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La Navidad (nativitas: nacimiento) es una de las fiestas fundamentales del cristianismo. Con ella se celebra el nacimiento de Jesús de Nazaret, el hombre en quien habita toda la plenitud de la divinidad corporalmente (Colosenses, II, 9), o sea, alguien que es verdadero hombre y verdadero Dios, según reza el Credo. Sea o no la fecha verdaderamente histórica, sea o no una transformación de una fiesta pagana del solsticio de invierno con la que la catequesis cristiana aprovecha la inercia de una tradición anterior para celebrar su gran fiesta, la verdad es que mucho antes que Europa fuese Europa la Navidad estaba ahí. Es la Fe hecha cultura que se presenta ante todos como una invitación a los valores de la solidaridad, de la amistad, de la familia, de la paz. Sorprendentemente, desde no hace mucho, en España y en otros países de la Europa continental y en los ambientes de su influencia del ancho mundo, se vive una intensa campaña (es verdad que no la primera en la plurisecular historia europea) para ingresar en el túnel del tiempo hasta un lugar donde lo que se celebre sea el solsticio de invierno. Se borra el Nacimiento de las felicitaciones, de los decorados y celebraciones y hasta de la publicidad comercial. Un laicismo avasallador declara incompatible con la neutralidad institucional el reconocimiento público de la fiesta cristiana, relegada a los templos y nada más que a los templos. Es difícil de evaluar la pérdida que supone esa actitud en el orden de importantes valores por todos compartidos. Llamaron por eso la atención en el pasado 2015 por su equilibrio los mensajes de Navidad de la reina Isabel II de Inglaterra y del primer ministro británico David Cameron. Es verdad que Isabel II es la cabeza de la Iglesia anglicana. Pero con todo, juzgue quien lea.

ALOCUCIÓN DE NAVIDAD DE ISABEL II

At this time of year, few sights evoke more feelings of cheer and goodwill than the twinkling lights of a Christmas tree.

The popularity of a tree at Christmas is due in part to my great-great grandparents, Queen Victoria and Prince Albert. After this touching picture was published, many families wanted a Christmas tree of their own, and the custom soon spread.

In 1949, I spent Christmas in Malta as a newly-married naval wife. We have returned to that island over the years, including last month for a meeting of Commonwealth leaders; and this year I met another group of leaders: The Queen’s Young Leaders, an inspirational group, each of them a symbol of hope in their own Commonwealth communities.

Gathering round the tree gives us a chance to think about the year ahead —I am looking forward to a busy 2016, though I have been warned I may have Happy Birthday sung to me more than once or twice. It also allows us to reflect on the year that has passed, as we think of those who are far away or no longer with us. Many people say the first Christmas after losing a loved one is particularly hard. But it’s also a time to remember all that we have to be thankful for.

It is true that the world has had to confront moments of darkness this year, but the Gospel of John contains a verse of great hope, often read at Christmas carol services:

«The light shines in the darkness, and the darkness has not overcome it».

One cause for thankfulness this summer was marking seventy years since the end of the Second World War. On VJ Day, we honoured the remaining veterans of that terrible conflict in the Far East, as well as remembering the thousands who never returned. The procession from Horse Guards Parade to Westminster Abbey must have been one of the slowest ever, because so many people wanted to say ‘thank you’ to them.

At the end of that War, the people of Oslo began sending an annual gift of a Christmas tree for Trafalgar Square. It has five hundred lightbulbs and is enjoyed not just by Christians but by people of all faiths, and of none. At the very top sits a bright star, to represent the Star of Bethlehem.

The custom of topping a tree also goes back to Prince Albert’s time. For his family’s tree, he chose an angel, helping to remind us that the focus of the Christmas story is on one particular family. For Joseph and Mary, the circumstances of Jesus’s birth —in a stable— were far from ideal, but worse was to come as the family was forced to flee the country. It’s no surprise that such a human story still captures our imagination and continues to inspire all of us who are Christians, the world over.

Despite being displaced and persecuted throughout his short life, Christ’s unchanging message was not one of revenge or violence but simply that we should love one another. Although it is not an easy message to follow, we shouldn’t be discouraged; rather, it inspires us to try harder: to be thankful for the people who bring love and happiness into our own lives, and to look for ways of spreading that love to others, whenever and wherever we can.

One of the joys of living a long life is watching one’s children, then grandchildren, then great grandchildren, help decorate the Christmas tree. And this year my family has a new member to join in the fun!

The customary decorations have changed little in the years since that picture of Victoria and Albert’s tree first appeared, although of course electric lights have replaced the candles.

There’s an old saying that «it is better to light a candle than curse the darkness».

There are millions of people lighting candles of hope in our world today. Christmas is a good time to be thankful for them, and for all that brings light to our lives.

I wish you a very happy Christmas.

Texto consultado el día 4 de febrero 2016 en: www.royal.gov.uk/ImagesandBroadcasts/TheQueensChristmasBroadcasts/ChristmasBroadcasts/ChristmasBroadcast2015.aspx

Versión en español

En esta época del año, pocas escenas evocan más sentimientos de alegría y buena voluntad que las luces parpadeantes de un árbol de Navidad.

La popularidad de los árboles de Navidad se debe en parte a mis tatarabuelos, la reina Victoria y el príncipe Alberto. Después de que se publicara esta conmovedora imagen, muchas familias quisieron tener su propio árbol, y la costumbre se extendió rápidamente.

En 1949, pasé la Navidad en Malta como esposa recién casada de un oficial de la Marina. Hemos vuelto a la isla a lo largo de los años, incluyendo el mes pasado para asistir a una reunión de líderes de la Commonwealth; y este año me reuní con otro grupo de líderes: The Queen’s Young Leaders, un grupo inspirador, cada uno de ellos un símbolo de esperanza en sus propias comunidades de la Commonwealth.

Reunirnos alrededor del árbol nos da la oportunidad de pensar en el próximo año. Espero con interés un ajetreado 2016, aunque me han advertido de que puede que me canten el Cumpleaños feliz más de una y más de dos veces, mientras pensamos en los que están lejos o en los que ya no están con nosotros. Mucha gente dice que la primera Navidad después de perder un ser querido es particularmente difícil. Pero también es el momento para recordar todo por lo que tenemos que estar agradecidos.

Es cierto que el mundo ha tenido que afrontar momentos de oscuridad este año, pero el Evangelio de Juan contiene un versículo de gran esperanza que a menudo se lee en los oficios navideños de villancicos: «La luz brilla en las tinieblas y las tinieblas no la vencieron».

Una de las razones por las que estar agradecido es que este verano se cumplieron setenta años desde el final de la Segunda Guerra Mundial. En el Día V-J, honramos a los veteranos supervivientes de ese terrible conflicto en el Lejano Oriente, así como recordamos a los miles que nunca volvieron. El desfile desde el Horse Guards Parade hasta Westminster Abbey debe haber sido uno de los más lentos de la historia debido a que muchas personas querían decirles “gracias”.

Al final de esa guerra, el pueblo de Oslo comenzó a enviar cada año como regalo un árbol de Navidad para Trafalgar Square. Tiene quinientas bombillas y no solo lo disfrutan los cristianos sino también personas de todos los credos, y de ninguno. En la parte más alta hay una estrella brillante que representa la estrella de Belén.

La costumbre de coronar un árbol también se remonta a la época del príncipe Alberto. Para el árbol de su familia optó por un ángel, lo que nos ayuda a recordar que el foco de la historia de la Navidad está puesto en una familia en particular.

Para José y María las circunstancias del nacimiento de Jesús en un establo estaban lejos de ser las ideales, pero lo peor estaba por venir ya que la familia se vio obligada a huir del país. No es de extrañar que una historia tan humana todavía capte nuestra imaginación y continúe inspirando a todos los que somos cristianos en todo el mundo.

A pesar de ser desplazado y perseguido a lo largo de su corta vida, el mensaje inmutable de Cristo no era vengativo o violento, sino, simplemente, que nos amaramos los unos a los otros. Aunque no es un mensaje fácil de seguir, no debemos desanimarnos; más bien, nos anima a esforzarnos más: estar agradecido por las personas que traen amor y felicidad a nuestras propias vidas, y buscar maneras de propagar el amor a los demás, cuando y donde podamos.

Una de las alegrías de vivir una vida larga está en ver a los hijos, después a los nietos, después a los bisnietos, ayudar a decorar el árbol de Navidad. Y este año, ¡mi familia tiene un nuevo miembro que se une a la diversión!

Los adornos habituales han cambiado poco en los años transcurridos desde que apareció por primera vez la imagen del árbol de Victoria y Alberto, aunque, por supuesto, las luces eléctricas han sustituido a las velas.

Hay un viejo dicho que reza «es mejor encender una vela que maldecir la oscuridad».

Hoy hay millones de personas encendiendo velas de esperanza en el mundo. La Navidad es un buen momento para estar agradecido a ellos y a todo lo que trae luz a nuestras vidas.

Os deseo una muy feliz Navidad.

ALOCUCIÓN DE NAVIDAD DE DAVID CAMERON

If there is one thing people want at Christmas, it’s the security of having their family around them and a home that is safe. But not everyone has that. Millions of families are spending this winter in refugee camps or makeshift shelters across Syria and the Middle East, driven from their homes by Daesh and Assad. Christians from Africa to Asia will go to church on Christmas morning full of joy, but many in fear of persecution. Throughout the United Kingdom, some will spend the festive period ill, homeless or alone.

We must pay tribute to the thousands of doctors, nurses, carers and volunteers who give up their Christmas to help the vulnerable —and to those who are spending this season even further from home. Right now, our brave armed forces are doing their duty, around the world: in the skies of Iraq and Syria, targeting the terrorists that threaten those countries and our security at home; on the seas of the Mediterranean, saving those who attempt the perilous crossing to Europe; and on the ground, helping to bring stability to countries from Afghanistan to South Sudan.

It is because they face danger that we have peace. And that is what we mark today as we celebrate the birth of God’s only son, Jesus Christ —the Prince of Peace. As a Christian country, we must remember what his birth represents: peace, mercy, goodwill and, above all, hope. I believe that we should also reflect on the fact that it is because of these important religious roots and Christian values that Britain has been such a successful home to people of all faiths and none.

So, as we come together with our loved ones, in safety and security, let’s think of those who cannot do the same. Let’s give thanks to those who are helping the vulnerable at home and protecting our freedoms abroad. And let me wish everyone in Britain and around the world a very happy and peaceful Christmas.

Texto consultado el día 4 de febrero de 2016 en: www.gov.uk/government/news/christmas-2015-prime-ministers-message. Traducción al español de Alba Barco.

Versión en español

Si hay una cosa que la gente quiere en Navidad, es la seguridad de tener a su familia a su alrededor y un hogar que sea seguro. Pero no todo el mundo tiene eso. Millones de familias están pasando este invierno en campamentos de refugiados o albergues improvisados en toda Siria y Oriente Medio, expulsados de sus hogares por Daesh y Assad. Los cristianos de África o Asia, irán a la iglesia en la mañana de Navidad llenos de alegría, pero muchos de ellos con miedo a la persecución. En todo el Reino Unido, algunos pasarán estas fiestas enfermos, sin hogar o solos.

Debemos rendir homenaje a los miles de médicos, enfermeras, cuidadores y voluntarios que renuncian a sí mismos para ayudar a los más vulnerables, y a aquellos que están pasando esta temporada lejos de casa. En este momento, nuestras valientes fuerzas armadas cumplen con su deber en todo el mundo: en los cielos de Irak y Siria, contra los terroristas que amenazan a esos países y nuestra seguridad en el hogar; en los mares del Mediterráneo, salvando a quienes intentan el peligroso viaje a Europa; y en el terreno, ayudando a llevar la estabilidad desde Afganistán a Sudán del Sur

Porque ellos se enfrentan al peligro nosotros tenemos paz. Y eso es lo que celebramos hoy, al celebrar el nacimiento del único hijo de Dios, Jesucristo —el Príncipe de la Paz—. Como un país cristiano, hay que recordar lo que representa su nacimiento: la paz, la misericordia, la buena voluntad y, sobre todo, esperanza. Deberíamos reflexionar también sobre el hecho de que estas importantes raíces religiosas y los valores cristianos son el motivo por el que Gran Bretaña ha sido un hogar tan exitoso para las personas de todos los credos y para quienes no tienen ninguno.

Por eso, cuando estemos reunidos con nuestros seres queridos, en condiciones de seguridad, pensemos en los que no pueden hacer lo mismo. Demos gracias a aquellos que están ayudando a las personas vulnerables y a la protección de nuestras libertades en el extranjero. A todos en Gran Bretaña y a todos en el mundo, una muy feliz y pacífica Navidad.