Ramón Llamas

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El abastecimiento de agua en las grandes ciudades

Los países industrializados y en vías de desarrollo deben hacer esfuerzos para resolver las necesidades de agua de las ciudades. Desde mediados de este siglo existe una fuerte tendencia migratoria desde las zonas rurales a las zonas urbanas. Desde 1960 a 1990 la población urbana pasó de 1.000 millones a 3.500 millones y es previsible que esta tendencia continúe en los próximos treinta años. Entre las diversas causas de esta emigración hay dos especialmente significativas. La primera es el desarrollo tecnológico agrícola, que ha permitido aumentar considerablemente la producción por unidad de superficie cultivada y por trabajador agrícola; por tanto hace falta mucha menos mano de obra para producir los alimentos necesarios para la humanidad. La segunda, radica en que la mayor parte de la riqueza en todos los países se produce, principalmente, en las zonas urbanas. Esto es un hecho claro en los países industrializados en los que la población activa dedicada a la agricultura rara vez alcanza el 10% del total. En los países en vías de desarrollo en las zonas urbanas se suelen producir dos tercios de la riqueza del país, aunque en esas zonas urbanas sólo vive un tercio. Es, pues, poco probable que vaya a cambiar la tendencia de la población a emigrar a las zonas urbanas desde las rurales. Por ello, tanto esos países en vías de desarrollo, como los industrializados, deben hacer un esfuerzo no despreciable para garantizar un adecuado abastecimiento de agua y un saneamiento de sus zonas urbanas en constante expansión. En conjunto, a nivel mundial, puede decirse que el problema del abastecimiento de agua para las zonas urbanas no es un problema de escasez del recurso, sino de una deficiente gestión. Basta quizá recordar que el principal uso del agua a nivel mundial es el regadío, con un 6070% de los usos totales. En España, según la Memoria del Plan Hidrológico Nacional (versión de abril 1993), los usos urbanos suponen aproximadamente el 12%, el regadío el 8085% y el resto son usos industriales independientes, es decir, no unidos a un sistema urbano. La problemática del agua urbana varía de modo muy considerable de una región a otra, en función, principalmente, de sus condiciones climáticas, pero también influyen notablemente sus circunstancias económicas, políticas y culturales. Incluso dentro de España hay cambios notables. El uso urbano supone sólo el 4% en la cuenca del Ebro; en cambio, llega al 53% en el Pirineo Oriental. En cualquier caso, los problemas de abastecimiento y saneamiento urbano no son científicos o tecnológicos, sino económicos y políticos. De acuerdo con el espíritu del reciente Manifiesto de Heidelberg (1992), pensamos que no hay motivos para actitudes catastrofistas en relación con el aumento de la población, ni con su concentración urbana. Como antes se dijo, el uso del agua para abastecimiento urbano en España es una pequeña fracción del total de los usos de agua. Parece, pues, que no deberían existir en España problemas de restricciones de agua para usos urbanos. Sin embargo, ha habido restricciones en épocas recientes; y las...