El papel de la universidad en la generación de conocimiento para la sociedad

«Aunque España contribuye significativamente a la producción científica mundial, el desempeño en innovación es modesto, dando lugar a uno de los principales desequilibrios del sistema español de ciencia, tecnología e innovación», afirma el autor

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José Julián Garde López-Brea

José Julián Garde López-Brea. Rector de la Universidad de Castilla-La Mancha. Presidente de la Sectorial de investigación y desarrollo en la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas.

Avance

España va a la zaga de otros países europeos en la transferencia del conocimiento científico a la sociedad, tal como señala el Plan de Transferencia y Colaboración del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades. Y aunque figura en el undécimo puesto mundial en producción científica, se sitúa en el puesto 29 en el ranking global de innovación. Lo cual, según el autor del artículo, se debe a diversos factores, comenzando por el tejido empresarial de España, compuesto por pymes con escasas capacidades para involucrarse en grandes proyectos, especialmente en investigación y desarrollo (I+D); siguiendo por una cultura de aversión al riesgo a la hora de crear empresas innovadoras. Iniciativas del Gobierno como el Plan de Transferencia y Colaboración, entre otras, buscan acelerar la conversión del conocimiento en innovación de impacto social y económico, pero el solapamiento de marcos normativos, como la Ley de la Ciencia y la Ley Orgánica del Sistema Universitario (LOSU), cuya «falta de coordinación» ha denunciado la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas (CRUE), complica la gestión de la transferencia en las universidades, dadas las múltiples interpretaciones de algunos preceptos.

La implantación de nuevas tecnologías, con la inteligencia artificial (IA) en primer término, brinda una oportunidad para la transferencia desde las universidades. Pero esta parece, hoy por hoy, poco madura. Señala el autor un cierto desajuste entre la baja oferta de egresados en áreas de ingeniería y la alta demanda de las empresas en ese campo; o que las administraciones públicas acudan mayoritariamente a empresas, en lugar de a las universidades, a la hora de buscar socios en actividades de I+D. Indica, por otro lado, que han disminuido desde el 2016 las solicitudes de patentes, y que también ha descendido el número de EBC (empresas basadas en conocimiento).

Para revertir la situación, el autor propone simplificar los procesos burocráticos, y fortalecer las estructuras intermedias en la fase de mercado y fomento de la colaboración con las empresas. Constata que muchas universidades cuentan con programas para el fomento del espíritu emprendedor pero sugiere agilizar los flujos entre investigación y empresa, mediante un compromiso estratégico de la universidad con el valor del emprendimiento; formar en ese aspecto a estudiantes y profesores; y generar vínculos entre grupos de investigación, entre estos y los estudiantes y con el entorno empresarial y de inversión.

ArtÍculo

En la introducción del Plan de Transferencia y Colaboración del Ministerio de Ciencia Innovación y Universidades, se afirma lo siguiente: «Aunque España contribuye significativamente a la producción científica mundial, el desempeño en innovación es modesto, dando lugar a uno de los principales desequilibrios del sistema español de ciencia, tecnología e innovación. En efecto, España se encuentra rezagada respecto a otros países europeos en la transferencia del conocimiento científico a la sociedad y la colaboración de las empresas con universidades, otros centros de enseñanza superior y centros públicos de investigación, lo cual dificulta que los resultados de la investigación pública se traduzcan en innovaciones con impacto económico y social.

España ocupa el undécimo puesto mundial en producción científica (número de publicaciones con autores de instituciones españolas), pero se sitúa en el puesto 29 en el ranking global de innovación. Fuentes: para innovación, Global Innovation Index 2022; para publicaciones: Scopus (Scimago Journal & Country Rank).

El European Innovation Scoreboard 2022 clasifica a España entre los países catalogados como innovadores modestos, con una puntuación de 97.54, lejos de Francia (catalogado como innovador fuerte) con 115.85 o Suecia (catalogado como innovador líder), que encabeza el ranking de países europeos con una puntuación igual a 149.10 (innovadores fuertes)».

Las causas pueden proceder de deficiencias del propio sistema, pero también del entorno general.

Según el informe de diagnóstico de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo (OCDE), estas son algunas de las características que dificultan la transferencia de conocimiento y la colaboración público-privada en investigación, desarrollo e innovación (I+D+I) en España:

—Cultura de innovación poco integrada en estrategias empresariales;

—Baja capacidad de absorción del sistema productivo;

—Reducido nivel de confianza entre empresas e instituciones de investigación;

—Escaso conocimiento de la investigación llevada a cabo en el sector público de investigación;

—Barreras normativas y burocráticas a la colaboración en I+D+I;

—Complejidad de las medidas de apoyo a las actividades de I+D+I colaborativa;

—Heterogeneidad de prácticas y regulaciones entre agentes del sistema, lo que genera confusión y un posible efecto disuasorio para la transferencia de conocimiento y la colaboración.

En este artículo, como si se tratara de realizar un diagnóstico estratégico, comenzaré reflexionando sobre las variables externas. Continuaré proporcionando algunos datos que ponen en evidencia el problema o el reto, para, posteriormente, identificar lo que ya se está haciendo desde las universidades y finalizaré con un deseo acerca del papel futuro que debería desempeñar la universidad.

Factores económico-empresariales

La eficacia de la transferencia depende fuertemente de la Estructura empresarial. La estructura empresarial en España está configurada por pequeñas empresas y micro pymes, con escasas capacidades para involucrarse en grandes proyectos. Esta circunstancia hace que se queden fuera de convocatorias para proyectos colaborativos (ejemplo el PERTE Agroalimentario) que podrían incrementar las oportunidades de innovación.

Por una parte, las empresas españolas tienen escasa capacidad para absorber y aplicar buena parte del conocimiento generado por las instituciones científicas. Esto se explica en gran medida por características propias del tejido productivo español como la predominancia de pequeñas y medianas empresas (pymes) en sectores poco intensivos en conocimiento y la baja inversión de las empresas españolas en I+D.

Factores culturales

Rasgos compartidos por la población (valores, creencias, etc.) que determinan la propensión a asumir riesgos de gestión, económicos o reputacionales y que inciden en su propensión a innovar y al emprendimiento.

Estos valores son analizados por el Observatorio de Emprendimiento GEM (Global Entrepreneurship Monitor: monitor de emprendimiento global) y ponen de manifiesto cómo la población española (aunque con diferencias entre regiones) tiene mayor aversión al riesgo que otros países de economías desarrolladas. Este es uno de los factores que más frena la decisión de crear una empresa o incorporar cambios.

El citado valor también incide en la incorporación de cambios en la administración, y por tanto en la posibilidad de crear universidades emprendedoras que sean más abiertas y con mayor propensión a la innovación.

Factores políticos

Énfasis en la transferencia. Diseño de planes y estrategias gubernamentales. Instrumentos novedosos.

Las estrategias diseñadas por el Estado ponen de manifiesto claramente la voluntad de incentivar la investigación más aplicada, la que tenga mayor impacto en la sociedad. El Plan de Transferencia y Colaboración (PTYC); la Estrategia de Ciencia, Tecnología e Innovación (2021-2027); o la Estrategia Nacional de Ciencia Abierta (2023-2027) buscan acelerar la conversión del conocimiento en innovación de impacto social y económico.

Concretamente, por el tema que nos ocupa, las medidas del Plan se estructuran en torno a tres ejes principales de actuación:

1. El primero se centra en la transferencia del conocimiento generado en el sistema público de investigación hacia las empresas, el sector público y la sociedad, a través de distintos canales como la creación de empresas de base científica, las licencias de patentes y el asesoramiento científico para avanzar en una política basada en evidencias.

2. El segundo eje del Plan incluye medidas para fomentar la colaboración con las empresas y con la sociedad, un modelo que genera empleo y que anima a las empresas a crear riqueza a través de la innovación. Fomento de las alianzas público-privadas, PERTE (Proyectos Estratégicos para la Recuperación y Transformación Económica), misiones, transmisiones y  compra pública innovadora.

3. El tercer eje del Plan se centra en la capacitación y desarrollo del ecosistema de innovación, para tender un puente intermedio profesionalizado entre los científicos y las empresas y hacer posible un flujo de conocimiento entre estos agentes. OTC (Oficinas de Transferencia de Conocimiento), incentivos a la transferencia y a la colaboración, formación.

Factores normativos

Cambios: ¿promueven la innovación y el emprendimiento?

En los últimos años hemos asistido a un cambio de las normas fundamentales que afectan a las universidades (LOSU), que nos obligan a adaptarnos a nuevos marcos legales. Las modificaciones, con buenas intenciones, se planteaban objetivos para la mejora del sistema de ciencia y de las universidades. En ocasiones, hemos denunciado desde CRUE la falta de coordinación entre ambas normas y hemos echado de menos una redacción que no diera lugar a incertidumbres interpretativas (por ejemplo, en lo que se refiere a las EBC (empresas basadas en conocimiento). Aunque se intentaba flexibilizar aspectos para fomentar la transferencia, las múltiples interpretaciones que de algunos preceptos se pueden hacer complica la gestión en las universidades, al contar estas con estructuras y personal funcionario que opta por una «administración defensiva» sin la voluntad de asumir el más mínimo grado de incertidumbre. Resultará difícil cambiar las inercias.

Además, se han desarrollado leyes que afectaban a las universidades con mayor orientación emprendedora: la ley de Start-up (empresa emergente), Ley de Crea y crece, por ejemplo.

Factores tecnológicos

Cambios rápidos/radicales en tecnologías transversales que inciden en la competitividad de las empresas y del país.

Los cambios que se están experimentando en la tecnología, en IA, con aplicaciones transversales para todos los sectores económicos y para la sociedad en general, requerirá desarrollos para su implantación, lo que se puede convertir en una oportunidad para la transferencia desde las universidades. Y no solo en el ámbito de tecnologías sino también en ámbitos jurídicos y sociales, buscando que estos cambios tengan impactos positivos en empresas y en la sociedad y no lleguen a tener consecuencias negativas (por ejemplo, incremento de desigualdades por acceso a la tecnología o falta de capacitación, problemas de seguridad y protección de derechos, etc.)

Las universidades realizan la labor de transferencia con la docencia, formando a los futuros profesionales, y con la investigación, generando el conocimiento para la sociedad.

Según el último informe de la Fundación CYD (Conocimiento y Desarrollo) 2023: la universidad española proporciona personal capacitado cuya inserción laboral nos indica la eficacia del sistema universitario para satisfacer lo que el mercado necesita. En el curso que analiza en el último informe (2021-2022) se han egresado 190.048 personas (4,1% menos que en el curso anterior). Aunque las tasas de empleabilidad (globales) son equivalentes a las de Europa, se ha identificado un cierto desajuste entre el número de egresados por disciplinas y las demandas de las empresas, señalando la necesidad de que se formen a más universitarios en áreas de ingeniería.

La efectividad de la transferencia la hace depender de la inquietud de los grupos de investigación sobre la generación de conocimiento para la sociedad.

La producción colaborativa entre empresas y universidades se ha incrementado pasando de 12,5% a 12,8%.  Las universidades han ingresado 672 millones de euros por la contratación de I+D.

Pero, por otra parte, cuando se analizan las preferencias de las administraciones públicas y de las empresas en cuanto al socio con el que colaborar en actividades de I+D (contratación de actividades de investigación), las administraciones públicas acuden mayoritariamente a empresas (más del 90% de las colaboraciones). Las empresas acuden a otras empresas en el 62,28%, y 23,57%, a empresas del propio grupo al que pertenecen (más del 85%).

Tendríamos que analizar las posibles causas: Inercias en la gestión que implican mayores plazos de ejecución (sometidas a la Ley de Contratación Pública); desconocimiento por falta de comunicación, estrategia de comercialización y orientación al mercado.

Según la Encuesta de I+TC (Investigación y Transferencia del Conocimiento) y los datos de la Oficina Española de Patentes y Marcas (OEPM) (2022), sobre los acuerdos de propiedad industrial e intelectual y creación de spin-off (empresa derivada):

—Las solicitudes de patentes han disminuido desde el año 2016 (del 36,5% al 30,3%).

—Los registros de software y contenidos digitales registrados se han incrementado (del 18,7% al 30,8%).

Estos últimos datos requieren también reflexionar por qué esta evolución. ¿Son decisiones conscientes de las universidades? ¿Podemos estar las universidades cambiando la estrategia de protección o estamos generando menos resultados protegibles? Es importante extraer conclusiones de una estadística s fina sobre conceptos como patente solicitada, registrada y explotada con contratos de licencias. La protección del conocimiento permite activar gastos de I+D, pero en sí misma no genera crecimiento económico (patentes registradas en 2021: 525 frente a patentes licitadas: 255).

—Finalmente, en cuanto a spin off, en el 2021 fueron creadas 74 EBC lo que representa una disminución con respecto a 2020. Por otra parte, el 62% cuentan con la participación de las universidades, y tienen 157 proyectos de impacto social vinculados.

Si tomamos los últimos 5 años (dato acumulado) se han creado 407 spin off con un índice de supervivencia de 76% y el 10% han ampliado capital (han crecido). El 54% tienen su origen en disciplinas de Ingeniería.

MO SE PUEDE REVERTIR LA SITUACIÓN

¿Qué se podría hacer para mejorar estos datos? Simplificación burocrática, fortalecimiento de las estructuras intermedias en la fase de mercado y fomento de la colaboración con las empresas, sometimiento de los proyectos colaborativos al derecho privado y no el público (se aplica el derecho privado en los artículos 60, en la comercialización de las patentes, pero, por ejemplo, cuando un grupo de investigación consigue un proyecto en una licitación de las administraciones públicas, después se gestiona con criterios de contratación pública).

Son muchas las universidades, por no decir todas, que cuentan con programas para el fomento del espíritu emprendedor y que están involucradas en la sensibilización, formación, asesoramiento y captación de datos para la investigación. En el caso de mi universidad, el programa UCLM Emprende se comenzó a implantar en el año 2020, encontrándose en la universidad española más ejemplos con contenidos similares.

Bajo mi punto de vista, el camino por recorrer requiere:

—Crear un entorno de decisiones y gestión para la transferencia y la innovación.

—Simplificación de los procedimientos.

—Dotar la institución de agentes internos facilitadores (combatir la cultura de gestión defensiva).

Por otra parte, y para que la Universidad forme parte de manera decidida del ecosistema emprendedor se necesita:

—Compromiso estratégico con el valor del emprendimiento.

—Recursos de diferente naturaleza (financieros, humanos e infraestructuras-espacios) para ir ajustando estructuras tradicionales a otras más modernas que promuevan el emprendimiento.

—Formación en emprendimiento de estudiantes y profesores con nuevos métodos más experienciales.

—Incorporar el emprendimiento en todas las titulaciones de grado.

—Actividades formativas co-curriculares.

—Generar vínculos entre grupos de investigación, entre estos y los estudiantes y con el entorno empresarial y de inversión.