Andrés Sahuquillo

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Licenciado en Filología clásica, traductor, lector de Español en la Universidad de Durban (Sudáfrica)

La Historia de Inglaterra contada por Jane Austen

Jane Austen advierte en el encabezamiento de su Historia que no habrá muchas fechas en ella. No voy a ser menos —sería más en este caso— que la autora, de sobra conocida por el público lector y espectador, y explayarme en erudiciones a propósito de un texto que se mofa de ellas. Solo decir que cuando compuso esta obrita era el 26 de noviembre de 1791, apenas tenía dieciséis años y ya poseía los mismos dones y el mismo dominio del material y de la forma que la harían maestra del ingenio. Ingenio que va en primer lugar dirigido contra el que narra, a la vez parodia y escudo protector. La obra que aquí parodiaba es la muy popular Historia de Inglaterra de Goldsmith, de uso en todas las escuelas de la época.Su simpatía y compasión por la Reina de Escocia y por la causa de los Estuardo es auténtica y las conservó toda su vida; su alegato apasionado también lo es. Esto ha hecho pensar a algunos que la joven escritora tenía dificultades con su tono. No creo que haya tal. La sensatez de Jane Austen tiene una comicidad maravillosa que despojaríamos de todo su encanto si nos olvidáramos de su genuina sensibilidad. Es precisamente ese tono a la vez sentido y consciente de su propio exceso lo que tiene un sabor tan peculiar. Sería un error igualmente cómico tomarse la ironía demasiado en serio, como quien se ríe de una anécdota en el lugar equivocado en vez de sonreír por el donaire con que se cuenta.La Historia de Inglaterra fue vuelta a copiar a mano e ilustrada por la hermana de la autora junto a otros escritos juveniles destinados al solaz de su familia. Incluida en el segundo de los tres volúmenes en 4º, pasó a los descendientes de su hermano Francis, al que se alude en el texto compárandolo con Drake. Propiedad ahora de la Biblioteca británica, los tres cuadernos se editaron en 1993. ENRIQUE IVENRIQUE IV ascendió al trono de Inglatérra para su gran satisfacción en el año 1399, después de haber convencido a su primo y predecesor Ricardo II de que abdicara en su favor, y se retiró para el resto de sus días en el castillo de Pomfret, donde sucedió que fue asesinado. Hay que suponer que Enrique estaba casado, pues con certeza tuvo cuatro hijos, pero está fuera de mi alcance informar al lector quién fue su mujer. Sea como fuere, no vivió para siempre, sino que al caer enfermo, su hijo, el Príncipe de Gales vino a llevarse la corona, después de lo cual el Rey pronunció un largo discurso sobre el que remito al lector a las Obras de Shakespear,1 y el Príncipe pronunció uno todavía más largo. Estando las cosas así arregladas entre los dos, el Rey murió y le sucedió su hijo Enrique que previamente había atizado a Sir William Gascoigne.ENRIQUE VDespués de tomar la sucesión del trono, este Príncipe se reformó por entero y se volvió simpático, desechó...

Henri Michaux, La ética de la alucinación

Henri Michaux nació en Namur, Bélgica, el 24 de mayo de 1899, donde pasó una infancia y adolescencia retraída y lectora.A los 20 años abandonó sus estudios de Medicina y se embarcó en un mercante hacia Suramérica. Dos años después vuelve a la detestada Bruselas y la lectura de Lautréamont le incita a escribir. En 1924 se instala en París. Del Surrealismo sólo le atrae la pintura, Paul Klee en especial: el descubrimiento de una plástica que no se limita a copiar la realidad le conmociona profundamente. En 1927 publica "Quién fui" en la N.R.F. "Esto no es Literatura", protestan algunos, y Michaux está pronto a darles la razón; el concepto tradicional de poesía le parece narcisista y vacuo. Fruto de sus viajes por América y Asia son Ecuador (1929) y Un bárbaro en Asia. El costumbrismo le deja indiferente, los viajes son para él una confrontación con su propio interior. En la India descubre un pueblo dedicado a la religión concebida como posesión y dominio de lo divino. Su reacción ante esa especie de mecánica espiritual es de fascinación y recelo.A partir de entonces, escribe y publica una serie de libros donde su peculiarísimo estilo alcanza la madurez: Viaje a Gran Garabaña, Entre centro y ausencia (1936); Plume, seguido de Lejano interior (1938), En el país de la mapa (1941), Meidosems (1948), La vida entre los pliegues (1949) y Frente a los cerrojos (1954).Llevó siempre una vida retirada, lejos de cafés, cenáculos y escuelas literarias. En 1937 fue redactor jefe de Hermes, revista dedicada a estudiar las relaciones entre religión, espiritualidad y poesía.En 1948 su mujer había muerto a causa de muy graves quemaduras. Michaux escribe entonces sus páginas más desgarradas. Durante largos períodos deja la escritura y se dedica exclusivamente a pintar. Muere en 1984.A propósito de sus escritos inspirados en la mescalina, el escritor declaró que "a los aficionados a la perspectiva única, pudiera venirles la tentación de juzgar en adelante la suma de mis escritos como la obra de un drogado. Bien que lo siento. Pertenezco más bien al tipo de bebedor de agua. Jamás licores ni excitantes y, desde hace años, ni café, ni tabaco, ni té. Un vino muy de tarde en tarde, y poco. Tomar y abstenerse, sobre todo abstenerse. La fatiga es mi droga, para quien le interese".Cuando Michaux comenzó sus experiencias con la mescalina en los años cincuenta, había publicado ya parte esencial de su obra, cuyo estilo y contenido no ceden en extrañeza a la obra que nos ocupa: ¿un alucinado congénito?Abramos uno de sus mejores libros, Plume, escrito veinte años antes de El infinito turbulento. Tomando una fórmula que continuó en otros volúmenes, éste se compone en gran parte de relatos de viajes imaginarios, cuya tradición en la literatura occidental es milenaria. Pero si Michaux quiso incorporarse alguna vez al género, hay que reconocer que su postura es absolutamente excéntrica. Leyendo alguno de los viajes de Luciano, Swift, Voltaire o Lem, comprobamos cómo se arman de ironía contra...