Cíborgs y seres humanos potenciados

¿Es el cuerpo humano como una pieza de «hardware» que puede ser pirateada, optimizada y actualizada?

Cíborg: Imagen generada con Grok
Imagen generada con Grok
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En el mundo de los super humanos hay cíborgs (seres formados por materia viva y dispositivos electrónicos) y hay excéntricos, como Bryan Johnson, un empresario estadounidense que toma cien pastillas al día, no come después de las 11 de la mañana y monitorea su cuerpo obsesivamente con docenas de biomarcadores porque no es que quiera vivir unos años más: aspira a vencer la muerte por completo.

Bryan Johnson, Peter Thiel, Elon Musk y otros son parte de ese transhumanismo que ve el cuerpo humano como una pieza de hardware que puede ser pirateada, optimizada y actualizada. Están al frente de empresas que exploran la extensión de la vida, los implantes cerebrales y los medicamentos que mejoran la mente y el cuerpo. Tienen la idea de que la medicina debe potenciar la capacidad del cuerpo y no solo restaurar la salud cuando esté enfermo. El envejecimiento, por ejemplo, no suele clasificarse como una enfermedad, lo que dificulta la ejecución de ensayos diseñados para «tratarla». Combaten ese presupuesto.

Según The Economist, el proyecto de mejora humana padece dos problemas relacionados. El primero es su mezcla desconcertante de ciencia de vanguardia y de magia a la antigua usanza. Algunas de sus sugerencias parecen genuinamente prometedoras. Otras son intentos honrados a largo plazo. Pero muchas están diseñadas para despojar a los clientes crédulos de su dinero. El segundo problema es la mala reputación que produce a veces su charlatanería, y que asusta el tipo de inversión a gran escala que podría ayudar a avanzar en la mejora de manera más rápida y segura.

Christian Angermayer ha donado 101 millones de dólares a un premio para avances científicos que retrasen el envejecimiento y está ayudando a fundar una competición llamada Enhanced Games (Juegos Mejorados), en la que los atletas pueden ganar 1 millón de dólares por batir récords mundiales utilizando métodos de dopaje que normalmente los descalificarían.

La mejora o potenciación humanas, desde dispositivos portátiles que monitorizan la salud hasta implantes neuronales para superar la parálisis, ya representa una industria de 125 millardos de dólares, según la consultora IMARC, y crece a un ritmo superior al 10 % anual. Las empresas que buscan aumentar la longevidad, solo uno de los elementos de la mejora, atrajeron casi 5 millardos de dólares en capital riesgo en el primer semestre del año pasado. Luminarias tecnológicas como Peter Thiel, cofundador de PayPal y Palantir, y Sam Altman, director de OpenAI, están inyectando mucho dinero para sustentar la idea de que el cuerpo humano puede mejorarse.

Se adoptan tres amplias categorías de tratamientos: suplementos, terapias génicas e implantes neuronales. Robert Kennedy, el nuevo secretario de Salud de Estados Unidos, toma testosterona no para compensar una deficiencia, sino como parte de un «protocolo antienvejecimiento». La hormona no se ha probado para este propósito en ensayos clínicos, por lo que es difícil decir si tendrá los efectos que Kennedy espera o si su uso de esta manera podría ser arriesgado o perjudicial.

Otro tipo de tratamiento defendido es la terapia génica, mediante la cual se introduce nuevo material genético en el cuerpo para alterar su funcionamiento. George Church, genetista de la Universidad de Harvard, argumenta que los seres humanos están llegando al límite de las mejoras en el rendimiento físico y mental que se pueden lograr mediante la dieta y el ejercicio. Para obtener mayores avances, afirma, se requerirán tecnologías avanzadas como la edición genética. El Dr. Church es cofundador de la empresa Rejuvenate Bio, que explora la terapia génica para abordar las enfermedades relacionadas con la edad. Una empresa llamada Minicircle ha desarrollado un método para introducir nuevos genes en el cuerpo mediante bucles de ADN bacteriano llamados plásmidos. Ha aprovechado esta técnica para inducir al cuerpo a producir más folistatina, una hormona que, entre otras funciones, estimula el crecimiento muscular.

Una tercera forma de tratamiento son las interfaces cerebro-computadora (brain-computer interfaces: BCI). Estas pueden recopilar y analizar señales del cerebro o enviarle señales. Pueden ser auriculares o implantes invasivos, que se insertan en el propio cerebro. Aunque se trata de una tecnología nueva, ya se han utilizado para lograr resultados sorprendentemente sofisticados. Los científicos han logrado decodificar la actividad en el área del cerebro que procesa la información visual para determinar qué tipo de imágenes están viendo las personas e incluso reconstruirlas en algunos casos. Un implante desarrollado por Neuralink, la empresa de Elon Musk, ha permitido a un parapléjico manejar un ordenador con sus pensamientos. El paciente de Neuralink demostró el potencial del invento jugando al ajedrez con su mente, sin usar las manos para hacer las jugadas.


Este avance ha sido redactado por José Manuel Grau Navarro, para introducir los artículos originales completos de The Economist que se pueden leer aquí y aquí.