Rocío Albert

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El cocodrilo y el escorpión

En la mayoría de los países, ricos, pobres, desarrollados o en vías de serlo, aparecen -invariablemente- rebajas fiscales en los programas de los partidos políticos inmersos en campañas electorales. No importa el color o la ideología del partido gobernante, ni tampoco la de los opositores que aspiran a destronar al Gobierno de turno, todos incluyen entre sus propuestas reducciones en materia impositiva. La razón es obvia: ¿qué es lo que maximizan los políticos? La victoria electoral. Para lograr ese objetivo de obtener la mayor cantidad de votos, saben que son necesarios ciertos anuncios en el ámbito económico, ya que la decisión de los votantes en las urnas viene determinada por las cuestiones económicas, sobre todo cuando se está en un momento bajista del ciclo económico. Y de más está decir que los ciudadanos son especialmente receptivos cuando se trata de mejoras o beneficios en materia tributaria, ya que como suele decirse, el bolsillo es el órgano más sensible.La proximidad de elecciones generales en nuestro país no es una excepción a la regla. Zapatero y Rajoy -enrolados en un duelo de promesas electorales- pujan al alza en cuanto a mejoras de la calidad de vida de los ciudadanos, y a la baja en la otra cara de la moneda: la financiación del gasto público. A las pruebas me remito, basta con repasar la prensa española de las últimas semanas para corroborar esta aseveración. El presidente del Ejecutivo, Rodríguez Zapatero, anunció hace un tiempo su intención de suprimir el impuesto del patrimonio, e introducir rebajas en el IRPF para aliviar la presión fiscal de los ciudadanos si gana en la cita electoral del 9 de marzo. Por su parte, el Partido Popular ha asegurado que aprobará un nuevo régimen (más progresivo) para el IRPF que reducirá la tributación del conjunto de los contribuyentes, y -directamente- eliminará el impuesto para aquellas personas con ingresos inferiores a los 16.000 euros. Además, han prometido una rebaja adicional de este impuesto para las mujeres trabajadoras. Como si esto no fuera suficiente, han anunciado también la reducción del impuesto sobre sociedades (del 30 al 25%, e incluso rebajando la alícuota del IS al 20% para las empresas con una facturación inferior a los seis millones de euros anuales); al mismo tiempo que proponen la total eliminación del impuesto sobre el patrimonio. Si descendemos al ámbito autonómico o municipal -aunque con menos competencias en materia de tributos- se repite la misma historia, con reducciones fiscales para todos los gustos y de todos los colores. Pero, como señalé anteriormente, estas subastas impositivas no son utilizadas exclusivamente por nuestro país. En Estados Unidos, donde también las elecciones presidenciales son inminentes, el presidente Bush ya ha anunciado medidas urgentes para frenar la posible recesión que se avecina, entre las que se encontrarían devoluciones de impuestos a los ciudadanos y reducciones impositivas para las empresas, tal y como publica The Wall Street Journal.Los ciudadanos, desde las gradas -y casi a boca de urna-, aceptan de buen grado todo tipo de reducciones...