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Jörg Guido Hülsmann, alemán nacido en 1966 y doctor por la Universidad Técnica de Berlín, ejerce de profesor de Economía en la Universidad de Angers (Francia). Es un claro defensor de la Escuela Austriaca de Economía y uno de sus representantes vivos más ilustres. En esta entrevista que ha concedido a Die Freie Welt advierte sobre las consecuencias de las medidas económicas en el espacio del euro por el coronavirus.

Jörg Guido Hülsmann en 2017. Foto: © Wikimedia Commons
Jörg Guido Hülsmann en 2017. Foto: © Wikimedia Commons

En España, en Alemania, en muchos países, los gobiernos han aprobado la creación de fondos de rescate del orden de miles de millones de euros para estabilizar la economía y salvar a las empresas de la bancarrota. ¿Pueden tales medidas mitigar la recesión económica? La respuesta de Guido Hülsmann es tajante: «No». Alega:

«Tales medidas tienen dos efectos muy diferentes, que solo proporcionan por poco tiempo la apariencia de alivio. Por un lado, los ingresos y los bienes se redistribuirán masivamente, por otro lado, el futuro se sacrificará en el altar de las preocupaciones presentes».

Si nos ponemos en el caso de Alemania (el razonamiento valdría igual para España), su gobierno ha generado ingresos adicionales de 750 millardos de euros. «¿De dónde viene ese dinero? Hay tres fuentes principales a considerar: impuestos, deuda pública e impresión de billetes. En los tres casos, de ninguna manera es el Estado el que saca de la nada los 750 millardos, sino que de una manera o de otra se les quita a los ciudadanos esa suma. Se supone que los impuestos no se han de subir demasiado, por lo que se expropia a los ciudadanos, como en el pasado, devaluando su riqueza monetaria. Los ingresos por intereses se empujan aún más hacia abajo. Los ahorros se gravan con tasas de interés negativas, y la inflación de precios roe lo que queda».


«¿De dónde viene el dinero del rescate? Hay tres fuentes principales a considerar: impuestos, deuda pública e impresión de billetes. En los tres casos, de ninguna manera es el Estado el que lo saca de la nada, sino que de una manera o de otra se lo quita a los ciudadanos» (Guido Hülsmann).


Una justificación habitual para actuar así es que de lo contrario se colapsarían los mercados financieros y después se derrumbaría toda la economía. Lo explica Hülsmann:

«Como en el pasado, esta redistribución se justifica por el hecho de que de lo contrario habría un colapso en los mercados financieros, lo que también dañaría severamente la economía real… No se podrían pagar los préstamos, lo que provaría el colapso del crédito, lo que llevaría al padecimiento de otras empresas. En una palabra, se produciría una espiral destructora que conduciría al paro de la economía y al desempleo masivo. En cualquier caso se les pediría a los ciudadanos que pagaran el paquete del rescate, porque de lo contrario se derrumbaría toda economía».

Pero seguidamente expone un razonamiento que destapa ciertas falacias en lo anterior:

«El argumento anterior es correcto en la medida en que, de hecho, los paquetes de rescate pueden prevenir un colapso a corto plazo. Esto es exactamente por lo que se fabrica la apariencia de que son un amortiguador para la crisis. ¿Por qué solo la apariencia? Porque el éxito a corto plazo es a expensas del futuro. La recesión se mitiga a corto plazo, pero se fomenta a largo plazo. Porque con los 750 millardos ahora se están salvando compañías que no han hecho lo que deberían haber hecho… Los que en su momento renunciaron, de forma correcta, a financiaciones arriesgadas, justo esos son los que tienen que volver a pagar. El efecto real del paquete de rescate es proveer aún de más fondos a proyectos que ya se tambaleaban y son liderados por aventureros. Es obvio lo que eso significa para el futuro».


«El éxito a corto plazo [de un fondo de rescate] es a expensas del futuro. La recesión se mitiga a corto plazo, pero se fomenta a largo. Porque con los 750 millaros ahora se están salvando compañías que no han hecho lo que deberían haber hecho [antes del coronavirus]» (Guido Hülsmann).


Hülsmann es defensor de menos Estado:

«Todo se complica por el hecho de que el gasto público es notoriamente ineficiente y corrupto», como se ha puesto de manifiesto en muchos Estados de Europa, «que fallan en todas las áreas de responsabilidad: educación, atención médica, construcción de aeropuertos, construcción de viviendas, defensa nacional, etc.».

Aduce otra consideración:

«Es un error evitar siempre inconvenientes a corto plazo a expensas del futuro, especialmente con el dinero de los contribuyentes. Pero eso es exactamente lo que estamos haciendo durante muchas décadas. Este juego se limitaba anteriormente a la banca y las finanzas, y como resultado solo lo notaron los expertos. A este juego se juega a gran escala desde 2008 y, en consecuencia, el público en general se está dando cuenta de ello. Es un juego muy estúpido. Algunos agentes económicos relacionados con el Estado se benefician, pero los ciudadanos comunes no pueden ganar nada aquí a largo plazo».


«[Con los fondos de rescate] Algunos agentes económicos relacionados con el Estado se benefician, pero los ciudadanos comunes no pueden ganar nada aquí a largo plazo». (Guido Hülsmann).


«Sería mucho más sensato actuar de manera fundamentalmente diferente. Hay buenos argumentos para arriesgarse a un colapso de la economía a corto plazo si la economía se sana y se la sitúa a largo plazo sobre una base saludable».

Hülsmann cuenta con una inflación más alta, pero no con que la zona euro se desmorone.

Sobre la inflación:

«El aumento de la inflación de precios es inevitable ya que el Gobierno y el Banco Central hacen todo lo posible para evitar que caiga el gasto de dinero. Como pueden imprimir billetes, probablemente lo conseguirán (que no baje el gasto de dinero). En este caso, la inflación de precios es inevitable, ya que la oferta de bienes disminuye debido a las barreras y confinamientos».

Sobre el futuro del euro:

«La eurozona se mantendrá unida mientras no haya mejores alternativas para los gobiernos nacionales. Los italianos se quejan, pero al igual que los griegos en la crisis de 2008 se preguntarán qué préstamos obtendrán si renuncian al euro».

Finalmente, ante la idea de los coronabonos o eurobonos, Guido Hülsmann opina:

«Acentuarían los problemas básicos de la eurozona: aún más deuda, mayor vulnerabilidad, mayor irresponsabilidad de los beneficiarios inmediatos en política y finanzas. Los coronabonos ofrecerían un flaco servicio no solo a los contribuyentes alemanes, sino también a los italianos. A largo plazo, serían perjudiciales incluso para las personas que dependen de los servicios médicos en Italia. El Estado italiano es responsable de sus limitaciones financieras y de la abrumadora carga de los hospitales estatales. Pero incluso ahora esa carga podría aliviarse si se diera de inmediato una mayor flexibilidad en el sector de la salud, si de dejara actuar con libertad al sector privado. Pero eso es exactamente lo que no quiere. Los coronabonos garantizan que nada tenga que cambiar, de modo que, de hecho, nada cambie por lo que se refiere a la mala administración del Estado y a la escasez económica. El Estado [italiano] levanta el dedo y se queja: «Si ustedes, alemanes, no hacen nada por nosotros, la gente se muere». La verdad es que él mismo no quiere hacer nada que pueda cuestionar su ineficiente Estado de bienestar. Toma a los alemanes como rehenes morales, pero acepta que los italianos sigan desatendidos porque no deben ser atendidos fuera de la atención del Estado de bienestar».


«[Los eurobonos o los coronabonos] acentuarían los problemas básicos de la eurozona: aún más deuda, mayor vulnerabilidad, mayor irresponsabilidad de los beneficiarios inmediatos en política y finanzas. Los coronabonos ofrecerían un flaco servicio no solo a los contribuyentes alemanes, sino también a los italianos» (Guido Hülsmann).


Según Guido Hülsmann, «la recuperación puede tener lugar muy rápidamente». Su principal preocupación es «la intervención del Gobierno, que puede prolongar y aumentar las dificultades actuales. El ejemplo clásico de la historia económica es la Gran Depresión en la década de 1930 en los Estados Unidos. Una simple caída del mercado de valores en 1929 en los Estados Unidos se vio tan emperorada por una intervención estatal cada vez más rígida, que se transformó en una crisis económica de larga duración».

Sobre las medidas de política sanitaria por el coronavirus:

«Como economista, sé lo siguiente: es fundamentalmente incorrecto poner a toda la economía al servicio de un único objetivo y comprometerse con una única solución. Economía siempre significa sopesar diferentes objetivos y medios. Por supuesto, mantener la salud puede ser de suma importancia en este momento. Pero incluso entonces nunca es el único objetivo y siempre hay medios diferentes. Justo cuando se trata de la selección eficiente de medios, la libre competencia es esencial. Por lo tanto, creo que los países que responden mejor son aquellos que dan a los ciudadanos y sus familias la mayor libertad y responsabilidad posibles; y aquellos que no centralizan la responsabilidad política, como aquí en Francia, sino que la entregan a los ayuntamientos y a otras autoridades locales cercanas a los ciudadanos. Ejemplos serían Suiza y los Países Bajos».


«Una simple caída del mercado de valores en 1929 en los Estados Unidos se vio tan emperorada por una intervención estatal cada vez más rígida, que se transformó en una crisis económica de larga duración» (Guido Hülsmann).


Finalmente, a la pregunta de qué países saldrán de la crisis como perdedores y cuáles como ganadores, Hülsmann responde:

«Es difícil decirlo en este momento porque aún no hemos terminado. Como he señalado, el mayor imponderable radica en la acción estatal. En cualquier caso, no veo a Francia, Italia y España entre los ganadores, ya que en estos países la crisis es «utilizada» por círculos cercanos al Estado para asegurar y expandir sus propios beneficios, y lo haría también más a gusto con la ayuda de los coronabonos.

Director de «Nueva Revista», doctor en Periodismo (Universidad de Navarra) y licenciado en Ciencias Físicas (Universidad Complutense de Madrid). Ha sido corresponsal de «ABC» y director de Comunicación del Ministerio de Educación y Cultura.