Hace pocos meses se despidió del público la gran soprano Victoria de los Angeles, después de una larga e intensa carrera artística a lo largo de más de cincuenta años. Recibió entonces un emocionante homenaje. Su voz sigue sonando para quienes la admiramos a través de las numerosas grabaciones que ha realizado.
Cantos de España es una gran recopilación del repertorio de canciones de nuestro país, grabadas por Victoria de los Ángeles entre 1950 y 1992, que revela el gran interés que siempre ha tenido por divulgar nuestra música. El álbum reúne, en cuatro discos, canciones populares y tradicionales de nueve provincias españolas arregladas para ella por Graciano Tarrago, cantos sefardíes, cantigas medievales, canciones renacentistas y barrocas y una amplia representación de canciones españolas del siglo XX.
Pocos intérpretes han poseído la versatilidad de Victoria de los Ángeles, que ha sido capaz de interpretar estilos de música tan diversos y con tanta brillantez. Su gran talento interpretativo no sólo se puso de manifiesto al representar a las distintas heroínas de ópera, sino también al abordar el género de la canción de concierto, en el que ha abarcado muy distintas épocas, interpretando con la misma pulcritud y con exactitud histórica cada una de ellas.
Las primeras grabaciones datan de 1951, acompañada por las guitarras de Renata y Graciano Tarrago; en 1955 grabó en Londres una serie de canciones medievales, renacentistas y barrocas españolas junto a un grupo dirigido por José Mª Lamaña. Más tarde, en 1967, vendría su colaboración con uno de los grupos pioneros de música antigua en España, Ars Musicae de Barcelona, dirigido por Enrique Gispert, del que formaba parte el entonces jovencísimo Jordi Savall, y con ellos grabó un amplísimo programa de música antigua española.
Entre los pianistas con los que grabó el sitio de honor debe ser para Gerald Moor, descrito por Victoria como «el más grande de los excelentes pianistas con los que he trabajado». Pero también hay que mencionar a Gonzalo Soriano, con quien grabó las Tonadillas de Granados; y a Miguel Zanetti, que le acompañó durante los últimos años y grabó con ella las Canciones populares de Federico García Lorca. Y no podemos dejar de mencionar a Alicia de Larrocha, que, siendo las dos casi de la misma edad, desde muy joven acompañó a Victoria ocasionalmente, como en las Siete Canciones de Falla que se recogen en este disco.
La madurez artística conseguida por nuestra soprano se pone de manifiesto a través de estas grabaciones, en las que muestra una ductilidad de la voz verdaderamente admirable, una gran perfección técnica y una amplitud de registro vocal tal que la convierten en una artista inigualable.