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Marmelada, licenciado en filosofía y ciencias de la educación, es conocido por su labor de divulgador y analista de las cuestiones científicas más punteras atinentes a ciencias de la vida y cosmología en diversos medios durante años. Publica ahora esta obra en la que, desde una perspectiva de expresa confesión cristiana cada vez más manifiesta según avanzan las páginas del libro, intenta iluminar la cuestión que indica el título: cómo hacer presente a Dios en una sociedad posmoderna, secularizada y descreída.

Cómo hablar de Dios con un ateo. Sekotia. 2022. 256 págs. 18,5 € (papel) / 5,29 € (digital).

Aunque el libro no está dividido en partes, sino en capítulos, consta de tres partes diferenciadas por la temática que aborda aunque estén íntimamente unidas:

En la primera parte (págs. 11 a 130) se aborda el análisis del ateísmo actual. La tesis del autor, fácilmente aceptable, es que el ateísmo actual no es, a diferencia del clásico, intelectual, fruto de argumentos anti teístas; sino una cuestión de hecho: se ha decidido dar por supuesto que Dios ni existe ni interesa para nada. «El ateísmo moderno se caracteriza más por ser volitivo que por tratarse de un producto del intelecto» (pág. 52).

El ateísmo moderno es mera indiferencia frente a Dios, como si de cuestión del pasado y ya superada se tratase

Marmelada pone el ejemplo de la obra de Marx y Nietzsche, autores en los cuales el ateísmo es esencial a su pensamiento, pero que no dedican esfuerzo alguno a demostrarlo; se limitan a darlo por supuesto.

El ateísmo moderno es mera indiferencia frente a Dios, como si de cuestión del pasado y ya superada se tratase.

La segunda parte del libro (págs. 131 a 192) se dedica a tratar el gran argumento moderno contra Dios: la existencia del mal. En estas páginas, el autor reproduce todos los argumentos clásicos en la materia y pone el acento en una perspectiva sugerente: «la razón, recurriendo solamente a sus luces naturales, no puede dar una respuesta definitiva y acabada al problema de la existencia del mal, pero sí puede advertir que tampoco es de evidencia inmediata la incompatibilidad entre la existencia del mal y la existencia de Dios» (pág. 156).

La tercera parte (págs. 193 in finem) afronta la cuestión de la libertad y la respuesta del autor es la única posible y veraz: «el cristiano también es una persona que ama la libertad, entre otras razones porque es consciente de que sólo quien es libre puede amar a Dios» (pág. 247).

Esta libro del profesor Marmelada no es una obra cerrada y completa pues abre demasiadas materias y enfoques y no cierra parte de ellos. De hecho es frecuente encontrarse en el propio libro la referencia del autor a que las cuestiones que enuncia las tratará en ensayos posteriores. Es decir, estamos ante el comienzo de una obra editorial de ambiciones mayores que las que muestran estas páginas. Habrá que estar atentos a la continuación de la producción de este interesante autor.

Jurista. Exsecretario de Estado y expresidente del Foro de la Familia.