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La educación ha conocido en las últimas décadas una  transformación tecnológica sin precedentes. La digitalización y la aplicación de las neurociencias han introducido cambios conceptuales y metodológicos, optimizado el aprendizaje y puesto en valor el papel del profesor. También ha cambiado el papel de los proveedores de contenidos, como es el caso de las editoriales o plataformas de servicios que ofrecen nuevos productos. 

Esta revolución y las consecuencias que supone fueron analizadas por Francisco Cuadrado, presidente ejecutivo de Santillana, y  Mario Ghio Jr., profesor, CEO y miembro del consejo ejecutivo de Vasta Educaçao, organización educativa de Brasil, en una nueva sesión del ciclo El futuro de los medios de comunicación, organizado por el Consejo Social de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR), y  codirigido por Javier Moreno, exdirector de El País; y Andrés Cardó, economista y consultor estratégico.

Javier Moreno.

Andrés Cardó y Javier Moreno introdujeron la sesión aludiendo a la transformación de la escuela: “la educación de hace 30 o  40 años y la de ahora son como dos universos distintos”. 

Mario Ghio: “La tecnología puede personalizar la educación”

Mario Ghio destacó que en la educación, “el único modelo que la sociedad puede pagar es el de muchos alumnos, un profesor y un espacio fijo”. Esto ha sido así durante siglos, pero con la transformación digital “la tecnología puede personalizar la educación, ya no es un profesor para todos, sino que puede serlo para cada uno, adaptándose a sus necesidades”.

Mario Ghio.

Francisco Cuadrado indicó que, incluso antes de las grandes transformaciones,  “hemos pasado de una parte muy memorística a un aprendizaje de competencias y habilidades; a pedagogías activas; o al papel del profesorado en aportar emoción e interés a la mera transmisión de contenidos”.

Francisco Cuadrado: “El alumno está más formado que el profesor en la parte tecnológica”

El docente “cuenta ahora con muchas herramientas tecnológicas, pero  poca capacidad para manejarlas” añadió el experto. Por primera vez, “el alumno está más formado que el profesor en la parte tecnológica. Ha faltado formación continua del profesorado, no sólo en cuanto al formato sino también en cuanto a las metodologías”. 

Cambio conceptual y de metodología

“La transformación digital supone un cambio conceptual y de metodología” explicó Cuadrado. “Para el alumno, supone una personalización, propiciada por herramientas como la evaluación digital permanente personalizada; para el profesor, una optimización del aprendizaje, y para los proveedores, implicarse más”. Puso el ejemplo de Santillana: “No vendemos contenidos curriculares, sino ser parte de la escuela, y también de los padres de los alumnos, viendo qué necesidades tienen, con nuevos productos y servicios, como el audiolibro”. 

Francisco Cuadrado.

Con la digitalización, “la escuela ya no termina a una hora determinada, como antes, sino que se prolonga mediante el apoyo y orientación a los padres”. Estos, por poner un ejemplo, no quieren para sus hijos “que se limiten a aprobar el inglés, sino que sean bilingües”. Y ahí entran herramientas y dinámicas que exceden el aula.

Recordó el presidente ejecutivo de Santillana que la educación es “un proceso de largo plazo, continuo e integral”, y parte elemental de ese proceso “son los proveedores de servicios, y por eso tiene sentido que lo sean también de largo plazo”.

Mario Ghio sintetizó estas nuevas dinámicas, señalando que “el objetivo es transformar la escuela en el hub de educación de los hijos”.

Mario Ghio: “Con la tecnología de las neurociencias se va a construir la escuela del siglo XXI”

Según el CEO de Vasta Educaçao, hemos llegado “a la tecnología de las neurociencias, la cuarta ola de transformaciones para la enseñanza obligatoria” (el llamado K-12: de kindergarten hasta el final de la secundaria). “La primera fue la transmisión de contenidos, hasta que Jean Piaget dijo que no eran suficientes; la segunda la del proceso cognitivo, poniendo el acento en la solución de problemas para hacer que los alumnos innoven; la tecerca, la tecnología digital; y la cuarta, la tecnología de las neurociencias, sabiendo manejar los protocolos neurocientíficos para aplicarlos al aprendizaje”. Con esta tecnología, apostilló, “se va a construir la escuela del siglo XXI”.

La caída demográfica, con la consiguiente ralentización de la demanda, va a ser otro condicionante de la educación en las próximas décadas. Los ponentes subrayaron este hecho, pero matizaron que “no es necesariamente negativo”. “En el caso de Brasil -apuntó Ghio- el reto ha  sido construir una infraestructura para poder dar educación a todos los brasileños; y ahora es cuando se puede apostar por la calidad. Hay menos hijos, pero no menos calidad. La escuela aportará otras competencias para completar la formación: idiomas, programación, robótica etc”.

Cuadrado recordó que, aunque la demografía no crece, “Latinoamérica cuenta con cerca de 128 millones de alumnos, de los cuales más de 25 millones están en la escuela privada, y más de 100 millones en la pública”; que se ha hecho “un gran esfuerzo por llegar a  niveles de escolarización pública cercanos al 100%”; y que “ha crecido el nivel de estudiantes universitarios”. 

Francisco Cuadrado: “No hay nada más caro que la ignorancia”

Respecto al carácter costoso de las políticas públicas en la educación (infraestructuras, materiales escolares), Francisco Cuadrado, señaló a preguntas de Andrés Cardó: “Pongo en duda que sean caras, son muy baratas para el impacto social que tienen. No hay nada más caro que la ignorancia”. Recordó que la compra de materiales supone un 3 o un 4% del gasto del Ministerio de Educación en Brasil; y que  “por unos  pocos kilómetros de carreteras haces un plan nacional de compra de materiales”. 

Andrés Cardó.

Estos materiales son ahora más amplios y sofisticados que el libro de papel. Ahora nos encaminamos “al libro híbrido” y a retos tecnológicos  como “la conectividad, sin la cual es muy difícil hacer la transformación digital”.

Mario Ghio, por su parte, manifestó que “proporcionar educación de calidad es caro, pero los resultados académicos son superiores”. Respecto a los materiales señaló que en “Brasil se ha logrado mantener el programa nacional de libros didácticos inalterado, más allá de los vaivenes de la política y de los cambios de Gobierno, porque es un programa de Estado no de Gobierno”. Cada profesor elige el libro que mejor se adecúe a sus necesidades y, entre todos, se construye un currículum nacional. Añadió que “sin libros no hay integración curricular”.

Lecciones de la pandemia

Los dos ponentes coincidieron en señalar algunos impactos negativos que ha tenido la pandemia del Covid-19 para América Latina: “1,8 billones de horas perdidas según Unicef;  bajada de exigencia en el nivel de las pruebas (por parte de las autoridades); y, en el caso de Brasil, un 11% de estudiantes del sector privado migraron al público”.

Pero también resaltaron las consecuencias positivas. En primer lugar, la aceleración de la transformación digital. “Lo digital ha venido para quedarse; y vamos a modelos híbridos de educación en todo el continente” subrayó Francisco Cuadrado. “En el caso de Brasil” -afirmó Mario Ghio- hemos pasado de considerar de calidad únicamente a la educación superior presencial, a ver en la educación en línea un mar de oportunidades”. Y ofreció un dato significativo: “A finales de 2022 tendremos más alumnos de educación superior a distancia que presencial”.

Además, la pandemia “ha puesto en valor la labor del profesor, ya que muchas familias han descubierto que el proceso de aprendizaje es complejo y el papel del docente es más profesional de lo que puede parecer” puntualizó Cuadrado. Ha servido, en fin, para “empoderar a los padres en la educación, que ahora interpelan a la escuela y al profesor”. 

Doctor en Comunicación, periodista y escritor.