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A principios de este año releía el magnífico libro de Nicholas Carr, Superficiales (Taurus). En él, Carr se carga de argumentos en defensa de una lectura lineal, sin el hipertexto propio de Internet, único camino para desarrollar ciertas áreas del cerebro como la imaginación o la concentración, víctimas colaterales de la Revolución digital. Si Carr ponía el acento en cómo leer, el profesor de literatura Nuccio Ordine hace una interesante propuesta sobre qué leer en su reciente libro Clásicos para la vida. Una pequeña biblioteca ideal, editado por Acantilado (2017).

Ordine aborda la cuestión de por qué leer a los clásicos, tratada de forma célebre por Italo Calvino, en este caso valiéndose un fresco y accesible breviario. Se trata de una recopilación de reflexiones –unas veces más acertadas que otras–, que nacen de diferentes fragmentos escogidos de grandes obras clásicas, una categoría reservada para aquello que reúne la singular propiedad de preservar su vigencia, belleza o verdad con el paso del tiempo. El filósofo Nassim Taleb habla de lo antifrágil. Con cada breve nota se destaca una idea o tema de actualidad a modo de gancho para despertar el interés al futuro lector. Se va dibujando así un pequeño mapa literario, muy personal, donde en cada coordenada se nos da una pequeña pista de los tesoros que nos aguardan en el maravilloso universo paralelo que es la literatura clásica. Una obra con un notable paralelismo con Libroterapia del gran Jordi Nadal.

Nuccio Ordine hace una interesante propuesta sobre qué leer

El libro incluye a modo de prólogo a la selección de textos, un potente panfleto en defensa de los clásicos como pieza fundamental en la educación. Por un lado, Ordine reclama una formación más holística, más humana, menos “profesionalizada” en palabras del propio autor. Por otro, una educación que recupere el lazo irrenunciable entre educación y esfuerzo personal por parte del alumno. El dinero puede comprar casi cualquier cosa, pero no el conocimiento que es siempre el resultado de una fatigosa conquista personal. Un esfuerzo intransferible a terceros. Se puede llevar la mula al río, pero no se la puede obligar a beber. Lo mismo pasa un poco con la educación: se pueden poner todos los medios disponibles, tablets, reducir el número de alumnos por clase, y hacer todos los pactos educativos que se quieran, pero en última instancia lo que acaba siendo determinante es la voluntad del alumno.

Para ello, resulta imprescindible contar con buenos profesores, maestros apasionados por lo que hacen, capaces de transmitir este entusiasmo por todas las ramas del saber a sus alumnos y, especialmente, despertar de nuevo el interés por los clásicos. Einstein advirtió sobre los excesos de la especialización reclamando una educación de espectro amplio como garantía para poder navegar con solvencia por la vida. En la misma línea, el premio Nobel de economía Edmund Phelps subraya la importancia de la historia, la literatura o la filosofía para estimular la innovación y el trabajo creativo.

Despertar la curiosidad es cultivar el espíritu crítico. La lectura enriquece nuestra visión del mundo, nos permite contar con múltiples puntos de vista. Alumnos con hábito lector son alumnos capaces de pensar por sí mismos, no ovejas que sobreviven a base de opiniones prestadas. Los clásicos constituyen un poderoso aliado en esta tarea de educar y de ahí que Ordine quiera volverlos a colocar en el lugar privilegiado que ocuparon antaño. En un momento en donde estamos literalmente saturados de información, donde lo accesorio ocupa el lugar reservado a lo importante, la selección natural que supone la lectura de cualquier clásico tiene un importante valor añadido. Una tarea, leer a los clásicos, que no es empresa fácil. Los clásicos exigen tener un buen hábito lector, un hábito que requiere tiempo, el aprendizaje es un proceso necesariamente lento, silencio y reflexión.

La lectura enriquece nuestra visión del mundo, nos permite contar con múltiples puntos de vista

De las cincuenta luces literarias que nos regala Ordine, me han parecido especialmente destacables la de Shakespeare, sobre la importancia de “atender a la música”; la del poeta Belli, sobre la importancia de los libros; la de mi admirado Hipócrates, el no confundir fines con medios (frecuente cuando hablamos de dinero); la de Maquiavelo, sobre cómo la lectura nutre la mente; la nota de Goethe sobre la importancia de lo inútil (que acaba siendo una reflexión sobre la importancia del largo plazo), mensaje que se refuerza con la entrada de Zweig y su Mendel de los libros; la de Rilke, sobre la imprecisión de cualquier empresa humana, incluso de las más sofisticadas como el lenguaje; la de Mann, reclamando una mayor articulación moral; o la de Dickens, sobre cómo la libertad es una cosa de voluntad y actitud, por poner solo unas pocas.

Una importante reserva de futuras lecturas, un bastión de resistencia contra el pensamiento único y la mercantilización de la cultura de manos de un ávido y apasionado lector.

Luis Torras es economista y consultor, miembro del Instituto Mises Barcelona y del Claustro Senior de Cátedra China, y autor del libro "El despertar de China".