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Quiero felicitar a Tamzin Townsend y a los actores por el estupendo trabajo que han realizado», ha dicho hoy Ignacio García Garzón, crítico teatral, tras el estreno el viernes de «Tomás Moro, una utopía». García Garzón destacó, en el marco de las jornadas de especialistas organizada por la Universidad Internacional de La Rioja, «el inteligente uso de las proyecciones activas» por Townsend, mediante las cuales se puso en contexto la vida del que fue canciller de Inglaterra con Enrique VIII. Así, por ejemplo, la marcha a la Torre de Londres, en barca, de Tomás Moro, camino de la prisión y de la muerte, o la comparación de este mismo personaje con el célebre retrato del pintor Hans Holbein, reflejado en la pantalla al fondo del tablado.

«Quería dar agilidad al texto, quería dar emoción y quería presentar un personaje creíble, lo hemos conseguido, gracias a Patiño», señaló, a renglón seguido, Tamzin Townsend, la directora de la obra (José Luis Patiño es en la pieza Tomás Moro). Hemos visto a Tomás Moro como hombre, «le ves bien, le ves mal, le ves humano», ha destacado esta mujer de las artes escénicas británica ahora asentada en España.

Ignacio García May, adaptador de la pieza original de Shakespeare y otros autores isabelinos, piensa que la «falta de conflicto» que algunos perciben en «Tomás Moro, una utopía», proviene de que para un católico tanto lo bueno como lo malo «procede de Dios». De esa manera, se le quitaría carga explosiva a sus sentimientos. Pero el hecho de aceptar la Providencia no elimina de la vida de nadie el sentimiento dramático, menos aún de la de los católicos. Y, por supuesto, tampoco de la de un católico tan consciente como Tomás Moro, señalaba una entendida crítica mexicana. Materia para debate.

En el texto original «pasaban muchas cosas», pero «dramáticamente no pasaba nada», «no generaba conflicto», sostuvo García May. Ese era su reto, manifestó, que ha intentado superar y en gran medida lo ha conseguido con su adaptación.

A la hora de encarar el trabajo práctico del teatro, del que se sube a las tablas y lo hace, «la primera preocupación, la única ley absoluta del teatro, es no aburrir», señaló Patiño cuando le llegó el momento de intervenir para valorar el estreno. «El teatro es espectáculo, se dirige a un público concreto en un momento concreto», y si «ese público se te aburre en la sala, estás muerto. Ya da igual el mensaje que quieras transmitir, lo que hagas». Creo, sin embargo, que el trabajo de Tamzin y de Ignacio ha sido muy acertado, que «hemos conseguido hacer un espectáculo que funciona como tal, que a la gente le entretiene, le divierte por momentos, sin renunciar a contar la historia con profundidad y matices».

Desde el punto de vista del personaje, estamos ante un Moro que «no duda», y eso es complicado de representar, añadió Patiño. «Puedes caer en hacer un personaje de una sola faceta, de un solo trazo». Pero nosotros le hemos imprimido «la mayor humanidad posible para acercarlo al público actual, y para que el público actual se identifique con el personaje».

«Tomás Moro, una utopía» se estrenó a las 22:45 horas del pasado viernes en la Plaza de Santo Domingo de Almagro, dentro del Festival Internacional de Teatro Clásico que se celebra en esta ciudad manchega.

Todo salió con la precisión de un reloj. Los actores se mostraron entusiastas, milimétricos en su despliegue de voz y gestos. De tal manera que al final la ovación fue cerrada y prolongada. El público lo pasó muy bien y se empapó a la vez del ejemplo de alguien al que vale la penar tener presente en los tiempos que corren.

Director de «Nueva Revista», doctor en Periodismo (Universidad de Navarra) y licenciado en Ciencias Físicas (Universidad Complutense de Madrid). Ha sido corresponsal de «ABC» y director de Comunicación del Ministerio de Educación y Cultura.