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Podría decirse que este Diccionario Cervantes viene a culminar la abundante bibliografía surgida en las dos primeras décadas del siglo XXI en el marco de las efemérides de la vida y obra de nuestro autor más universal. Ante este desbordamiento de ediciones, estudios críticos y publicaciones de toda índole, que, como el reconocido hispanista francés Jean Canavaggio apunta, «desanima a quienes se aventuran en ese maremágnum», esta obra «aspira a ofrecer la posibilidad de recorrer la vida y la obra del autor, incluso de vagabundear por ellas a su antojo». El ilustre cervantista pretende, a través de un formato enciclopédico y siguiendo un criterio no cronológico, sino alfabético (de ahí la designación de su libro como diccionario), condensar los aspectos esenciales de la vida y la obra de Cervantes, concretamente en 136 entradas, de modo que se permita al lector que lo desee privilegiar tal o cual perspectiva, el entorno familiar de Cervantes; las ciudades en que transcurrieron las etapas de su vida; las campañas militares y su cautiverio en Argel; sus comisiones andaluzas; su formación intelectual; su actitud frente al mundo y a la España de su tiempo, en relación con los varios aspectos de una personalidad compleja que se nos escurre más de una vez; su producción literaria (Galatea, poesías, teatro, Novelas ejemplares, Quijote, Persiles, Viaje del Parnaso); y, finalmente, su fama póstuma.

Jean Canavaggio, catedrático emérito de la Universidad de Paris Nanterre y antiguo director de la Casa de Velázquez, es el más destacado traductor y editor de la obra de Cervantes en Francia y tiene en su haber obras de referencia imprescindibles para el hispanismo, como Cervantes entre vida y creación (Centro de Estudios Cervantinos, 2000), Don Quijote: del libro al mito (Espasa, 2006) o Retornos a Cervantes (IDEA, 2014), por citar algunos de sus muchos títulos, además de su participación en la Gran Enciclopedia Cervantina, iniciada en 2005 bajo la dirección de Carlos Alvar, con once volúmenes publicados hasta la fecha, a falta del único que queda para su conclusión. Desde luego, este extraordinario currículum no deja lugar a dudas sobre la idoneidad del hispanista galo para afrontar este proyecto, que, como él mismo indica, no va dirigido a un lector especializado, como sí pretenden otras obras que llevan, efectivamente, el término «enciclopedia» en su título, como la recién citada de la Universidad de Alcalá de Henares y el Instituto Miguel de Cervantes (IEMSO), o la Enciclopedia Cervantina de Juan Bautista Avalle-Arce (Centro de Estudios Cervantinos y Universidad de Guanajuato, 1997). Asimismo, Canavaggio reconoce el valor de las biografías de Miguel de Cervantes recién editadas, que «pueden proporcionar una sugerente aproximación a su figura», pero defiende su Diccionario, dirigido a «quien no quiere conformarse con una narración regida por los imperativos de la cronología».

En la visión poliédrica que posibilita este Diccionario Cervantes radica una comprensión (casi) total del genial autor

UN CERVANTES DE MÚLTIPLES LECTURAS

Las entradas se agrupan temáticamente en torno a hechos, lugares o personas de ciertas etapas de la vida de Cervantes, a su familia, a sus propias obras, a conceptos literarios o sociológicos de la época y, finalmente, a la recepción y fama póstuma de su obra. Así, contamos con entradas de tipo biográfico, como «Cautiverio», «Origen converso», «Comisiones», «Lepanto», «Negocios», «Cartas de Cervantes», «Información de Argel», «Orden Trinitaria», «Tumba», y a su vez de personajes contemporáneos relacionados con su trayectoria vital, como el cardenal «Giulio Acquaviva», el «Conde de Lemos», «Juan López de Hoyos», «Alonso Fernández de Avellaneda» o «Félix Lope de Vega», entre otros, sin olvidar a su propia familia (su padre Rodrigo de Cervantes, su madre Leonor de Cortinas, sus hermanos, su esposa Catalina de Salazar, etc.). Destacadas entradas de tipo geográfico y de indudables resonancias cervantinas son «Argel», «Alcalá de Henares», «Barcelona», «Esquivias», «Italia», «Madrid», «La Mancha», «Sevilla» o «Valladolid». En el ámbito sociológico, son de gran interés contextual voces como «Gitanos», «Inquisición», «Brujas y hechiceras», «Jesuitas», «Moriscos», «Inquisición», «Prisiones», «Religión», «Risa», etc. El autor trata con rigor y agudeza estas entradas, que son del todo necesarias para comprender la España de la época y, por ende, la obra cervantina. En este contexto histórico no faltan los reyes de su tiempo, «Felipe II» y «Felipe III», ni mucho menos la propia voz «España», que se enfoca sagazmente desde el punto de vista de las obras prosísticas de Cervantes.

Diccionario Cervantes, Centro de Estudios Europa Hispánica, 2020, 512 páginas, 48,08 €

En el ámbito literario nada se escapa a los ojos del crítico, pues no solo dedica entradas a cada una de sus obras con sus títulos específicos («Galatea, Primera parte de la»; «Quijote, Primera y Segunda parte del»; «Novelas ejemplares»; «Viaje del Parnaso», «Persiles y Sigismunda, Los trabajos de»; «Numancia, La destrucción de»; «Comedias, Ocho»; «Entremeses, Ocho» y «Poesías») sino también a conocidos personajes quijotescos («Dulcinea del Toboso», «Roque Guinart» o «Cide Hamete Benengeli»). Particularmente pertinentes son algunas entradas relacionadas con géneros literarios o cuestiones filológicas o interpretativas de su época o de siglos posteriores: «Libros de caballerías», «Prólogos», «Poética», «Picaresca», «Esoterismo», «Biblia», etc.

Sin embargo, son las voces en torno a la recepción de la obra de Cervantes a lo largo de los siglos, sobre todo del Quijote, las que merecen una atención especialísima en este Diccionario. En torno al propio Quijote figuran sugerentes entradas como «Imágenes del Quijote», «Canciones de don Quijote» o «Traductores del Quijote»; también merecen voz propia las «Biografías» de Cervantes, desde el siglo XVIII al actual y sus «Retratos», así como la voz «Atribuciones», destinada a esclarecer autorías dudosas en mayor o menor medida asignadas a Cervantes. En lo que podríamos denominar «recepción crítica» figuran entradas dedicadas a estudiosos de la talla de Azorín, Américo Castro, Michel Foucault, Sigmund Freud, Thomas Mann, José Ortega y Gasset y Miguel de Unamuno. Pero también figuran en este Diccionario dos entradas que sintetizan la recepción del Quijote en dos movimientos artísticos y vitales bien delimitados: «Ilustrados» y «Románticos». La recepción literaria se disemina en voces de amplio alcance, como «Adaptaciones teatrales», «Óperas» o «Ballets» (estas últimas formas híbridas entre música y literatura, a las que se añadiría la coreografía en el caso del ballet), pero también se focaliza en autores como Jorge Luis Borges, Gilbert K. Chesterton, Charles Dickens, Denis Diderot, Fiódor Dostoievski, Gustave Flaubert, Pierre Carlet de Chamblain de Marivaux, Franz Kafka, Graham Greene, Herman Melville y Benito Pérez Galdós, por destacar algunos nombres.

LA RECEPCIÓN DEL QUIJOTE

De indudable interés es la voz «Letras hispanoamericanas», donde el hispanista francés traza el recorrido del Quijote desde sus primeros ejemplares llevados a las Indias, que se remontan al mismo año de su publicación, hasta su impronta en la obra de escritores contemporáneos de la altura de Jorge Luis Borges (aunque a este se le dedica una entrada específica, como he hecho notar), Gabriel García Márquez, Alejo Carpentier y Carlos Fuentes. La presencia de la obra cervantina en la música se concreta en nombres como Jacques Brel, Manuel de Falla o Richard Strauss, y la recepción pictórica, en genios autóctonos y foráneos como Salvador Dalí, Honoré Daumier, Gustave Doré, Francisco de Goya y Pablo Picasso. No se le escapa al autor la recepción de tipo divulgativo en formatos como el cómic, ni tampoco la difusión cinematográfica de las aventuras del hidalgo manchego tanto en el ámbito nacional como en el internacional.

La perspectiva sociológica, histórica y, por supuesto, la literaria: nada escapa a los ojos de Jean Canavaggio

SIN POLÉMICAS: «UN BALANCE PRUDENTE Y EQUILIBRADO»

Hay que decir también que Canavaggio se evade de las polémicas habituales en torno a la figura de Cervantes (orígenes, lugar de nacimiento, ciertas hipótesis sobre su etapa de cautiverio, por seleccionar algunas); él mismo afirma que «este diccionario no pretende aportar novedades sino ofrecer un estado de la cuestión despojado de leyendas que ya no son de recibo. Conviene en efecto entrar con suma cautela en debates que no han encontrado solución hasta la fecha (…) En todos los casos se impone un balance prudente y equilibrado».

El estudioso nos presenta, basándose en la documentación (de hecho, es significativa la presencia de una voz titulada «Documentos»), al hombre Miguel de Cervantes, a sus peripecias vitales, pero también al poeta, al dramaturgo y, sobre todo, al novelista autor del Quijote, cuya recepción literaria, artística, cinematográfica y crítica copa un elevado número de entradas, como no podía ser de otra manera. En estas líneas es difícil separar a Cervantes y a su Quijote del mito y de su transformación a lo largo de la historia. Creo que el planteamiento estructural de este libro permite acercarse aquí y acullá a las diversas caras del excelso autor y de su obra, y que en esa misma visión poliédrica acaso radique una comprensión (casi) total de Cervantes, a la que es imposible acceder a través de una ideal biografía exhaustiva o de la sola interpretación de sus obras, por muy aguda que sea.

A las entradas por orden alfabético les sigue un utilísimo cuadro genealógico de los Cervantes, desde los abuelos de nuestro autor, Juan de Cervantes y Leonor de Torreblanca, hasta su nieta Isabel Sanz, vástago de Isabel de Saavedra, a su vez hija bastarda de don Miguel; una cronología cuyo hilo conductor es la vida y obra del autor, que se presentan necesariamente entrelazadas; y, finalmente, una acertada bibliografía selecta a la que el hispanista francés ha denominado con inteligencia «Obras de referencia», que son las que él ha utilizado o las que merecen su consideración en el inabordable corpus bibliográfico sobre Miguel de Cervantes.

UNA OBRA PARA «DELEITAR APROVECHANDO»

Hay que destacar, por otra parte, y sin ser cuestión menor en los estudios filológicos, la espléndida presentación material del libro, de impecable factura. La encuadernación en tapa dura con el retrato más conocido del manco de Lepanto (Hernán Cortés [2005], según el retrato tradicionalmente atribuido a Juan de Jáuregui de la Real Academia de la Lengua); la alta calidad del papel; las hermosas capitulares en página completa al frente de cada sección de las letras del alfabeto –que el mismo autor indica que «se han inspirado en las de la célebre edición del Quijote de Ibarra corregida por la Real Academia Española (Madrid, 1780»–; el diseño de las páginas a doble columna; y la magnífica elección de los grabados (pinturas, dibujos, fotografías, fotogramas de películas, etc.), tanto en blanco y negro como en color, hacen de esta obra una joya bibliográfica, como muchas otras editadas por el Centro de Estudios Europa Hispánica.

En conclusión, estamos ante un magnífico trabajo, que no podía haber sido posible sin el vasto saber y la espléndida pluma de uno de los más prestigiosos cervantistas del hispanismo internacional, y que a la vez tiene el enorme mérito de saber llegar, mediante un estilo atractivo y una selección de contenidos esenciales, a un lector ajeno al ámbito filológico y al mundo académico. Un lector culto y curioso, que a lo largo de estas más de quinientas páginas va a enriquecer sus conocimientos de la mejor manera («deleitar aprovechando») y que va a descubrir en estas sugerentes páginas un mar sin orillas, como lo fue la azarosa vida y la genial e imperecedera obra de Miguel de Cervantes.

Catedrática de Literatura española en la Universidad Complutense de Madrid