Alberto Ballarín Marcial

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Abogado

China, un gigante que se despierta

Alberto Ballarín Marcial ¿Qué puede ocurrir cuando China ocupe su lugar en el mundo? China es un gigante que está despertando, en un proceso inevitablemente largo de modernización. Tenemos que esperar al momento final, dentro de 20 ó 30 años, cuando se convierta, según lo previsto, en la primera o una de las primeras potencias económicas, para comprobar que la conocida profecía de Napoleón falla como yo espero que falle: el mundo no temblará sino que será más estable, más rico y más justo. Temblará quizá y no tardará mucho en hacerlo en el terreno de la competición comercial. Con todo, sería conveniente, para tranquilizarnos, verla renunciar a crear una marina de guerra oceánica, a exportar armas a los países malditos Irán, Irak, Libia y Siria. Nos convencería, sobre todo, si ayudase a resolver pacíficamente la crisis con Corea del Norte. Tal como se dice en el informe de la ONU sobre la materia, ha surgido un nuevo concepto de seguridad global que se enfrenta con las amenazas actuales a la existencia humana: el hambre, la enfermedad, el crimen y la represión. La productividad agrícola habrá de triplicarse de aquí a mediados de la próxima década.... Esta pacífica visión de futuro es la que respalda China, a juzgar por las declaraciones de su representante Yang Qingwei. En efecto, China se nos aparece hoy empeñada de hoz y coz en el crecimiento económico acelerado; desde 1979, a una media anual dei 10%; su renta per capita se duplico en la década de los 80, algo que preciso 50 años en USA y 35 en Japón. Sus exportaciones se incrementaron a una media del 17%, entre 1979 y 1992. En 1993 atrajo el 40% de todas las inversiones directas en el mundo en desarrollo. La nueva cara de este gigante la he podido ver en TEDA, la Zona Económica y Tecnológica de Desarrollo próxima a Tiensin, de 30 kilómetros cuadrados y con una población prevista de 900.000 habitantes; desde 1990 se viene duplicando cada año el producto bruto de las empresas allí instaladas. El espectáculo es impresionante: grúas, camiones, bulldozers, autopistas en construcción, nuevos hoteles, clubs, urbanizaciones nuevas, una escuela de formación profesional. Hay 60 países representados en ese nuevo mundo internacional, en el que puede verse, por ejemplo, la gigantesca instalación de Motorola (250 millones de dólares). Ese desarrollo económico no va acompañado de una democratización política al estilo occidental. Tras alguna conversación de alto nivel estoy convencido de que los chinos no tienen prevista, por ahora, ninguna apertura democrática, que exigiría una reforma de la Constitución de 1982, de clara inspiración marxista los instrumentos de producción son propiedad del Estado. Habrá atenuantes, pero no piensan cambiar el modelo: autoritario en lo político social, liberal y abierto al exterior en lo económico. Saben que atraen capital gracias a sus bajos costos laborales y a la disciplina de una población que obedece y trabaja; el orden público está garantizado. China ofrece además un mercado inmenso y una política inteligente de localización industrial y...