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Ver productosEl autor de la banda sonora de «La casa de papel» visitó el Foro Nueva Revista
28 de marzo de 2025 - 10min.
Manel Santisteban (Madrid, 1956) participó en Eurovisión con La Década Prodigiosa, hizo arreglos para Mecano, compuso para Tino Casal y ganó premios internacionales con La casa de papel, después de trabajar en muchas de las series más populares de España. Ha sido premiado por el Círculo de Escritores Cinematográficos (1983) y la SGAE (2005). También ganó el John Lennon Songwriting (1997), el Jerry Goldsmith Award (2020) y el Camille (2021), como mejor compositor europeo de bandas sonoras.
Avance
Manel Santisteban lleva 40 años escribiendo la banda sonora de nuestras vidas. Puede que su nombre no le resulte familiar, pero si el lector ha vivido en España en estas últimas décadas, es casi imposible que no haya sentido su compañía. De Médico de familia a La casa de papel, Santisteban ha tenido «la suerte de dedicarse a mover las emociones de la gente». Esa fortuna incluye haber trabajado en títulos vistos por millones y millones de personas, primero en España y luego en todo el mundo.
El compositor y productor musical protagonizó el Foro Nueva Revista el pasado 26 de febrero, en colaboración con UNIR. En la sede de la Universidad Villanueva, Santisteban reflexionó sobre su trayectoria profesional y sobre el trabajo de crear partituras para películas y series de televisión. Autodidacta y amante del jazz, aseguró que poner música a las obras de otros es un «arte mayor». Santisteban habló de lo difícil que es componer con los plazos tan cortos que marca la televisión y de lo duro que fue hacer las últimas temporadas de su mayor éxito internacional. «Si esto me pilla cuando tengo 30 años, me tumba», aseguró.
manel Santisteban empezó su charla agradeciendo a Emilio Aragón por confiar en él para crear la banda sonora de las series de Globomedia. «Después de pasar por muchos campos de la música, es realmente lo que más me ha gustado», afirmó el músico. «Quizá el jazz lo llevo más dentro y es lo primero que hice, pero lo que más satisfacción me ha generado ha sido mover las emociones de las personas». El valor de esta música no es menor, insistió, aunque esté al servicio de la imagen: «Cuando tú asocias una música a una imagen, yo creo que no hay nada que lo iguale. No creo que sea un arte menor. Al revés, creo que es un arte mayor».
Si prefieres ver el vídeo con un amplio resumen de lo que dijo Manel Santisteban en el Foro Nueva Revista, también puedes hacerlo. Asimismo, puedes leer la entrevista que sirvió como punto de partida para el encuentro.
Santisteban celebra que su gran éxito le llegara al final de su carrera, dentro de un oficio que ya de por sí es estresante: «Después del jazz, de La Década Prodigiosa, de los estudios de grabación, de las producciones, de Eurovisión, de Médico de familia, al final me llega La casa de papel, que realmente es el éxito que me ha dado a conocer en todo el mundo. Me pilló con recursos y con experiencia. Si esto me pasa cuando tengo 30 años, me tumba. Porque tienes que estar preparado, apartar tu vida y dedicarte en cuerpo y alma a eso. No hay noches, no hay fines de semana, no hay vacaciones. Estás a lo que estás, en un equipo, y hay que sacarlo adelante».
La mayor dificultad de escribir música para televisión es el tiempo: «Lo que en una película se tardaría dos meses, se hace en una semana. En diez días tienes que componer 50 minutos de música terminada, grabada, mezclada y lista para emitir. Esa presión de la televisión y de las series no tiene nada que ver con el cine. El cine es algo mucho más reflexivo. También hay plazos y ciertas prisas, pero nunca se pueden equiparar a las de la televisión. Y a mí La casa de papel me pilla ya con mil capítulos hechos de televisión».
¿Por qué fue especialmente difícil ese gran éxito internacional? «Porque las personas que lo dirigen quieren repetir ese éxito y les entra una especie de inseguridad, de ver si en la segunda o en la tercera temporada nos la vamos a pegar. Y entonces empiezan a cambiar cosas. Empiezan los reportes, no solo al director, sino que hay un productor ejecutivo, uno de Netflix Europa, otro de Netflix de no sé dónde, y todo el mundo está muy nervioso. Yo soy el último de una cadena y acoplo mi música a cada momento. Si cambias el montaje o una secuencia, me desbaratas toda la música. Tengo que volver a hacerla otra vez. De esas hemos sufrido muchas en La casa de papel. En la tercera temporada fue mucho, pero en la cuarta más y en la quinta, ni te cuento». Por otro lado, fue «muy bonito y muy reconfortante, porque el resultado fue magnífico, pero hubo cambios de secuencias de actores, retrasos del rodaje, lluvias, cambios de escenarios… Y a los últimos de la cadena, que somos sonido, música y diálogos, nos han vuelto locos».
Durante el turno de preguntas, a Manel Santisteban le pidieron diversos consejos. Él es «autodidacta y absolutamente ecléctico», pero asegura haber tocado todos los palos y se ha preocupado por prepararse. «No sé si el conservatorio es la solución, pero cuanto más preparado estés, mejor. Ser músico es algo vocacional», añadió. «Yo empecé con la música porque me gustaba. Yo quería ser músico. No pensé en si me iba a poder ganar o no la vida. Mi padre ya era otra cosa. Por eso quería que fuera ingeniero. Pero yo me tiré al barro porque era mi vocación».
«Ahora tenemos una suerte, que la tecnología ha democratizado la música. Casi cualquiera, en su casa, tiene un pequeño home studio y puede probar, componer, trabajar. Tocas el piano y del piano suenan violines y puedes hacer un arreglo, poner la música a un documental, poner un micro y cantar encima… Antes un estudio costaba 8 mil pesetas la hora. Eran carísimos; pasabas un día y gastabas 100.000 pesetas para poder grabar algo. Gracias a eso, hoy el que realmente es bueno, el que es un genio, se abre camino. Entonces, mi consejo es que lo intente, porque a lo mejor el genio es él».
En contraposición, está la gente que compone a tiempo parcial, gracias a esa democratización, y que le dedica una hora por las tardes. «Pero si quiere hacer la música de Memorias de África, no va a poder ser. Que le dedique tiempo. Ed Sheridan se abrió camino en las redes porque era buenísimo. No necesitas una discográfica detrás ni alguien que apueste dinero por ti. Tienes los medios y tienes los canales. Adelante. Hay que intentarlo. ¿Que tiene riesgo? Sí, claro. Es altísimo. Es como que te toque la lotería de Navidad. Yo me siento, como decía Mecano, como una polilla que se ha colado en la bombilla. He tenido la suerte de estar toda la vida trabajando y al final me ha llegado un éxito internacional. Pero puede llegar. ¿Por qué no te va a llegar? Yo no me considero ni mucho menos un genio. Hay que estar, hay que estar, hay que estar, hay que insistir y hay que perseverar».
«Lo que hace es coger toda la información de todos los que han creado música y generar música nueva con esas bases. Cualquier empresa puede decir: quiero una con la pegada y el impacto de Hans Zimmer, pero con la orquestación de John Williams y que sea de amor y que dure 30 segundos y tenga un corte en el segundo 20. Y la IA te hace algo. El problema no es que nos vaya a suplantar, es que no va a haber más músicos».
«Yo no soy un experto en esto, pero creo que en 5 o 10 años van a poder ser casi indistinguibles de la música que haga una orquesta o un compositor. El problema está en que han cogido toda la base y toda la información de lo que el ser humano ha creado ya, porque ellos solos no pueden. Cogen todo eso, lo meten en una coctelera y ahora diles lo que quieres y sacan algo. Yo mismo, con mis teclados, hago las cuerdas y los oboes. El instrumento que tú quieras, lo tengo en mi estudio. La música de La casa de papel la hago en casa, no voy a grabar a ningún lado. Las películas sí las he hecho con orquestas grandes, pero no la televisión, con los tiempos que manejas y la velocidad que requiere».
«Entonces, lo vamos a tener muy mal los compositores. Almodóvar no creo que vaya a entrar en eso, porque querrá a su compositor, Alberto Iglesias, pero una música para un documental, por ejemplo, creo ese campo se ha acabado. Estoy seguro».
«No sé cómo lo hago. Me pongo la imagen y esa imagen me evoca algo, una emoción. Si es una secuencia de acción, no me voy a poner ñoño. O a lo mejor sí, como en Toro salvaje, donde la música iba a la contra. Primero tengo una conversación con el director, con el productor de la serie, por supuesto, con el showrunner, pero luego el director me cuenta: aquí me gustaría esto, lo otro… Siempre hay referencias. Eso se habla y yo me pliego a lo que dice el director, que es quien al final quiere contar la historia».
«Una vez hecho eso, me pongo delante de la secuencia, ya con esos parámetros, y siento como un tempo, siento algo. Entonces pongo las manos (sobre el teclado) y me pongo a trabajar, pero no tengo una idea preconcebida de lo que voy a hacer, esa es la verdad. A mí la inspiración me pilla trabajando, no se me ocurre estando en la ducha o subiendo las escaleras».
«Intento entender qué es lo que pasa en esa secuencia y musicalizarla en la dirección que queremos, porque a veces el director te marca: este personaje que ahora parece tan majo, dentro de tres capítulos es el que va a traicionar a todos. Le puedo poner una música amable, pero tengo que ir preparando un poquito que es amable… pero raro».
«Cada personaje suele tener su leitmotiv. Puede ser melódico o tímbrico, a lo mejor es un sonido o algo que te lleva a identificarlo, incluso aunque no esté en pantalla. Si está por ahí detrás y suena eso, dices: esto es el tema de Berlín, y luego aparece Berlín». «Pero con ese mismo motivo de un personaje, puedes hacer que sea alegre, triste, dramático, misterioso…, puedes darle infinidad de matices».
«Hoy en día, sin embargo, cada vez hay menos leitmotivs. Últimamente, no veréis muchas melodías en las series. No puedes cantarlas. Es muy difícil, porque no quieren melodías. Los nuevos productores creen que despistan de la trama y nos piden específicamente que no sean muy pequeñas, que no sean largas. Se pueden identificar, pero que no sean obvias».
Durante la charla, a Manel Santisteban le pidieron que se pusiera por un momento en el papel de ministro para hacer posible un deseo. «Hay que darle a la música la importancia que tiene», respondió. «La música mueve las emociones y hace mejores a las personas. Yo creo que debería ser una asignatura obligatoria desde la más tierna infancia. Ya lo es, a veces, les hacen jugar con xilófonos y tal, pero tiene que ser algo un poquito más elevado, para que entiendan a los grandes clásicos, lo que pasa en una orquesta. Yo creo que es importantísimo, porque nos hace mejores personas y nos ayuda a comunicarnos».
«A mí la música, tocar un instrumento, ¡me ha salvado tantas veces!», evocó Santisteban. «De momentos tristes, momentos dolorosos, de pérdida. La música me ha llenado el alma. Al que toque un instrumento, eso le va a acompañar toda su vida. Es la mejor inversión que puede hacer, aprender un instrumento o aprender a amar la música».
Para terminar, Manel enumeró algunos de sus músicos favoritos. Dentro del jazz, citó a Tony Bennett y Bill Evans. Entre los compositores de bandas sonoras, mostró su predilección por los británicos, aunque destacó a autores de diversas procedencias: John Barry, John Powell, Alexander Desplat, John Williams, Hans Zimmer, Alan Silvestri, Harry Gregson Williams…
Todas las fotos son de Federico Marín Bellón para Nueva Revista.