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Menuda zarabanda se ha armado en el país con las supuestas corrientes dentro del PSOE. Y eso que no son tales. sino «sensibilidades». como los socialistas gustan decir, mostrando así la vieja afición por el eufemismo y el circunloquio que siempre ha caracterizado a los políticos latinos. «Sensibilidades» clasificadas a su vez con exquisitez taxonómica en reformistas, racionalistas demócratas radicales y renovadoras. en un reciente artículo de Manuel Escudero. A la vista de los nombres, queda claro, primero, que las «sensibilidades» son todas encomiables: segundo, que pueden fusionarse en una sola «sensibilidad».

En realidad, en el Partido Socialista, en solitario poder desde hace más de nueve años en España, únicamente existe una corriente oficial y otra oficiosa. La primera. Izquierda Socialista (1S), es un grupo de animosos militantes con algo de antifoneros, contentos de cambiar una frecuente presencia en los medios por su perfecta irrelevancia orgánica y doctrinal. La oficiosa es la de la socialdemocracia conservadora. Liberal-socialista o como quiera llamársela, esto es, la de las gentes del dinero, que no necesita afirmarse oficialmente por dos razones: primera, no cuenta con grandes simpatías entre las bases de un partido que sigue cultivando la retórica del mundo del trabajo: segunda, sí cuenta, en cambio, con el cerrado apoyo del secretario general, que es lo que importa. El resto, silencio.

Antes de seguir, una digresión sobre la figura del secretario general. Por sus obras y dichos parece haber oscilado entre dos modelos, el de Olot Palme y el de Willy Brandl. Dada la situación internacional de España, hubo de conformarse con el de Brandl. Pero esto quiere decir que tratará primero de disimular la diversidad de opiniones dentro del partido y, luego, de situarse por encima de ellas y que. aunque sea evidente partidario de la conservadora, jamás se pronunciará en público en su favor, a los efectos, sobre todo, de serle más útil.

Segunda digresión. Es frecuente en el socialismo europeo que el ministro de Hacienda, obligado a ser realista y a rebajar los sueños de sus colegas, se oponga a los elementos izquierdistas del partido. Fue el caso de Denis Healey en Gran Bretaña y de Karl Schiiler en Alemania. Algo inevitable cuando por socialismo se entiende un arreglo cosmético del capitalismo. Y. si el enfrentamiento se exaspera, los conservadores pueden formar su(s) propio(s) partido(s). Es también el caso de Roy Jenkins o Shirley Williams y puede ser aquí el de Solchaga, Boyer y sus conmilitones.

Problemas personales El PSOE tiene problemas en su seno, como todas las organizaciones complejas. Pero no son problemas doctrinales sino más virulentos, esto es, personales. Cosa razonable por cuanto ha perdido su ideología. pero sigue administrado porciones importantes de la vida nacional.

Y en la competencia por ocupar los cargos, dar las órdenes impartir las directrices, etc.. suele haber una mayor inquietud por los destinos de cada cual. En estos corrido s se enarbolar! oriflamas ideológicas, pero son luchas descarnadas por el control personal de los aparatos de poder. Véase, por ejemplo, el caso del llamado CEPES, reminiscente del CERES francés. L o característico del español es eso, que se trata de un eco. Un par de docenas de militantes socialistas apartados de los cargos del poder y de su influencia real en la estructura del partido, tratan de recuperar ambos, poder e influencia. Valiéndose de un centro de estudios, sin que a prácticamente ninguno de ellos le sea conocida obra de reflexión teórica de importancia en el terreno por el que dicen preocuparse, es decir, la renovación del socialismo. No pecaremos. pues, de mal pensados al juzgar que estos ex-atios cargos sólo tratan de ganar posiciones para negociar posteriormente cuando se produzcan los otros enfrentármenos personales, que juzgan inevitables. Por eso se abrazan a veces con los dirigentes de IS o intervienen en los agrios enfrentamientos personales en la Federación Socialista Madrileña (FSM).

Idea de cuan vagoroso es todo ello nos la da el que estas tres «sensibilidades» más la que rodea al ex-vicepresidente Guerra gustan cubrirse con la toga tribunicia de «izquierda», con lo que no contribuyen a la clarificación de un hoy tan confuso término. De eso se trata, de las rebatiñas por el poder central, autonómico, provincia!, municipal o en la agrupación. Luchas personales. Si a los jefes de la FSM les molesta la expansión de los seguidores de Guerra en sus dominios y, aprovechando la debilidad política de éste, le derrotan y se libran de su gente, ¿qué tiene esto que ver con la izquierda, la derecha o el centro? ¿Cuáles son las diferencias doctrinales entre Guerra y Leguina?

Otro ejemplo. A veces se oye que esté surgiendo una corriente de los «barones» territoriales. Por supuesto, los secretarios generales de sus respectivas federaciones yfa presidentes de sus comunidades autónomas tienen un poder de tipo caciquil y son capaces de intuir su solidaridad fundamental. Pero ¿han hecho propuestas teóricas acerca de la articulación territorial del Estade los tales «barones»? Fuera, claro está, de los habituales galimatías autonómico-federales de los socialistas catalanes, en concreto Obiols.

Mayoría

En tanto el PSOE gane por mayoría absoluta, aunque raspada es improbable que las «sensibilidades» pasen a corrientes. Aunque no quepa excluir la idea, sobre todo, si el socialismo se mantiene otros diez años, pues, en tal caso, los personalmente agraviados serán muchos más y se pondrían de acuerdo. Lo probable, sin embargo, es que el PSOE gane por mayoría simple. En cuyo caso se harán necesarias las alianzas y en alianzas, las «sensibilidades» sí se configurarán con mayor consistencia orgánica, que no doctrinal. Quizá cupiera clasificarlas luego de «gubernamentales» «populistas» (Guerra y los suyos), «izquierdizantes» (la IS), «resabiadas» (el CEPES) y «caciques» (la de las autonomías). No obstante, no se olvide, el PSOE tiene muy presentes dos amargas experiencias ajenas que le han enseñado lo que era preciso evitar a toda costa: en materia de organización interna. La fragmentación de la UC D en el Gobierno por sus luchas intestinas: en política económica, el desastre socialista francés de 1981 a 1983. Si por la segunda justifica un planteamiento económico neoliberal, por la primera mantiene un modelo leninista de partido.

Catedrático y director del Departamento de Ciencia Política y de la Administración de la UNED.