Juan Carlos Elorza

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EL museo de Burgos, un nuevo criterio

En la década de los 60, varios Museos Provinciales cambiaron sus antiguos nombres de Museos Arqueológicos o Museos de Bellas Artes para pasar a denominarse con el nombre de la provincia en que se encontraban. La medida no sólo pretendía aclarar la dependencia administrativa —se trataba de museos de titularidad estatal—, sino que también, de alguna manera, delimitaba el ámbito de dichos centros. Conviene recordar que la mayor parte de los museos, a veces llamados provinciales, tuvieron su origen en las Comisiones de Monumentos creadas el siglo pasado a raíz de las leyes desamortizadoras. Estas Comisiones fueron las encargadas de recoger y almacenar, como embriones de los futuros museos, los objetos artísticos existentes en monasterios y conventos que no fueran utilizados para el culto en las cercanas iglesias parroquiales. El criterio de recogida y selección de las obras con este destino fue muy variado. El archivo del Museo de Burgos conserva un documento de 1847 en el que el vicepresidente de Ja Comisión Central de Monumentos, Sr, Duque de Veragua, insta a los Comisionados de Burgos para que, en e! caso de la recogida de obras en el monasterio de San Salvador de Oña, elijan bien los objetos de mayor valor y no se dejen guiar simplemente por el tamaño de los lienzos. A este respecto, llama la atención la diferencia notable que existe en las colecciones de los museos de aquellas ciudades en que se mantenían activas academias u otro tipo de corporaciones culturales, como es el caso de Valencia, Sevilla, Zaragoza, Cádiz, etc., con series pictóricas de primera calidad, y, por el contrario, los museos de aquellas ciudades donde no se dio esta circunstancia. Al acometer en época muy reciente la reestructuración, con criterios museológicos, de la mayor parte de este Sipo de museos, se puso de manifiesto, por una parte a irregularidad de las colecciones y por la otra la poca claridad de su función dentro de su propio entorno cultural. No estaba muy claro qué era un museo, de contenido variado, en una capital de provincia, y cuál su función cultural. Otro dato a tener en cuenta es que en Ja vieja Europa, y España es un claro ejemplo de ello, las ciudades históricas poseen numerosos contenedores de carácter monumental que albergan, en muchos casos, importantísimas colecciones de arte. El museo de la provincia no puede ni debe pretender entrar en competencia con estos conjuntos monumentales que desde su fundación, en algunos casos de época medieval, han ido conservando e incrementando un notable patrimonio, difícilmente igualable por el del propio museo. Aspecto bien distinto es el ejemplo de los museos monográficos de autores contemporáneos. Precisamente también por esto el museo debe buscar su espacio y definir su función. La experiencia de Burgos La experiencia realizada en el Museo de Burgos responde a un criterio muy sencillo: el museo, además de todas las otras finalidades que le confiere tanto la legislación como las definiciones teóricas, conserva y exhibe el resultado de la actividad cultural de los que han habitado esta tierra desde...