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Cuando era niño, este era el debate estético más importante de mi generación. Seguro que los ancianos lo están debatiendo todavía. De todos modos, fue un resultado desventurado de esos tiempos. En cualquier momento, siempre hay grupos de música que son muy interesantes, y la idea de que puedan ser reducidos a solo dos fue bastante tonta. El hecho es que ningún artista de la música popular llega a igualar la alabanza dirigida a los Beatles. Según su recepción, son genios trascendentes, son emblemas de toda una época. Son esencias extrañas de nuestra conciencia colectiva, etc., pero su música es absurdamente insuficiente.

Ya habrás adivinado en qué lado del debate me voy a poner. Pero en primer lugar déjame decir que la idea de la esencia de una generación, o de un zeitgeist, grabada en un disco de vinilo es una idea que viene de las concepciones modernistas de las artes y otras disciplinas. Se puede pensar en Beethoven o Van Gogh, o en Nietzsche, Picasso o James Joyce: son fuerzas extrahumanas de la naturaleza, genios trascendentes que vislumbran el futuro y nos llevan allí gracias a las grandes fuerzas visionarias que habitan dentro de sus cabezas.

La manera en que pensamos estas personas sirve a varias funciones, más allá de nuestro deseo de tener algo que venerar. Hacen más fácil contar las historias del arte, de la filosofía o de las ciencias: te permiten escribir un relato de grandes avances y de personajes singulares. En el fárrago de las artes o de las ideas, son nódulos: simplifican historias y experiencias en una taquigrafía que consiste en algunos nombres o esbozos biográficos. Además, nos interesan como estudios de personajes, o como estudios de la patología simbólica, siempre presente en nuestra imaginación entre lo híper eficaz y la enfermedad mental. La elevación de las personas a tales alturas es, creo yo, bastante aleatorio. Pero hace las cosas más fáciles y sacia nuestro deseo de admirar algo o a alguien sin condiciones.
Lo cual no quiere decir que una cosa valga igual que otra, o que un artista no sea mejor que otro. Pero sí quiero decir que nadie es más mejor que todos los demás, como imaginamos en el caso de Picasso o de los Beatles.

Avant la avant-garde
En parte, la divinización de los Beatles fue posible gracias al auge del arte vanguardista, que llegó al occidente en el siglo XIX con Manet. Las artes de vanguardia procedieron por una serie de innovaciones radicales o, desde otro punto de vista, por una serie de rechazos radicales del pasado: una serie de negaciones. Superar o destrozar el pasado es signo de genialidad, y el arte vanguardista consiste en una serie creciente de movimientos, cada uno definido en parte por su destrucción o negación del momento anterior:

impresionismo/fauvismo/cubismo/dadaísmo, por ejemplo o expresionismo/minimalismo/pop/conceptualismo

En el arte vanguardista, la autenticidad del artista y del trabajo se establece por la victoria ssobre el peso muerto de la tradición. El vanguardista se libera y nos libera de la opresión de la tradición y de las normas y restricciones que esta entraña.
En las artes tradicionales, en cambio —y aquí incluyo las artes plásticas como la cerámica y el textil—, la autenticidad del trabajo y del artista se establece por la continuidad con el pasado o por la maestría de las técnicas de la tradición. Normalmente la estructura es la de un gremio, en que el artista es aprendiz del maestro y asimila precisamente las reglas y las destrezas que el artista de vanguardia se dedica a destruir.

Apliquemos ahora estas distinciones a la música popular. La música country es un género muy tradicional y los músicos nuevos rinden homenaje constante a las generaciones anteriores. Es típico que una canción country trate de la música country, nombrando por ejemplo a Hank Williams o a Patsy Cline. Asimismo, es frecuente que intente enlazar con temas, paisajes o objetos tradicionales: la cerveza, por ejemplo, o los camiones (Taylor Swift los invoca mucho), o los pueblos pequeños.

Incluso en la música muy popular, o en el pop-country, se escucha la música tradicional de la guitarra de acero con pedal, del violín o de la mandolina. Por supuesto, la estructura básica de las canciones, o los temas melódicos, están dentro de una gama muy estrecha. También es de forma tradicional el blues. El compás del blues, su típica estructura de líneas recurrentes y transiciones, son detalles característicos, y aunque los artistas tengan la libertad de modificar estas formas, una desviación radical descalifica la canción: ya no es una canción blues.
La música country y blues han cambiado bastante con los años. Se han añadido instrumentos eléctricos y los maestros han introducido muchas innovaciones. Consideremos el estilo guitarrista de Robert Johnson, B. B. King, Eric Clapton, e incluso Jimi Hendrix; o la música armónica de Sonny Boy Williamson, Little Walter, Magic Dick, y recientemente, Jason Ricci. Sin embargo, estas innovaciones conservan una continuidad escondida. Si no, el músico no podría incluirse dentro del marco de blues o de country. Seguramente es el caso de Hendrix, cuya excelencia puede atribuirse a su habilidad de llevarse formas tradicionales y vanguardistas. Con el blues, Hendrix lo invierte, lo rinde, lo destruye y lo reconstruye hasta que no lo reconocemos; al final, lo prende fuego.

A lo largo del siglo XX, los géneros de la música popular americana se nutren el uno del otro. La música country tiene origen en la mezcla de varios estilos: de la comunidad negra y de la anglosajona de Appalachia, y del sur del país. Surgen estilos sincréticos como el rockabilly, el gospel o el estilo compuesto de country y de swing de Bob Wills y los Texas Playboys. También aparece el rock ‘n’ roll. El rock de Chuck Berry o de Elvis Presley es al mismo tiempo un estilo ecléctico y tradicional: es innovador por combinar elementos de blues y de country de modo nuevo, y es tradicional por prestar atención estricta a las formas que emergen de estas tradiciones. El rock temprano combinaba los estilos sincréticos tradicionales de los negros y de los anglos de la música popular del sur de los EEUU —el jump blues, el gospel, el rockabilly—en un todo que captaba e impulsaba hacia adelante las tradiciones de la canción popular norteamericana.

Sal de la tierra
Tanto los Beatles como los Stones eran aficionados a esta música y a los estilos que alumbró. Keith y Mick se conocieron por primera vez como coleccionistas de discos, siempre entusiasmados por encontrar el codiciado disco de blues que todavía no tenían. Como muchos jóvenes de todos los tiempos desde la invención de la música grabada, eran coleccionistas y aficionados. Y muchas veces profesaban una pureza tradicional (un rechazo de la cultura en que se encontraban): querían encontrar el disco grabado por el músico más puro, más simple, más representativo del blues.
Cavaron bajo la superficie ecléctica de la música popular rock para llegar a sus fuentes: el blues, el country y el gospel. Admiraban a músicos norteamericanos de raza negra, los consideraban auténticos representantes del estilo ecléctico de ritmo y blues, o lo que más adelante se llamaría la música soul. Tanto los Beatles tempranos como los Stones tempranos fueron grupos musicales que interpretaban la música de otros, siempre atentos a la música negra de los EEUU que podían interpretar para los oyentes británicos o europeos.
En particular, los Beatles tuvieron mucho éxito con esta técnica. De la música negra popular norteamericana tomaron, por ejemplo, la canción «Twist and Shout», la simplificaron, la pulieron y exageraron su ritmo esencial. Los discos tempranos de los Beatles son una apropiación, son la mejor expresión (no negra, no norteamericana) de la música popular negra de los EEUU. Son canciones claras y propulsivas, cantadas con unas melodías encantadoras. No creo que se deba criticarlas, porque los Beatles siempre rindieron homenaje explícito a sus fuentes. Tanto la música que tomaron como la música que escribieron son dignas de elogio.
Si nos pusiéramos a criticar toda la música anglosajona tomada de la música negra, tendríamos que criticar también a muchos de los músicos más populares del siglo XX: Bix Beiderbecke, Benny Goodman, Jimmie Rodgers, Hank Williams, Elvis Presley, Janis Joplin, Duane Allman, etc. Una raza no es dueña del arte, incluso del arte que tiene origen en esa raza, y si los anglos a veces se aprovecharon de esta música, o ganaron fortunas con estilos que no eran suyos, también relanzaron a los artistas que veneraron, les pagaron sustanciosos derechos de autores y les presentaron a nuevos oyentes. Muchos de los héroes de los Rolling Stones han ido de gira con el grupo a lo largo de décadas.
Aunque los Beatles y los Stones fueran excelente representantes innovadores de las músicas tradicionales norteamericanas, comprendieron que su influencia y popularidad se debían a estas tradiciones. Las formas tradicionales de la música popular norteamericana, especialmente la música de comunidad negra, han sido fundamentalmente la fuente de la música popular en todo el mundo durante un siglo, hasta la época de la música de discoteca y el hip hop. Sus combinaciones de simplicidad y sutileza, melodías y temas emocionantes, llaneza de expresión, estructuras sonoras excelentes que fomentan la improvisación (son manifestaciones de la improvisación musical, del sentido de arte a la vez meditativo e inmediato), la gracia de provocar el cuerpo a bailar: todos estos elementos ahora son el fundamento de la música popular en el mundo. Algunos de estos elementos tienen origen en África. La manera en que se comporta el público en un concierto de rock, con participación activa, se parece más a los contextos festivos y ceremoniales de África que a la música europea del siglo XIX.
La frase no tocada
De todas maneras, los Stones y los Beatles tuvieron inicios similares, pronto cada grupo tomó su rumbo propio. Ahora hay muchos factores que nos hacen preferible uno u otro. Por ejemplo, se situaron en polos opuestos en lo que se podría denominar el espectro moral. La imagen de los Beatles, a pesar de la realidad, era la de hombres jóvenes de familia bien, dóciles y encantadores. Por eso podían aparecer en todos los lugares, en todos los medios de comunicación. Es el personaje que se proyecta en «A Hard Day’s Night» y «Help!». En sus comienzos, los Beatles fueron objeto de amores adolescentes, lo cual no causó preocupación a los padres de las fans.
La distinción esencial de gente de bien continuaba mientras los Beatles llegaban a aparecer más hippies: dejaron crecer el pelo, se afiliaron al movimiento pacifista, tuvieron experiencias con las religiones orientales. En canciones como «All You Need Is Love», inspiradora pero vacía banda sonora de múltiples documentales sobre los hippies y la década de los sesenta, los Beatles captaron la parte positiva de la cultura joven de los años sesenta. Siempre proyectaban cierta ingenuidad, y muchas canciones suyas podían ser interpretadas por Raffi: «Yellow Submarine», con sus alegres dibujos animados, o «Magical Mystery Tour» eran esencialmente canciones infantiles, aunque fueran presentadas como complejas óperas en miniatura.
Los Stones proyectaban una imagen más oscura y peligrosa, flirteando constantemente con imágenes del diablo, por ejemplo en su «Their Satanic Majesties Request» o «Sympathy for the Devil», en que se presentan como el demonio encarnado, aunque con ironía. Por un lado, los Beatles se identificaron con el verano del amor: el disco Sergeant Pepper salió en junio de 1967. Por otro lado, los Stones se identificaron con Altamont, donde un guardia de los Ángeles del Infierno apuñaló a una persona que asistió al concierto. Los dos grupos representaron dos tipos de fantasía del deseo femenino joven: el muchacho bueno y el muchacho malo, el joven simpático que se vino a casa a conocer a tu madre, y el delincuente que conociste en la calle, que abusa de las drogas. Es el equivalente masculino del complejo de virgen-prostituta
La idea de los Stones como hermanos siniestros de los Beatles fue probablemente una yuxtaposición intencionada. Se conocían y a veces tocaban juntos, en el Rolling Stones Rock ‘n’ Roll Circus, por ejemplo, y probablemente se definieron en parte como complementarios. Pero aunque ambos empezaran como grupos que interpretaban la música de ritmo y blues o la música soul, no tardaron en tomar rumbos diferentes y este hecho es, creo yo, fundamental en cuanto a la cuestión de los Stones frente a los Beatles. Los Beatles inventaron un nuevo vocabulario musical que alimentó al rock ‘n’ roll durante más de una década. Los Stones inventaron también: su música llega a ser más aguda, más comprometida y más original con los años. Pero siempre hacían hincapié en los fundamentos del blues y del rock ‘n’ roll de sus principios. En cambio, los Beatles llegaron a ser, en el contexto de la música popular que atrae a grandes masas, artistas de vanguardia. Los Stones tienen una evolución mucho más parecida a la de las artes tradicionales.
Estás a dos mil años luz de casa
El momento de cambio en el estilo de los Beatles es 1965, con el álbum Rubber Soul, o 1966, con Revolver. Sin duda, el cambio se da por completo con Sergeant Pepper’s Lonely Hearts Club Band en 1967. He aquí algunas características del cambio: el abandono de la tonalidad blues y la adopción de una tonalidad más europea, o tal vez británica (McCartney identifica la música con la del music hall británico de los años cuarenta); el uso no solo de instrumentos básicos del rock (la guitarra, el bajo, la batería) sino también el sitar y, a veces, la orquesta completa; y el cambio temático, desde el amor inocente y el baile hasta el amor melancólico y, finalmente, la poesía sicodélica:
I told you about the walrus and me-man
You know that we’re as close as can be-man.
Well here’s another clue for you all,
The walrus was Paul.
Standing on the cast iron shore-yeah,
Lady Madonna trying to make ends meet-yeah.
Looking through a glass onion.
[Ya te hablé de la morsa y de mí, tío
Ya sabes lo mucho que nos parecemos, tío.
Pues voy a daros otra pista a todos vosotros,
La morsa era Paul.
De pie en la orilla férrea, yeah,
Lady Madonna intentando salir adelante, yeah.
Mirando a través de una cebolla de cristal].
Se puede pensar en una expansión radical del vocabulario de la música rock o, como pienso yo, en un rechazo de ese vocabulario. En una encuesta hecho por la revista Rolling Stone, «Yesterday» sale como la mejor canción rock de todos los tiempos, una opinión que puede ser refutada porque «Yesterday» no es la mejor en nada, ni siquiera pertenece al género. Si «Yesterday» es una canción rock, yo soy una morsa.
De todos modos, la evolución de los Beatles produjo momentos encantadores y melodías preciosas, por ejemplo, «Norwegian Wood» o «Across the Universe». Pero también produjo carretadas de estridencias y basura: la gran parte de su producción, desde el álbum Revolver hasta Let it Be, es rimbombante y frívolo. Una cosa es el Guernica de Picasso o el Ulises de Joyce; y otra muy distinta «Being for the Benefit of Mr. Kite». Opino que la evolución de los Beatles resultó en un desastre, no solo para ellos sino también para todo el género de la música rock. Por lo menos, deberíamos echarle en parte la culpa a los Beatles del anti rock insípido de, por ejemplo, Elton John o Billy Joel, y del rock pretencioso y vacío de grupos como Yes o Emerson, Lake y Palmer.
He aquí una mala idea: poner en un altar a unos jóvenes que cantan buena música pop y postrarse ante ellos como si fueran el mesías (Lennon: «Somos más grande que Jesús». Eran grandes, seguro. Pero la culpa no era suya, ni de Jesús, sino de su público). Muchas cosas les ocurrirán a estos jóvenes: primero, sean lo que sean, ya no podrán ser solamente un poco mejor que Gerry and the Peacemakers o Dave Clark Five; tienen que ser, a pesar de las apariencias o de cómo se vean honradamente a sí mismos, artistas que cambian el mundo. Tienen que ponerse las pilas y hacer arte, un arte que de alguna manera sostenga la recepción de que goza ya o la haga verosímil. Y tal recepción incluye un gran capricho: la idea de que casi todo lo que pensamos, el deseo más insignificante, el más pequeño tintineo o canción infantil, va a ser un terremoto mundial. El mundo, conmocionado, ha sostenido esta idea absurda, desde el año 1965 hasta el presente.
Ahora bien, reconozco que hay elementos de gusto que son irremediablemente subjetivos, y no te voy a obligar a odiar Sergeant Pepper solo por decir que es una porquería, aunque sea verdad. Y permítaseme añadir que no está bien insistir en que un artista, de cualquier tipo o calidad, deba repetirse, tenga que continuar creando las cosas que te atraían al principio. Por supuesto, nadie está obligado a hacer lo que opine un crítico. Los Beatles tenían derecho a hacer la música que quisieran, y el público tenía derecho a disfrutarla. Pero permítaseme señalar también que cuando has escuchado una canción mil veces, ya la juzgas como clásica, incluso la relacionas con momentos importantes de tu vida. Ya que todos los documentales sobre los años 60 ponen banda sonora de los Beatles, aun las personas que están por nacer van a relacionar esta música con la época. Los Beatles persisten en nuestra imaginación de tal manera que hace imposible una valoración objetiva de sus logros. Esto no obsta para afirmar que las valoraciones que ya se han hecho de su obra tardía han sido absurdas.
Deja en paz el blues
Algunas de estas observaciones pueden aplicarse también a los Stones. Se repite que en un momento de su carrera, dejaron de superarse (tal vez tan temprano como «Exile on Main Street»), que siguieron demasiado las raíces del rock y del soul, que volvieron a hacer la misma cosa durante mucho tiempo. Es verdad que los Beatles tocaron durante casi una década, pero pronto los Stones van a cumplir cincuenta años. Es evidente que ahora no son tan importantes como lo fueron en 1970, ni tocan tan bien como entonces, pero todavía es admirable su lealtad a sus orígenes y su talento.
Los Stones son una esencia cósmica, una forma platónica de la música rock. Los Beatles empezaron como clasicistas, y enseguida pasaron por el manierismo, barroco y rococó de su decadencia estética. Dejaron de ser grupo, y creo que una de las razones, a pesar de las mujeres y las egolatrías, fue que llegaron a un callejón sin salida. Su talento ya no les llevaba a campos nuevos. Si hubieran continuado, pronto habrían escrito sinfonías, fantasías y óperas, todo lo que pondría terriblemente en evidencia sus debilidades artísticas. En un momento dado, los Stones intentaron imitarlos, respondiendo a la música sicodélica de Sergeant Pepper con su propio álbum, Their Satanic Majesties Request. Brian Jones intentó aprender a tocar el sitar, pero al final lo abandonó.
El impulso fundamental fue siempre llegar a la esencia de la canción rock. Cuando los Beatles añadieron capa sobre capa de ornamentos instrumentales y líricos, Keith Richards intentó encontrar la esencia absoluta de la frase de la guitarra, en «Satisfaction», «Brown Sugar» y «She’s So Cold». Finalmente, en una canción tardía como «Gunface», redujo todo a un increíble acorde vivo. Los Stones vuelven una y otra vez a las fuentes de su música en el blues, el country y el soul. A la vez han celebrado y han hecho avanzar estas estructuras básicas.
Habrá algunos que no admiran a Mick Jagger como letrista: hay mucha celebración de la supuesta hipersexualidad de las mujeres negras, por ejemplo. Pero también hay muchas sorpresas y novedades, que se manifiestan sobre todo en momentos de reflexión y de belleza: «Wild Horses» o «Beast of Burden», por ejemplo. Son canciones que demuestran maestría y sensibilidad admirables, incluso cuando hacen referencia a la vuelta a los raíces. (También hay reflexiones sobre el envejecimiento de la estrella de rock: «Era una prostituta perdiendo su belleza / era un escritor que no podía escribir otro libro / estaba seco, ansioso por mojarme / era un magnate ahogado por las deudas», de «You Got Me Rockin’»). Y una cosa que podemos decir sobre Jagger: no escribió «Glass Onion». El arte de los Rolling Stones se desarrolló como las artes tradicionales, se nutren de las raíces y se alzan al cielo.
Para Platón, las formas no eran cosas creadas por él u otros filósofos, sino que eran cosas recordadas y descubiertas, o descubiertas por ser recordadas: eran esencias, nuestro origen y nuestro destino. Los Stones a la vez recordaron y descubrieron la esencia de la música rock. Volvían continuamente al origen, pero también desechaban las adherencias. Sus canciones innovaron el rock buscando lo fundamental, gravitaron en torno a un centro que nos recuerda de Chuck Berry, Bo Diddley o Little Richard, y expusieron ese centro. Revelaron el centro del centro.
Una vez que los Beatles dejaron de ir de gira, una vez que dejaron de hacer la música rock, y después de que se separaran, los Stones dejaron de imitarlos y de competir con ellos. Hecho esto, los Stones hicieron una serie de álbums casi perfectos: Beggars Banquet, Let It Bleed, Sticky Fingers y Exile on Main Street. Opino que esta serie de álbumes es la música rock: es su esencia, la forma definida. Apartarse de esa esencia —la experimentación, la originalidad, la innovación— ha proporcionado importantes obras de arte. Sin embargo, el logro de una esencia propia también es un proyecto estético legítimo. Pues bien, en la música popular nunca se ha llevado a cabo este objetivo con más dedicación, más compromiso y más fuerza que en la música de los Rolling Stones.

Traducido por Tim Fujioka

Reproducido con permiso de Open Court Publishing Company, división de Carus Publishing Company, Chicago, del título original The Rolling Stones and Philosophy: it’s Just a Thought Away, copyright©2012 Open Publishing Company.

Profesor de Filosofía en Dickinson College (Pensilvania)