samarra, dice: «Muestro cómo el miedo a las represalias y la clase de vida que el joven ha llevado y otra serie de cosas contribuyen a su destrucción». La novela transcurre en los años treinta, en plena Depresión, y cuenta el hundimiento de Julian English, uno de los personajes más populares de la alta sociedad de Gibbsville. Felizmente casado con Caroline, su vida entra en barrena por un desgraciado incidente en uno de los bailes y fiestas de la Navidad. A partir de ahí, Julian, destruido por la bebida y el orgullo, protagoniza una cadena de equivocadas decisiones. La novela es un excelente retrato social y costumbrista de la vida norteamericana de los años treinta, con unos diálogos que transmiten verosimilitud. Aunque está descompensada en su estructura y abusa de una visión demasíado mordaz y carnal de las relaciones personales, muestracon acierto las limitaciones morales de un cerrado círculo social obsesionado con las apariencias (Cita en Samarra, Lumen, 312 págs.).

William Sydney Porter (O’Henry es el seudónimo que se puso al salir de la cárcel) sigue siendo uno de los principales maestros del relato corto. Nació en 1846 y desempeñó diferentes oficios: dependiente, peón, delineante, cajero… Contrajo matrimonio cuando aparecieron los primeros síntomas de alcoholismo. Huyó a Centroamérica tras descubrirse un desfalco en el banco donde trabajaba. Regresó de incógnito en 1897 para enterrar a su mujer, pero fue detenido y condenado a prisión. Ya libre, en 1901, decide dedicarse a escribir, sobre todo para mantener a sus dos hijos. Murió en 1910. O’Henry, editado frecuentemente en nuestro país (lo último, La voz de Nueva York en Ediciones Traspiés), supo dotar a sus relatos de una perfecta arquitectura que culmina con un sorprendente e ingenioso final. En esta otra selección hay cuentos ambientados en Nueva York (para mí, los mejores) y el resto han sido agrupados con el título El Norte y el Sur, los indios y el Viejo Oeste (Esto no es un cuento y otros cuentos. Barataria, 190 págs.).

Publicada en 1946, Todos los hombres del rey, de Robert Penn Warren, obtuvo al año siguiente el premio Pulitzer. Se trata de una obra muy leída y valorada, que refleja acertadamente las dos caras de la vida política norteamericana: el idealismo y la corrupción. La novela se basa en la vida del político Huey Pierce Long, que fue gobernador de Luisiana en la década de los treinta y que representa el prototipo de político populista y demagogo. En ella se cuenta el ascenso y caída de Willie Talos, un joven abogado con aspiraciones políticas. Willie, ingenuo, es víctima de la política utilitarista de sus adversarios y aprende rápido que el fin justifica los medios. Con una personalidad avasallante, consigue hacerse con el poder. La novela es un duro ajuste de cuentas con el pasado del narrador, uno de los hombres de confianza de Talos. (Todos los hombres del rey, Anagrama, 770 págs.).

Escritor polifacético y polémico, las mejores narraciones de Truman Capote son aquellas que hablan de su infancia, como El arpa de hierba, Tres cuentos de Navidad y algunos de sus relatos como Niños en su cumpleaños, de 1948. El escenario es uno de los pueblos de Alabama donde nunca pasa nada. A ese pueblo se trasladan una niña de diez años, Miss Bobbit, y su madre. El desparpajo y carácter abierto de la niña provoca un terremoto entre los niños. Su manera de vestir, sus hábitos, su lenguaje, sus ideas… nada tienen que ver con lo que están acostumbrados (Niños en su cumpleaños, Nórdica, 64 págs.).

Flannery O’Connor (1925-1964) está considerada como una de las principales voces de la narrativa breve americana. En sus personajes e historias se palpa un realismo que contempla lo peor y lo mejor de las personas, lo vulgar y la búsqueda de Dios. A partir de acontecimientos muy desconcertantes de la vida profesional o familiar de los protagonistas, se muestran al lector un conjunto de intuiciones que señalan esas verdades profundas. En la antología Un encuentro tardío con el enemigo (ediciones Encuentro) se puede apreciar la fuerza de este original y nada complaciente mundo narrativo. Recientemente, Lumen ha publicado algunas de sus novelas y la editorial Nórdica ha recuperado uno de sus mejores relatos, La buena gente del campo. La señora Hopewell y su hija, Joy, viven en una granja sureña cuando un joven vendedor de biblias llama a su puerta. Manley Pointer pertenece a la «buena gente del campo», sencilla e inocente, en oposición a Joy, quien, a sus 32 años, se muestra descreída y recelosa. Joy y Pointer se citan para dar un paseo por el bosque, ella con la intención de seducirlo y él con otra muy diferente. Inteligente relato que resume las intenciones y el estilo de O’Connor (La buena gente del campo, Nórdica, 72 págs.).

En Dulce jueves, John Steinbeck ha escrito una de sus novelas más esperanzadas. Tras la Segunda Guerra Mundial, Doc regresa a su casa, en un arrabal conservero de Monterrey. Sin embargo, el Doc que vuelve no es el mismo que se fue. Doc había sido un hombre feliz. Pero aquel hombre, antaño adorado y solicitado por sus amigos, vive descontento hasta la desesperación. Mack, el mejor amigo de Doc, le dice: «Todo ha cambiado, Doc, todo […]. [Y] estábamos todos esperando que usted regresara para volver a la normalidad». Para Steinbeck, la bondad individual conforma la bondad social, y una sociedad buena es capaz de salvar al hombre de su angustia vital (Dulce jueves, Navona, 304 págs.).

Adolfo Torrecilla (Madrid, 1960) es profesor y crítico literario. Dirige la sección de literatura de la agencia Aceprensa y colabora en diferentes revistas y medios de comunicación. Entre otras publicaciones, es autor de "Dos gardenias para ti y otros relatos".