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Ver productosNiall Ferguson, fundador de Austin University, propone cinco medidas para aprovechar las oportunidades de la IA sin perder la disciplina de los métodos tradicionales
15 de julio de 2025 - 4min.
Niall Ferguson. (Glasgow, Escocia, 1964). Historiador y ensayista. Titular de la cátedra Tish de Historia de la Universidad de Harvard y la cátedra Ziegler de Administración de negocios en la Harvard Business School. Consejero fundador de Austin University. Autor, entre otros libros, de El triunfo del dinero, Coloso (Auge y decadencia del imperio americano) y La plaza y la torre.
Avance
El uso de la inteligencia artitificial se extiende ya a mayor velocidad que internet en su momento, indica el historiador Niall Ferguson, consejero fundador de la Universidad de Austin en un artículo publicado en The Times. ChatGPT tiene ya mil millones de usuarios activos y Gemini, de Google, más de 400 millones. Como apunta Sam Altman, fundador de OpenAI —cuyo ChatGPT inauguró la era IA— la gente de edad usa ChatGPT como Google; los veinteañeros y treintañeros, como un consejero de vida; y los estudiantes universitarios, como un sistema operativo
Tan rápido e imparable es el avance de la IA que «va a sustituir, literalmente, a la mitad de los trabajadores de cuello blanco de los Estados Unidos», indica un directivo de Ford Motor. En pocos años, los empleos de cuello blanco destruidos por la IA podrían superar a los de cuello azul desaparecidos cuando China se unió a la Organización Mundial del Comercio en 2001.
Pero más que en el empleo, la economía o la geopolítca, el mayor impacto de la IA se va a producir en la educación, según Ferguson. Un paper publicado por el Manhattan Institute revela que los estudiantes dedican cada vez menos horas a estudiar o a ir a clase, porque están interactuando con ChatGPT o, mejor dicho, «están sacando la carrera mediante el engaño». El 90% de los estudiantes lo usa para hacer sus trabajos y la firma OpenAI ofrece gratuita la aplicación ChatGPT Plus durante los exámenes finales, cuando el resto del curso es de suscripción y cuesta 20 dólares al mes. «Ir a la universidad consiste ahora en saber utilizar ChatGPT», afirma un estudiante; y Sam Altman se jacta de que «escribir un paper a la antigua ya no se va a llevar». Por otro lado, los detectores de IA como Turnitin y ZeroGPT no son lo suficientemente precisos, con lo que docentes y examinadores lo tienen muy difícil para desenmascarar el fraude.
La dependencia de la IA y del aprendizaje LLM (Large Language Model por sus siglas en inglés), puede suponer para el estudiante una laguna importante en desarrollo cognitivo, al privarlos de la adquisición de habilidades como la lectura sostenida, el pensamiento crítico o la escritura analítica. El autor apela a la responsabilidad de la comunidad educativa para reaccionar ante esa amenaza para la formación del alumno y, desde su cargo de consejero defensor de la Universidad de Austin, propone estas cinco medidas.
—Primera, crear un espacio aislado en el cual se puedan conservar los métodos tradicionales de aprendizaje y del que estén excluidos todos los dispositivos. Se llamaría el claustro.
—Segunda, partir de la base de que todo estudio fuera del claustro se llevará a cabo usando LLM. Este espacio se llamaría la nave espacial.
—Tercera, dentro del claustro, reservar tiempo para que el estudiante lea libros impresos; debata textos y problemas; escriba ensayos y conjuntos de problemas con papel y bolígrafo; y se someta a exámenes escritos y orales.
—Cuarta, establecer unas siete horas de trabajo al día en el claustro, reservando la IA para el tiempo en la nave espacial y vacaciones.
—Quinta, revisar todos los procedimientos de admisión para garantizar que las universidades atraen a estudiantes capaces de sobrellevar la disciplina del claustro, así como las oportunidades de la nave.
Estas sugerencias pueden parecer exageradas, ya que recuerdan los orígenes monásticos de la universidad medieval, pero Niall Ferguson sostiene que la universidad del futuro necesitará parecerse mucho más al mundo enclaustrado de las órdenes monásticas que a las universidades de acceso abierto de hoy en día, «instituciones tan accesibles a personas de fuera que, tras el 7 de octubre de 2023, los agitadores no matriculados no tuvieron ninguna dificultad para organizar acampadas pro-palestinas». Y los estudiantes actuales necesitan estar protegidos no solo de influencias como esas, sino también de las tentaciones de la IA.
Esto no significa que la universidad del futuro deba prohibir el uso de LLM. Al contrario, los estudiantes deben destacar en la escritura de prompts, pero no se puede aprender a hacer buenas preguntas sin someterse, previamente, a la disciplina del claustro. Este debería ser el futuro de la universidad, como el que Austin se propone ensayar en el próximo curso académico. Un futuro para preservar y estimular el pensamiento crítico y la creatividad e impedir que «el avance de la Pseudo Inteligencia suma a la humanidad en un nuevo oscurantismo».
El artículo de Niall Ferguson publicado en The Times, el 4 de julio de 2025, con el título AI’s great brain robbery — and how universities can fight back, se puede consultar aquí.