Álvaro Lucas

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Periodista. Director de Nueva Revista entre 2006 y 2009

Un compromiso de futuro

El día que conocí a Antonio Fontán fue también uno de esos días lluviosos de noviembre, hace ya cuatro años. Un amigo me llamó para decirme que don Antonio buscaba un director para Nueva Revista y me decidí a llamarle. Me recibió en un piso de la calle Fleming que más que un despacho parecía una tienda de libros usados —estuve hace poco y no ha cambiado nada, los libros existen para leerlos y trabajarlos—. Sentados en un par de sillones orejeros pasamos dos tardes enteras hablando de la revista, de sus principios, de su interminable abanico de colaboradores y de sus entonces ya más de cien números que veía aparecer en las manos de don Antonio como si fuera un prestidigitador sin saber muy bien de qué montón de libros, detrás de qué fotografía o de qué estantería los sacaba. Así fue cómo conocí personalmente a don Antonio y cómo, de un modo que todavía no me explico, decidió incorporarme a su ya maduro proyecto que era Nueva Revista —la publicación tenía dieciséis años—. Contaba yo en mis alforjas con mis estudios en periodismo y publicidad, algunos años dedicados a la comunicación, la creación de un pequeño foro de opinión (el COP) y, eso sí, una ilusión tremenda por trabajar cerca de una persona que destilaba sabiduría en cada palabra que pronunciaba. Como digo, aquello ocurrió hace cuatro años y en estos días Nueva Revista, «la revista de Fontán», celebra su vigésimo aniversario. Veinte años en los que don Antonio, junto con un numeroso grupo de valiosas personas, ha mantenido encendida una pequeña llama de cordura y moderación liberal en un momento clave del desarrollo democrático de España. Nueva Revista ha sido siempre una corriente de pensamiento, un estilo de hacer y entender las cosas, un espíritu en definitiva que se extiende a través de todas las personas que han participado y colaborado en sus páginas y su entorno.  Que Fontán es mucho más de lo que representa Nueva Revista es algo de lo que no cabe ninguna duda, pero sí me atreveré a afirmar que, pasado el tiempo de estar en primera línea, ha sido a través de esta publicación donde ha conseguido mantener unidas las esencias de todo aquello que le ha hecho grande y donde, más que en ninguna otra ocasión, ha logrado transmitir sus convicciones. Gracias a ello, Nueva Revista ha sido siempre, desde el principio —lo he bebido de las fuentes— más que una mera publicación, una corriente de pensamiento, un estilo de hacer y entender las cosas, un espíritu en definitiva que se extiende a través de todas las personas que han participado y colaborado en sus páginas y su entorno. Se podría decir que todos nosotros hemos contraído una deuda importante con Fontán, pero nos equivocaríamos al escoger esa palabra, porque lo que de verdad ha logrado con su ejemplo y sus enseñanzas es trasladarnos su compromiso para que lo hagamos nuestro. Un compromiso con la libertad, un compromiso con nuestro país y nuestra sociedad, un compromiso con la cultura y nuestras raíces cristianas. No estamos viviendo un buen momento, desde luego, y se podría decir que la participación en la vida pública de todo aquel...
Nueva Revista

Conversación con Javier Fernández Lasquetty (Consejero de Inmigración y Cooperación de la Comunidad de Madrid)

«El modelo de desarrollo que está sacando y ha sacado a muchísimas personas de la pobreza está basado en la libertad y no en el intervencionismo»

Una región particular ¿Qué pasa con Navarra?

Hace escasas semanas tuvo lugar la ruptura del pacto político que desde el año 1991 mantenían el Partido Popular y Unión del Pueblo Navarro (UPN), un acuerdo cuyo eje principal consistía en que los populares no concurrieran a las elecciones municipales y autonómicas en territorio navarro porque lo harían en su lugar los regionalistas navarros.
Nueva Revista

Laicidad y laicismo por cuarta vez

La reciente visita de Benedicto XVI a Francia ha servido para poner de relieve una vez más la diferencia que existe entre el concepto de «laicidad» y el de «laicismo». El primero hace referencia a la separación entre el Estado y las Iglesias, y el segundo se puede definir como la acción del estado en pos de la exclusión de todo lo religioso en el ámbito público.En los últimos años, con intención de facilitar una mejor comprensión del significado de ambos términos, se ha acuñado uno nuevo, el de «laicidad positiva». Parece que se hace por la necesidad de mostrar a la sociedad que la separación entre el Estado y las Iglesias no tiene ninguna connotación negativa, más bien al contrario. Y que se equivocan aquellos políticos que esgrimen la laicidad para justificar decisiones que persiguen perjudicar a instituciones religiosas o a ciudadanos que no ocultan su condición de creyentes.Nueva Revista ha venido profundizando en estas ideas desde hace algún tiempo gracias a la aportación de algunos de sus colaboradores, expertos en la materia. En el número 86 de la publicación, correspondiente a los meses de marzo y abril de 2003, Andrés Ollero, catedrático de Filosofía del Derecho y miembro de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación, comienza su artículo titulado «Laicidad y laicismo» parafraseando una denuncia que alguien hacía de la siguiente manera: «Se pide a una buena parte de los ciudadanos que renuncien a contribuir a la vida social y política de sus propios países, según la concepción de la persona y del bien común que consideran humanamente verdadera y justa, a través de los medios lícitos que el orden jurídico democrático pone a disposición de todos los miembros de la comunidad política».Ollero argumenta que estas palabras harían saltar las alarmas de todas las democracias pero que en este caso concreto no lo hacían —muy al contrario— porque el autor de aquel reproche era el por aquel entonces prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el cardenal Joseph Ratzinger, hoy Benedicto XVI.Años después, en el número 103 de Nueva Revista, Rafael NavarroValls vuelve a recurrir al título «Laicidad y laicismo» para dejar constancia de «un discreto renacer de la noción de laicidad como contrapuesta al laicismo» que hacía más comprensible que el Tribunal Constitucional de nuestro país hubiera puesto el acento en su vertiente más positiva, recalcando que la aconfesionalidad —laicidad— del Estado no implica que las creencias y sentimientos religiosos no puedan ser objeto de protección sino que, antes al contrario, el respeto de esas convicciones se encuentra en la base de la convivencia democrática.Ambos autores hacen especial énfasis en distintos aspectos de esta cuestión. Andrés Ollero denuncia un «déficit de laicidad» por parte incluso de la Iglesia, no en cuanto a jerarquía, sino en sentido amplio, de aquellos ciudadanos que la forman —fieles— que no resultan serlo tanto en el ámbito público y que en muchos casos esgrimen como justificación de su comportamiento una falsa laicidad, mientras que Rafael Navarro-Valls, por...

No hay una revolución creadora sino una creación evolutiva

La polémica actual que tiene lugar sobre todo en Estados Unidos, donde hay estados que rechazan cualquier explicación evolutiva del origen del ser humano, no es más que un grito de «basta ya», de evitar el adoctrinamiento escolar de los hijos.

Huid del escepticismo

Se cumplen treinta años desde que se editara por primera vez esta pequeña obra de Christopher Derrick (Ediciones Encuentro, 1982 y 1997) que incluye como subtítulo Una educación liberal como si la verdad contara para algo. No era idea original suya y por ello pide disculpas a su gran amigo E. F. Schumacher autor del libro Lo pequeño es hermoso: una economía como si la gente contase para algo.

Escritores de cine. Relaciones de amor odio entre doce autores y el celuloide

Nacido en Zaragoza en 1966, José María Aresté ha dedicado gran parte de su vida al cine a pesar de ser licenciado en Ingeniería de Telecomunicaciones, lo que pone de relieve una vez más que no es incompatible cursar una carrera de ciencias y dedicarse al arte, en este caso al último en llegar, el séptimo.

El apartamento

Una de las películas más famosas del director Billy Wilder (1906-2002), El apartamento, protagonizada por Jack Lemon y Shirley McLaine, le sirve al autor para reflexionar sobre cuestiones políticas. Se pregunta ¿podrá de verdad España convertirse en eso... en un apartamento?

Cartas a un joven católico

Tras la publicación de su biografía sobre Juan Pablo II, George Weigel se ha convertido en una eminencia periodística en los temas que atañen a la sociedad actual.Su clarividente visión de los problemas que acucian a una Europa en pugna consigo misma, y su compromiso con los valores de Occidente, le han valido el reconocimiento de multitud de lectores en EE.UU. y la traducción al español de algunas de sus obras, como es el caso de Cartas a un joven católico.
Nueva Revista

Las palabras de Benedicto XVI

 Nueva Revista no puede ni desea quedar al margen de las valoraciones realizadas tras las palabras de Benedicto XVI, en la Universidad de Ratisbona el pasado 12 de septiembre, que han suscitado la polémica hasta el punto de ser el centro del debate internacional en los últimos días.Benedicto XVI ansiaba llevar a cabo esta visita a su tierra natal por el cúmulo de recuerdos y experiencias vividas a lo largo de su infancia y juventud —el recuerdo de sus padres y de su hermana ya fallecida, departir nuevamente con su hermano Georg en un contexto familiar—. Y también, por su puesto, volver al ámbito académico que ha sido su medio de vida durante muchos años y, a tenor de su discurso, lo sigue siendo todavía. Pues bien, lo que se suponía iba a ser un viaje entrañable ha sido la excusa de algunos para, en un mundo globalizado en el que lo fácil es juzgar los hechos a partir de los titulares de prensa, intentar sin éxito que el Papa no fuera profeta en su tierra.La intención de las palabras del Papa no escapa a nadie que haya leído su discurso completo. Benedicto XVI, en lo que algunos especialistas han calificado como «un discurso académico impecable», trata de plantear la inevitable relación entre la fe y la razón, un diálogo que proviene del origen helénico de Europa, anterior al cristianismo y que la propia Europa ha marginado despectivamente limitando la razón al corsé del empirismo y, en definitiva, al método que aspira supuestamente a ser científico.Algunos, pocos en realidad, pero como siempre teledirigidos, han protestado exageradamente por las palabras del papa Benedicto XVI pero «de hecho», dice Jeff Israely en Time, «los treinta y cinco minutos de discurso del Papa podrían representar el paso más importante en el diálogo interreligioso desde el primer encuentro celebrado en Asís con esta finalidad y bajo el patrocinio de Juan Pablo II».De igual modo, Phillip Blond, explica en el International Herald Tribune que el discurso de Benedicto es una llamada a una nueva clase de diálogo interreligioso. «Con su discurso el Papa plantea la necesidad de impulsar otro nuevo compromiso entre las distintas confesiones. A su vez, el Papa reconoce que los cincuenta años de diálogo liberal no han logrado absolutamente nada porque el marco en el que se ha desarrollado la relación entre religiones ha sido una variante del fundamentalismo secular».Para glosar la diferencia entre Occidente y Oriente, el Papa alude a los orígenes helenísticos de la cultura occidental incorporados por el cristianismo en un nivel filosófico. Unos orígenes que conllevan la complementariedad ineludible entre la fe y la razón. En sus escritos teológicos, Ratzinger recuerda la apuesta del primer cristianismo a favor de la razón. Para creer hay que pensar. Por la razón tenemos conocimiento de Dios, pero este conocimiento se debe completar a través de la fe. Esta cuestión, en aras a un diálogo transparente entre religiones, lleva a Benedicto, además de a señalar los puntos en común, a identificar...
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Benedicto XVI y el muro invisible

En los últimos años se ha difundido la idea de la necesidad de una Europa unida y como consecuencia de ello, se ha tratado de dar un impulso al proceso de construcción europea. Benedicto XVI juega un papel importante porque fortalece el desequilibrio entre la capacidad científica y técnica, y la fuerza moral.

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Alisios para Europa

No existe el viento favorable para el marinero que no tiene un rumbo que seguir». Así epilogaba el europarlamentario italiano, Lapo Pistelli, su intervención en el grupo de trabajo que debatía sobre el modelo económico y social que debe propugnar Europa si quiere seguir siendo Europa.Era el pasado lunes 8 de mayo, en la sala 3 C 5 0 del edificio Paul Henri Spaak del Parlamento Europeo. Enfrente, otro grupo debatía sobre las fronteras del continente, y en otras salas se discutía sobre libertad, seguridad y justicia; y sobre los futuros recursos financieros de la Unión. Más de doscientos parlamentarios —nacionales y europeos— intercambiaban opiniones intentando atisbar un futuro para Europa. U n porvenir, si no debilitado, al menos, ralentizado por la negativa de los ciudadanos franceses y de los Países Bajos a refrendar el Tratado Constitucional.El miedo era tal a entrar en un debate a vida o muerte sobre la situación crítica de Europa que ya en el prefacio el presidente del Parlamento, Josep Borrell, había advertido a los participantes de que aquello no era más que un pre de un pre y que no se debían sacar conclusiones que fueran a condicionar políticas o estrategias ulteriores. A lo mucho, una breve recapitulación de diez minutos por grupo de trabajo llevada a cabo por los ponentes correspondientes. Todo ello para que desde el hemiciclo de la Unión se diera por válido oficialmente el inicio del periodo de reflexión.Europa hace examen a pesar de la inminente ratificación por parte de los estonios y de las futuras adhesiones previstas. La duda es el denominador común en las mayorías de las intervenciones. ¿El modelo del que hablamos es un único modelo o son varios? Unos apuestan por la unidad, otros por la diversidad ¿Responde dicho modelo al reto de la mundialización? ¿Se debe ver la globalización como un peligro o como una oportunidad? ¿Puede tildarse de exitoso un modelo económico que arrastra como un lastre su alta cifra de desempleados?Europa necesita contestar a todas esas preguntas que sus hijos le hacen pero no puede hacerlo sin la ayuda de todos. En el mejor de los casos, hasta 2009 no está previsto que la Constitución sea una realidad. Pero, para ello, la ficha tiene que volver a la casilla de Francia y Países Bajos. ¿Qué pasará? Volver a votar puede llegar incluso a ser ridículo, pero por Europa puede que haya alguien dispuesto. A ello se suma que, además, en el resto de países miembros —aquellos que ya se han beneficiado de alguna manera de Europa— no existe tensión ni preocupación por el futuro del continente, la mayoría de la gente desconoce que Europa ha desaparecido de la actualidad y mucho menos el nombre de su raptor.Algunos animan a que mientras el tiempo pasa se impulse proyectos y avances concretos en determinadas políticas. No es mala la intención pero resulta que es el Tratado Constitucional el que reúne todas las condiciones necesarias para avanzar en esos proyectos al unísono. Sin la ratificación...