Jaume Subirana

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20 títulos y un relevo

Si bien es cierto que la literatura es sólo literatura y que un autor trabaja autónomamente como autor (como artista) escriba en la lengua que escriba, también lo es que desde el punto de vista sociocultural una literatura con un mercado potencial de tan sólo seis millones de lectores se ve obligada a un eterno revisionismo: ¿Editamos más o menos? ¿Vendemos lo mismo? ¿Ya se puede vivir de esto? ¿Qué hacer para que nos conozcan y nos reconozcan fuera? ¿Estamos a la altura de...? Volviendo la vista atrás, la narrativa en catatán ha dado durante los últimos años una docena de títulos altamente recomendables, ha sabido mantener y ha luchado por ampliar la conexión con el público a través de otra docena de libros más o menos importantes pero que tienen el mérito de haber sido reiteradamente reeditados (y con ello haber alimentado la ilusión de un mercado autóctono y autónomo) y, finalmente, ha visto llegar a los boletines de novedades y a las mesas de las librerías un sinfín de nombres y apellidos nuevos, mayoritariamente jóvenes, que a veces incluso han hecho la competencia a «los de siempre». El balance definitivo queda en manos de cada cual, pues también es verdad que lentamente desaparecen los grandes nombres (la década empezó llevándose a Llorenç Villalonga, en 1981 murió Josep Pla, en 1983 Mercé Rodoreda y en 1990 Manuel de Pedrolo) y que no dejan herederos claros, que ha crecido mucho el número de títulos pero muy poco el promedio de ejemplares vendidos, que falta una mayor estructura de divulgación y estímulo de nuestras letras en revistas, radio y televisión. Los títulos Pero vamos a los títulos. Decíamos que una docena de libros más que recomendables validan la narrativa en catalán en los últimos años. De entre ellas, las más recientes son el millar de páginas de Miquel de Palol y su multipremiado El jardí deis set crepuscles, el hercúleo recorrido por la Valencia intramuros de la mano de Joan Francesc Mira en Els treballs perduís y el premio Josep Pía 1990: Illa Flaubert, del mallorquín Miquel Ángel Riera, recientemente aparecida en castellano. De hecho, la mayoría de ¡as obras de este apartado han sido o están siendo vertidas al castellano, y ello constituye por sí mismo una importante novedad. De momento, sin embargo, la receptividad por parte de un mercado enamorado de su «nueva narrativa» parece más bien escasa. Pero continuemos. Hay que retener también títulos excelentes como Camí de Sirga, de Jesús Moneada, éxito por una vez de crítica y público; Retrat d'un assasí d'ocells, de Emili Teixidor, y hace ya algo más de tiempo el esencial Fra Junoy o l’agonía deis sons, de Jaume Cabré, o los cuentos de Quim Monzó en L'illa de Maians (aunque algunos de sus admiradores quizá preferirían su última novela. La magnitud de la tragèdia). Justo tras los libros hasta aquí citados habría que situar un grupo de buenas novelas que dan continuidad y solidez al género, visto en perspectiva; son obras como Els colors de...