José María Odriozola

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Nueva Revista

El dopaje en el deporte

El organismo humano es, con toda certeza, la máquina más perfecta que existe en la naturaleza. A pesa r de siglos de estudios cada vez más sofisticados y profundos, todavía no conocemos con exactitud infinidad de componente s de sus estructura s ni cómo funcionan o se interrelacionan entre sí. El deportista de élite dispone de un cuerpo bien dotado para el ejercicio físico, al que ha ido mejorando en su rendimiento por entrenamientos cada vez más complicados, fatigantes y que exigen una dedicación total. La competencia e s cada vez mayor y se buscan nuevos sistemas para apurar hasta el limite las posibilidades naturales de estos organismos, para que actúen con la máxima capacidad y eficacia en la ejecución de un determinado movimiento o acción deportiva. Ello supone, en numerosos casos, un desgaste muy por encima del habitual de sus estructura s celulares, que requieren una continua renovación y mejora con el fin de responder a las crecientes demandas que se les exigen. Para mantener el equilibrio homeostótico interior, evitando lesiones, agotamiento o desnutrición, hay que dar al organismo una dieta equilibrada y con aporte calórico suficiente, que, unida a las necesarias horas de descanso reparador, le permitan asimilar los fuerte s y continuados requerimientos físicos y seguir funcionando a su máxima capacidad. Cómo rendir más Pero, ¿no hará falta nada más, cuando se está rozando el límite de las posibilidades de cada uno? ¿Y si con una pequeña ayuda biológica, con un aporte de sustancias suplementarias, se pudiera mejorar más el rendimiento de un deportista de élite? Hay ocasiones en que faltan componentes esenciales en la dieta de un deportista y suplementa r con vitaminas, calcio u otro oligoelemento, es no sólo aconsejable, sino necesario. También existen métodos basados en experiencias científicas para inducir, de forma natural, a un mayor acopio de reservas energéticas, como el sobrealmacenamiento de glucógeno muscular ante s de un maratón. Pero no parece conveniente, ni siquiera rentable a largo plazo, la administración de sustancias suplementarias que sólo conduzcan a una supuesta mejora inmediata del rendimiento atlético, de muy difícil atribución, siguiendo criterios científicos, a ese tratamiento. Y mucho menos recomendable cuando esos suplementos no cumplan con los mínimos requisitos exigibles para su uso humano. Hay que conocer con exactitud la composición molecular de lo que se toma o se inyecta (a veces, sólo s e sabe el nombre comercial del fármaco) y qué efectos fisiológicos, primarios y secundarios, ocasionan o puede n producir en un organismo humano sano, a corto y largo plazo. Y, por supuesto, ponerlo en conocimiento del deportista previamente y de la forma más clara posible. Además, no parece imprescindible usar estos suplementos artificiales para poder llegar a triunfar plenamente en un deporte de alta competición. Muchos atletas, sobreponiéndose a lesiones o enfermedades, Cegaron y s e mantienen en la cumbia del deporte mundial, siendo unos acérrimos defensores y practicante s de la no utilización de fármacos para la mejora del rendimiento deportivo. Sigue habiendo, como ellos han demostrado, métodos naturales para...