Antoinette Kankindi

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Nueva Revista

El socialismo y su necesidad de una moral laica

El debate en torno a la asignatura de Educación para la ciudadanía, que el Gobierno español ha introducido en el currículo escolar desde el año 2006, puede constituir una buena oportunidad para la reflexión constructiva si se consigue dejar a un lado el terreno de la polémica y de la ideología. Aunque resulta una tarea difícil desde el momento en que un Estado trata de imponer, mediante una maniobra ideológica, sus propios planteamientos morales.A la sociedad le quedan pocas alternativas ante semejantes medidas, pero no puede dejar de manifestar su rechazo frente a una moral impuesta bajo el pretexto de una reforma educativa. Ese pretexto radica en la suposición de que el Estado tiene la responsabilidad de forjar una democracia que requiere de sus miembros que se muevan en sus mismas coordenadas de comportamiento. Con este tipo de proyecto, el Estado reclama para sí el monopolio de las ideas que fraguan verdaderos ciudadanos democráticos. Por eso las razones del rechazo social deben ser prioritarias en relación con la agenda democrática propugnada por las políticas de los organismos supranacionales, guardianes autoinstituidos de la democracia.No se tratará aquí de los contenidos de la Educación para la ciudadanía. En su lugar se presentarán algunas críticas de Charles Péguy a la más emblemática introducción de una moral de Estado en la enseñanza, la que llevó a cabo el gobierno francés en 1880, que pueden ayudar a comprender mejor el tema.LA EXPERIENCIA FRANCESAUna mirada hacia la reforma llamada «de Jules Ferry» ayudará a responder a la pregunta de por qué el socialismo necesita una moral laica. Y a su vez esa respuesta permitirá explicar el tipo de democracia que se propone como modelo. La laicización iniciada por Ferry, concreción de una línea iniciada en la Revolución Francesa, preocupó también a los ideólogos del Directorio de 1795. Para crear un saber social que difundiera la Ilustración, los ideólogos pensaron en una reforma educativa porque consideraban que la formación tradicional humanística era arcaica y querían sustituirla por la instrucción científica. La polémica sobre la cultura humanística, a la que Péguy llamó «el gran debate del pensamiento moderno», permanece viva hoy.Después de la derrota frente a Alemania en 1870, los republicanos bloquearon el gobierno ultraconservador, que defendía una moral tradicional, introduciendo una moral laica a través de la educación. Creían que el conservadurismo político del gobierno que habían derrocado se apoyaba en un conservadurismo religioso. Para ellos, la religión era una amenaza a la democracia, de ahí que, tras el fracaso del conservadurismo, el nuevo régimen de la República debía ser laico. Para ello necesitaban una doctrina ad hoc a la que se denominó moral laica, un civismo republicano que subrayaba el rechazo de una ética que remitía a la religión para justificar la universalidad y la no negociabilidad de sus dictados. La manera de introducir esa doctrina a través de los programas escolares fue ideada por Ferry, ministro de educación. La creación de la escuela pública y los violentos conflictos entre el clericalismo y el anticlericalismo...